Uno de los aportes de Ser y Tiempo de Heidegger es su análisis de la formulación de la pregunta por el ser. El título general sobre el tema (Capítulo primero) explica claramente lo que pretende Heidegger: Necesidad, estructura y primacía de la pregunta por el ser. La pregunta por el ser es necesaria y antecede a cualquier otra pregunta. Es el punto de partida, por ser la pregunta óntica, para en base a ella desplegar todos los cuestionamientos metafísicos y científicos.
Heidegger afirma que es una pregunta olvidada desde la antigüedad clásica por 3 motivos fundamentales. El primero: “El ser es el concepto más universal” y por tanto “una comprensión del ser ya está siempre implícita en todo aquello que se aprehende como ente”.
Siempre que emitimos un juicio del tipo S es P suponemos la existencia de S y de P, aunque no lo formulemos explícitamente. Eso es uno de los aspectos del llamado por Heidegger “olvido” por preguntar por el ser. Repasa la postura de Platón, Aristóteles, la escolástica y Kant. El último, a criterio del autor de Ser y Tiempo, es Hegel, quien define el “ser”: “como lo inmediato indeterminado, haciendo de esta definición la base para todo el ulterior despliegue categorial de su Lógica”. La indeterminación da fuerza al argumento heideggeriano sobre el olvido de la pregunta e impulsa la búsqueda. Concluye Heidegger este primer aspecto señalando que: “Por consiguiente, cuando se dice: el “ser” es el concepto más universal, ello no puede significar que sea el más claro y que no esté necesitado de una discusión ulterior. El concepto de “ser” es, más bien, el más oscuro”. Más que una cercanía que no alcanza su meta, la cuestión del ser según nuestro autor está en la última posición, es la más oscura.
El segundo motivo para formular de nuevo la pregunta es: “El concepto de “ser” es indefinible. Es lo que se ha concluido de su suprema universalidad. Y con razón. En efecto, el “ser” no puede ser concebido como un ente; no se puede determinar el “ser” atribuyéndole una entidad” La indefinibilidad del ser proviene de que al no estar hablando de un ente no podemos ubicarlo a partir de un concepto superior, ya que el ser es lo más universal, donde se apoyan los entes. Ahí estriba su indefinibilidad, ya que los entes se definen en base a un concepto general y la diferencia específica. Por ejemplo, cuando definimos al ser humano (a la manera aristotélica) como animal racional, estamos ubicándolo en su concepto general -somos parte de reino animal, no somos vegetales, ni minerales- y dentro de los animales nuestra nota distintiva es la de ser racionales, característica que no tiene ningún otro animal. No existe concepto general al cual adscribir el ser, ya que él mismo es el concepto más general, por un lado, y no es un ente, por el otro lado.
El tercer aspecto que señala Heidegger es el siguiente: “El “ser” es un concepto evidente por sí mismo. En todo conocimiento, en todo enunciado, en todo comportamiento respecto de un ente, en todo comportarse respecto de sí mismo, se hace uso del “ser”, y esta expresión resulta comprensible “sin más”. Cualquiera comprende: “el cielo es azul”; “soy feliz”, y otras cosas semejantes”. Lo evidente del concepto ser se apoya en la universalidad última de su función conceptual. De todo lo que hablamos, de todo lo que pensamos, de todo lo que planteamos, se parte siempre del supuesto de que es, que existe, incluso si de lo que hablamos es imaginación o virtual, es, en cuanto figura imaginaria o realidad virtual una realidad, existe en cuanto tal.
Heidegger enfatiza que: “El hecho de que ya siempre vivamos en una comprensión del ser y que, al mismo tiempo, el sentido del ser esté envuelto en oscuridad, demuestra la principal necesidad de repetir la pregunta por el sentido del ser”. En conclusión, en cuanto vivimos arropados por el sentido del ser -no hay otro modo- y el significado del ser es oscuro, vivimos por tanto en la oscuridad. La filosofía, llamada a ser luz sobre lo real, y sobre todo la ontología, motiva a Heidegger a cumplir ese objetivo y lo hace desde la formulación misma de la pregunta por el ser que vaya más allá de la situación formulada en esos tres motivos.
¿Cómo hacer la pregunta por el ser? “Todo preguntar es una búsqueda. Todo buscar está guiado previamente por aquello que se busca. Preguntar es buscar conocer el ente en lo que respecta al hecho de que es y a su ser‐así”. Siempre que se pregunta por algo, algo se intuye sobre lo que se pregunta y es eso lo que permite “apuntar” hacia lo que se pregunta. Eso en la metafísica y las ciencias es el criterio porque pregunta por entes. Es por eso que Heidegger señala que: “La búsqueda cognoscitiva puede convertirse en “investigación”, es decir, en una determinación descubridora de aquello por lo que se pregunta”. Pero al aplicar esa metodología al ser enfrentamos dificultades mayúsculas.
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