La salud mental de los ciudadanos se ha convertido en una prioridad en la agenda de sostenibilidad urbana. Las ciudades densas, contaminadas y ruidosas actúan como estresores crónicos, y múltiples estudios han demostrado su correlación con un aumento de trastornos como la ansiedad, la depresión o el burnout. En este contexto, los edificios saludables —aquellos que integran criterios medioambientales, funcionales y sociales en su diseño y operación— emergen como nodos estratégicos en la regeneración urbana.
La exposición prolongada a partículas finas se ha asociado con un mayor riesgo de trastornos depresivos mayores. Un estudio encontró que la exposición a largo plazo a las mismas incrementa el riesgo de depresión en la población general.
La exposición crónica al ruido urbano, especialmente niveles superiores a 55 dB Lden, se ha vinculado con trastornos del sueño, irritabilidad y enfermedades mentales. La OMS clasifica el ruido ambiental como el segundo factor más perjudicial para la salud después de la contaminación atmosférica.
La exposición nocturna a luz artificial interfiere en la secreción de melatonina y el ritmo circadiano, lo que puede provocar insomnio, alteraciones emocionales y trastornos cognitivos. Diseñar edificios que favorezcan la entrada de luz natural durante el día y controlen la iluminación nocturna es esencial para mitigar estos efectos.
La falta de espacios verdes afecta negativamente a la restauración psicológica. Un estudio mostró que la presencia de áreas verdes en el entorno residencial se asocia positivamente con la salud general percibida por los residentes.
Las islas de calor urbanas aumentan el estrés térmico, lo que puede incrementar la agresividad y la ansiedad. Implementar techos verdes, vegetación urbana y materiales de construcción con alto albedo puede mitigar estos efectos.
Una alta densidad mal gestionada puede generar una percepción de agobio y pérdida de privacidad. Es fundamental diseñar espacios con escalas humanas, jerarquía de espacios y áreas de respiro para mejorar la calidad de vida urbana.
En cuanto al Diseño Biofílico, integrar elementos naturales como vegetación, luz natural, agua y vistas al exterior en el diseño arquitectónico mejora la concentración, el estado de ánimo y la percepción de bienestar. El estándar WELL incluye la característica tipo lugar naturaleza que promueve estos principios.
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