En la batalla por la emancipación de los pueblos, las palabras no bastan. El discurso sin acción es humo que el viento se lleva; la retórica sin hechos es una traición a la causa. Tres frases de tres gigantes del pensamiento y la acción revolucionaria nos marcan el camino para una militancia consecuente y transformadora:

  1. “Hacer es mejor manera que decir.” — José Martí

Martí nos convoca a romper con la pasividad y la contemplación. El verbo más revolucionario no es “prometer”, sino “hacer”. Una organización que solo emite comunicados, proclamas o discursos, pero que el contenido de su manifiesto no transforma la realidad concreta de su entorno y de su pueblo, está condenada a la irrelevancia.

En la práctica del militante, hacer significa organizar a las masas trabajadoras del campo y la ciudad, construir redes solidarias, enfrentar la injusticia en el terreno y en los hechos, disputar el poder donde se ejerce y no solo contemplarlo desde fuera.

  1. “Que los hechos les hagan honor a las palabras.” — Rafael Chaljub Mejía

En tiempos de simulacros políticos y bajo el slogan de “Volver a los Clásicos”, Rafael Chaljub Mejía nos enseñó que la coherencia es un arma revolucionaria. Cada palabra pronunciada en nombre del pueblo y del partido debe tener respaldo en la acción. La credibilidad se construye cuando las decisiones, los sacrificios y las victorias son consistentes con el discurso que se defiende.

Un militante o un dirigente que habla de justicia, pero vive del privilegio, que milita bajo la sombra del confort, que predica austeridad, pero practica el derroche, que se dice antiimperialista, pero se arrodilla ante el poder extranjero, es un obstáculo para la causa. La ética revolucionaria exige unidad entre lo que se dice y lo que se hace.

  1. “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo; pero de lo que se trata es de transformarlo.” Carlos Marx

El estudio, la formación política y la teoría son indispensables, pero no pueden ser un fin en sí mismos. Marx nos plantea que la misión de toda corriente política revolucionaria es transformar las condiciones materiales de la sociedad, de los oprimidos, cambiar de raíz las estructuras que producen opresión, explotación y desigualdad.

Interpretar el mundo es comprenderlo; transformarlo es cambiarlo en favor de las grandes mayorías. Y esa transformación no vendrá de concesiones ni de reformas superficiales, sino de la lucha organizada y consciente del pueblo.

A modo de conclusión

En estas tres frases hay un programa de acción y formación para cualquier organización popular y revolucionaria:

  • De Martí: la urgencia de actuar ya.
  • De Chaljub: la coherencia entre el discurso y la acción.
  • De Marx: la obligación de transformar, no solo interpretar.

El enemigo histórico —sea el imperialismo, la oligarquía o las élites corruptas— no teme a los discursos: teme a los pueblos que piensan, se organizan y actúan. Por eso, la formación política debe forjar militantes que unan palabra y acción, pensamiento y combate, teoría y práctica.

Porque, como nos enseña la historia, las revoluciones no se hacen con frases bonitas, sino con hechos que cambian la vida de los pueblos. Asi nos lo lego Manolo Tavarez Justo con la frase: “La revolución no es una palabra, sino el resultado del trabajo constantes y continuos de quienes son partidarios de ella”.

Julio Disla

Escritor y militante

Julio Disla: el militante de la palabra, el poeta del pensamiento crítico. Voy por la vida con una pluma que combate, un teclado que documenta y una mirada que no se conforma con lo superficial. Soy el arquitecto de textos que cuestionan al capital, al racismo, a los muros — y a toda forma de dominación que intente maquillar su rostro con promesas democráticas. He hecho del ensayo un arma, del artículo un escenario de lucha, y del poema una bandera. Cuando escribo, se siente la influencia de Marx, la voz serena pero firme de José Pepe Mujica, el reclamo por justicia social, y la pedagogía que busca educar a otros con ideas y datos. Fundador de utopías posibles, intento rehacer la historia desde la izquierda que se reinventa, que no teme nombrar el neoliberalismo por su nombre, y que encuentra en cada injusticia una oportunidad para escribir, denunciar, proponer. Lo técnico y lo emotivo coexisten en mi estilo como militante de una misma causa. Soy, sin duda, un constructor de puentes entre la teoría y la calle.

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