Conversaba con unos amigos sobre la decisión del PRM de proponer como candidato a senador por el Distrito Nacional a Guillermo Moreno, exprocurador, a raíz de que mi candidata preferida, Faride Raful, había decidido declinar a esa posición.

Algunos planteaban que esa plaza es demasiado importante para dársela a un candidato que sacó menos del 1% en las elecciones presidenciales pasadas.

Otros hablaban de figuras como David Collado, Ito Bisono, Yayo Sanz Lovaton y Alfredo Pacheco.

Mi opinión fue muy clara. Si este gobierno quiere seguir fortaleciendo la transparencia, la ética, la integridad y la lucha contra la corrupción no hay una figura política más completa e intachable y que reúna las mejores condiciones para representar un partido político en el Senado de la República que Guillermo Moreno.

Doña Milagros Ortiz Bosch nunca llegó a ser presidenta de la República, aunque fue vicepresidenta, ministra de Educación y senadora, y quizás es la mujer más extraordinaria de este país por su intachable carrera política de más de 50 años. Es un orgullo nacional, símbolo de la lucha por la democracia, sensible, cautivadora y firme defensora de los valores éticos de este país.

A pesar de su larga carrera y las diversas posiciones que ocupó en diferentes gobiernos y ocupa actualmente como directora de Ética y Transparencia, jamás ha sido cuestionada, sino más bien reconocida como un icono de la honestidad de la política dominicana. ¿Quién no adora y respeta a doña Milagros sin importar al partido político que pertenezca?

Guillermo Moreno está en esas grandes ligas de figuras que han dado muestra de que no tienen precio, que no es sobornable y que jamás apoyaría algo que considere incorrecto, sospechoso o deshonesto.

Si es electo como senador, será la mejor garantía de que en el Congreso Nacional ninguna ley pasará que no sea en beneficio del país y sin estar contaminada de esa GRASA que llevaba el famoso maletín negro del pasado para comprar senadores o diputados con fines de pasar leyes nocivas para el país.

A veces la dureza del rostro, la falta de empatía con el votante, el valor de denunciar constantemente la inmoralidad y la corrupción y el dirigir un partido pequeño, te descarta automáticamente como candidato presidencial con opciones de llegar al poder. Eso ha pasado con Guillermo Moreno y otras grandes figuras de la política dominicana.

Todo gobierno que quiera continuar trillando el difícil camino de la moralidad y la transparencia, como lo está haciendo el presidente Abinader, necesita en todos los poderes del Estado a hombres como Guillermo Moreno, aunque sean de otros partidos. Así como necesita a Mirian German, que no es del partido de gobierno, como titular de la Procuraduría General de la República, que actúa con absoluta independencia del poder político y es un símbolo de la lucha contra la corrupción.

Una excelente decisión del PRM.