La semana pasada se recibió la buena noticia de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas había aprobado una resolución que crea un nuevo contingente de unos 5,000 soldados para Haití con el propósito de “eliminar las pandillas”.

Se temía que chinos y rusos vetarían la propuesta, a lo que tienen derecho como miembros permanentes del Consejo, pero, después de un cabildeo que incluyó al presidente dominicano y su canciller, esos dos países se abstuvieron de votar, lográndose así la aprobación. China, otra vez, criticó el hecho de que las pandillas existen porque se suplen de armas que provienen de Estados Unidos, país donde es fácil conseguirlas y donde el gobierno no toma medidas para evitar su exportación. Quejas similares han sido externadas por México y Jamaica. China no vetó la medida a pesar de que Haití sigue siendo uno de los pocos países en el mundo que todavía reconoce a Taiwán. Rusia mencionó la falta de definición y de estrategia para el proyecto y lo vinculó con la actitud de Estados Unidos hacia Nicolás Maduro.

Se presume que para lograr la aprobación influyó la carta enviada por el presidente Abinader y por tres de nuestros expresidentes al presidente Donald Trump, cuyo país, junto con Panamá, fueron los que auspiciaron el proyecto de resolución. Esa carta me recuerda una ocasión en que acompañé a un jefe de Estado dominicano en una visita oficial a Colombia y donde el presidente de ese país almorzó con el dominicano, pero solo acompañado nada menos que por los expresidentes colombianos. Ojalá que cuando venga al país un jefe de Estado, el nuestro pueda invitarlo a almorzar con la misma exclusiva compañía. Eso mejoraría la imagen de nuestra frágil democracia.

La fragilidad institucional y la falta de fondos amenazan con convertir la intervención en Haití en una promesa sin resultado

Pero toda buena noticia viene usualmente acompañada por una mala, y es que no existen fondos para financiar a esas tropas y la misma resolución pide una contribución de los países miembros. La ONU, en sí, no cuenta con recursos. Se presume que Estados Unidos, que no enviaría tropas, aportaría recursos económicos, y también se dice que Canadá encabezará el contingente militar.

Tal vez influyó en la decisión de Trump de apoyar lo de las tropas para Haití el hecho de que él mismo ha manifestado que con el hundimiento de tres lanchas “ya no hay lanchas llevando drogas en el Caribe”, agregando que piensa atacar a los que llevan drogas en tierra firme, presumiblemente tierra venezolana, pero el propio Trump precisamente ha clasificado a los “bandidos” haitianos también como terroristas, lo que permitiría atacarlos en su tierra en su condición de comerciantes de drogas.

Antes, el conflicto armado incluía un contingente de tanques de guerra y luego la infantería. Lo que está ocurriendo entre Ucrania y Rusia hace evidente que hoy día se lucha utilizando los drones sin pilotos y manejados a larga distancia. Niall Ferguson, conocido historiador y analista internacional, cita “cómo bandadas de ellos, zumbando por arriba como enormes avispones letales, algunos buscando objetivos con ojos que no pestañan, mientras otros descienden inexorablemente para matar”. Un asesor de Zelenskyy explica cómo el 95% del daño infringido en el campo de batalla es producido por drones, aunque tan solo un 20% de esas misiones son exitosas. Agrega que la frase más escuchada por soldados en el frente es: “Si oyes el dron, entonces estás muerto”. Un veterano corresponsal de guerra explica que el futuro de la guerra “es un zumbido constante arriba de la cabeza”. Ya están surgiendo drones que buscan y matan a drones enemigos.  Los drones en Ucrania se ensamblan utilizando componentes turcos y chinos, es decir, que es un arma de origen multinacional.

El uso de drones redefine el campo de batalla, pero plantea dilemas éticos cuando los objetivos se mezclan con civiles inocentes

Los drones ya se utilizan en Haití con resultados complicados. Los “bandidos” se rodean de niños y los drones todavía no saben distinguir por edad. ¿Aumentará su utilización cuando lleguen los 5,000 soldados?

Otra mala noticia fue que se cayó la renovación de la legislación norteamericana bajo la cual se estimuló que surgieran importantes zonas francas textiles en la frontera dominico-haitiana, en Dajabón y Juana Méndez, con capital dominicano, así como en un punto entre Juana Méndez y Cabo Haitiano, auspiciado esta por capital de Corea del Sur. Es inconcebible que a estas alturas el gobierno de Trump quiera que retorne a Estados Unidos una industria textil que ya no es viable allí, dados los niveles de salarios, por lo que se espera que dicha legislación eventualmente sea aprobada. Se necesitan varios CODEVI adicionales en la frontera, en Elías Piña, Jimaní y Pedernales. El generar empleos para haitianos en esas zonas es una forma más eficiente de limitar el éxodo hacia nuestro país que buscarlos para meterlos en la “camiona”.

Bernardo Vega

Historiador, economista

Economista, historiador, autor de decenas de libros. Impenitente columnista, fue gobernador del Banco Central y embajador ante la Casa Blanca. Ex director del periódico "El Caribe" y de la revista "La Lupa Sin Trabas". Actualmente es presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

Ver más