Desde 1981 se celebra en Madrid, España, la Feria Internacional de Turismo (FITUR), un escaparate del turismo mundial y espacio para el desarrollo de oportunidades de negocios del sector. República Dominicana ha sabido aprovechar por décadas este espacio para potenciar su industria turística, pero se debe reconocer que a raíz de la pandemia de la COVID-19, el Gobierno del presidente Luis Abinader, con el acertado liderazgo del ministro de Turismo, David Collado, y empresariado turístico decidido y comprometido, han potenciado la participación dominicana en este espacio y la ha llevado al siguiente nivel. Puede ser una verdad de Perogrullo, pero debe reconocerse que la rápida recuperación del turismo a partir de 2021, como resultado de la apertura del mercado doméstico acompañada de campañas masivas de vacunación y un agresivo posicionamiento regional cuando los demás destinos continuaban agazapados demostraron ser políticas altamente efectivas, constituyen méritos innegables del Gobierno. Los números están a la vista (alrededor de 7 millones de turistas en 2022) y no se puede ser mezquino en reconocer estos logros, que se han encadenado con la recuperación económica pospandemia, por demás en un escenario global complejo debido al impacto económico de la guerra en Ucrania.

En este escenario de expansión y dinamización del sector turístico, la piedra en el zapato sigue siendo Pedernales. La creación de la innovadora figura del Fideicomiso Pro-Pedernales, sin dudas una idea interesante y prometedora, nació con fallo de origen en su propia fe de bautismo, el Decreto 720-020 de diciembre de 2020. Ese error de nacimiento ha sido no reconocer explícitamente la existencia de la Reserva de Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo (RBJBE), creada en 2002 por el Gobierno dominicano, con el apoyo del Programa el Hombre y la Biosfera (MAB) de la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO).  Sobre este tema y sus implicaciones ya me he referido en otro artículo.  Aquí baste afirmar que el fideicomiso Pro-Pedernales nació empotrado en la RBJBE y con ello con un conjunto de oportunidades que en materia desarrollo sostenible local, pueden potenciar su impacto social y económico.  Reconocer el potencial de la RBJBE y de las áreas protegidas que la conforman para el desarrollo local y no como una barrera, requiere un cambio de mentalidad, de enfoque y sobre todo un compromiso con el desarrollo sostenible, no sólo de jure, sino de facto.

 

Esta semana dos acontecimientos llaman poderosamente la atención. En primer lugar la prensa bien informada se ha hecho eco de que a dos meses de lanzada la licitación por parte del Estado para encontrar un socio estratégico que se sume al proyecto de desarrollo turístico promovido por el fideicomiso aún no ha aparecido nadie.  En segundo lugar, en FITUR Madrid, en un encuentro con la prensa, representante de importantes cadenas españolas con presencia en dominicana y en los mercados regionales, afirmaron su apuesta por la segmentación del mercado y por la sostenibilidad ambiental.

 

Estos dos acontecimientos no deben ser subestimados ni verse por separado por los promotores del Fideicomiso Pro-Pedernales. Ciertamente es poco probable que una cadena seria y comprometida con los nuevos nichos de mercado del turismo sostenible (ecoturismo, agroturismo, turismo rural, etc.), se arriesgue en una empresa cuyas perspectivas en materia de sostenibilidad ambiental no están muy claras, sobre todo en un contexto de áreas protegidas reconocidas internacionalmente por su importancia, como ocurre en la RBJBE. Siempre aparecerá un interesado (grupo o promotor), de cuestionable o dudosa reputación ambiental que se arriesgue, sobre todo porque en el caso de Cabo Rojo, Pedernales los riesgos financieros los está asumiendo principalmente el Estado dominicano.  Por tanto, será cuestión de tiempo que alguien aparezca, pero es poco probable que se exponga al riesgo reputacional una cadena internacional sujeta al escrutinio y al cumplimiento de normas y estándares ambientales.  La RBJBE está ahí reconózcalo o no el fideicomiso y sus instrumentos. Los tres parques nacionales que conforman la reserva está ahí y son muy anteriores a la misma: el Parque Nacional Lago Enriquillo (1974), el Parque Nacional Sierra de Bahoruco (1983) y el Parque Nacional Jaragua (1987).

 

¿De qué manera se pueden aprovechar las oportunidades que supone la RBJBE para el turismo sostenible en Pedernales?  Sobre esto se ha escrito bastante y los planes previos de ordenamiento turístico elaborados desde hace más de una década por el Ministerio de Turismo con apoyo de organismos internacionales han trazado una pauta bastante clara. Turismo de baja a moderada densidad sujeto a estrictos controles medioambientales.  El segmento del mercado turístico comprometido con la sostenibilidad ambiental es cada vez más amplio y se estima que un tercio de la demanda turística global la comprende consumidores interesados en esta modalidad de actividad turística. El turista sensible en términos ambientales suele gastar mucho más en los destinos y está conformado por consumidores de renta más elevada que el turista convencional.   A nivel regional la experiencia costarricense es un modelo bien conocido de turismo sostenible con una demanda segmentada en el ecoturismo como actividad principal.  Es posible construir las habitaciones en Cabo Rojo, es posible incluso la temeraria idea de una terminal de cruceros, quizá también la ampliación del aeródromo de Cabo Rojo, pero dentro una escala amigable y respetuosa con el medioambiente y los recursos naturales.

 

Otra apuesta es la que tiene que ver con la escala regional del turismo sostenible en la región suroeste de nuestro país, para aprovechar todo el potencial que ofrece la RBJBE y su entorno.  No quiero repetirme, pero se debe contemplar la ampliación del aeropuerto de Barahona y que sea esta ciudad la que sirva de centro regional, sin que esto vaya en detrimento de lo que se pueda hacer en Pedernales ni lo que se haga en Pedernales afecte el potencial de toda la región en materia de turismo sostenible.  Se debe avanzar hacia un modelo más inclusivo de desarrollo territorial y el Fideicomiso Pro-Pedernales, reorientado en sus fines, puede convertirse en una herramienta de desarrollo de alto impacto local.

 

 

La RBJBE y toda la riqueza a su alrededor constituye un patrimonio único de inestimable valor estratégico intergeneracional, no sólo en términos de turismo, sino también por los recursos no-renovables que alberga (minería metálica y no metálica), por los recursos renovables que se pueden aprovechar (energía eólica, solar, silvicultura, etc.) y por las oportunidades de producción sostenible que mejoren el desarrollo local. Por las razones anteriores el Estado dominicano y toda la sociedad deben estar atentos y asegurar que sólo los mejores inversores y socios externos formen parte de cualquier iniciativa en su entorno.

 

El interés por la diversificación, por la segmentación del mercado a favor de la sostenibilidad ambiental en la demanda internacional por actividades relacionadas con el turismo sostenible, está en la agenda de los grandes inversores del negocio turístico. El entorno de la RBJBE ofrece oportunidades únicas para el despegue del turismo sostenible en la subregión Enriquillo, en un delicado balance que haga compatible las necesidades y oportunidades del desarrollo local, con los fines de conservación relacionados con los recursos naturales únicos albergados en la RBJBE y su entorno.  Las dificultades para encontrar socios para el proyecto Pedernales, así como los compromisos con la sostenibilidad ambiental anunciados en FITUR 2023, deben ser comprendido como un todo, como un continuo que debe enlazar los compromisos del desarrollo local y el papel potencial del turismo, con la conservación y el desarrollo sostenible en el entorno de la RBJBE. FITUR 2023 ha marcado el camino.