Quedan por hoy aplazadas nuestras cuitas rutinarias. Hoy mi emoción se recrece con un grito esperanzado que se suma al de más de cien millones de seres en mi otra patria, solidaria, heroica, grande, triunfante y salvada (aunque siempre ofendida). Hoy sumo mi grito al de los que habitan mi otra patria, que es principio y final de América Latina, y digo que no hay pena que no pueda ser reivindicada en la alegría; que no puede haber una esperanza por siempre fracasada; que la historia siempre ha sido un largo camino que apenas comienza. Por todo eso, agito mi otra bandera tricolor y grito a mi regreso con más fuerza: ¡Viva México, jijos de la fregada!