Desde los años noventa, cuando comenzamos a introducir el tema de las administradoras de fondos de pensiones en República Dominicana —primero bajo un esquema voluntario y, posteriormente, con la instauración del sistema previsional obligatorio— se abrió un debate sobre las virtudes y los riesgos de esta entonces innovadora forma de ahorro.
Se pensaba en sus potenciales aportes al desarrollo del país, en la capacidad de reducir las tasas de interés, en su función de dinamizar la emisión de títulos y acciones para fortalecer el mercado de valores, y en cómo todo esto podría contribuir tanto al crecimiento de la nación como a garantizar un retiro digno para los trabajadores dominicanos.
Con el paso del tiempo, sin embargo, hemos constatado que muy poco de ese potencial se ha desarrollado plenamente.
El mercado de valores sigue siendo pequeño, los beneficios para los futuros pensionados han sido limitados, y lo más lamentable es que el sistema de pensiones no ha logrado convertirse en la gran fuente de financiamiento del desarrollo nacional que muchos soñamos.
En gran medida, estas posibilidades se vieron truncadas tras la crisis bancaria y financiera del 2003. El salvamento bancario decretado por el gobierno de entonces —necesario para evitar un colapso mayor y que no criticamos en sí mismo— generó un creciente déficit cuasifiscal en el Banco Central. Desde entonces, ese déficit ha venido siendo financiado, en una proporcion importante, con los ahorros que genera el sistema previsional de carácter obligatorio, desviando los fondos de su objetivo original: financiar la economía real, impulsar la productividad y contribuir al desarrollo del país.
De ahí la importancia de recordar y hacer valer la olvidada, pero muy importante Ley de Recapitalización del Banco Central, concebida en los gobiernos del presidente Fernández, precisamente para corregir esta distorsión y permitir que el ahorro de los trabajadores retorne a su misión esencial. Si no retomamos esa ruta, corremos el riesgo de perpetuar un círculo vicioso en el que el ahorro obligatorio se destina a sostener déficits improductivos en lugar de convertirse en palanca del desarrollo nacional.
Basados en estas reflexiones, elaboramos una serie de planteamientos que presentamos en tres artículos complementarios, dirigidos a líderes políticos, empresariales y a las autoridades del gobierno. Cada uno aborda un aspecto fundamental para lograr que los ahorros dominicanos financien la economía real y el futuro de nuestra nación:
- Ahorro y desarrollo: una oportunidad perdida en República Dominicana.
2. Alternativas para reemplazar la financiación con AFP y corregir el cuasifiscal (Plan a 60 meses).
3. Tokenización: una nueva vía para financiar el desarrollo.
Con esta trilogía de ensayos buscamos abrir un debate serio, responsable y propositivo sobre el presente y el futuro del sistema previsional, y sobre cómo transformar el ahorro nacional en motor de desarrollo económico, social y productivo.
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