A primera vista podría parecer algo propio de personas débiles o sentimentales, sin embargo, resulta esencial para que la existencia humana sea sostenible. Es de suma importancia entender qué es exactamente.
En nuestras vidas saturadas de estrés, competitividad e intolerancias; puede ser un elemento transformador a nivel individual, grupal e incluso para naciones enteras.
Frecuentemente se ha vinculado de manera exclusiva con las tradiciones budistas. Sin embargo, si algo aporta la oración cristiana es una profunda meditación compasiva, pero el cristiano la hace sin saber que la está haciendo en la oración contemplativa y en las súplicas por los demás.
La meditación compasiva se asemeja a la empatía, pero incluye la motivación a ayudar. Contribuye a disminuir ansiedad y estrés, desarrollo espiritual, mejorar el bienestar subjetivo y relaciones humanas.
La compasión intrapersonal es curativa y fortalece la empatía hacia los demás
No debe confundirse con la lástima, en la que se juzga al otro como inferior. Tampoco es saludable el complejo de víctima. Estudios a nivel cerebral han evidenciado su importancia.
Al realizarse desde la corteza prefrontal, ínsula y el sistema límbico, mejora la resiliencia, empatía y regulación emocional. En vista de que incrementa la oxitocina y reduce la reactividad al cortisol tiende a controlar el estrés, contribuir a la felicidad y a mejorar.
Las relaciones interpersonales
Algunas personas muestran escasa compasión y empatía muy deficiente, ese tipo de personas puede tener altos niveles de culpa, vergüenza o autoexigencia. Sin acompañamiento profesional podría resultarles difícil una vida sana y plena.
Parecería más cómodo ignorar el dolor ajeno, ya que así no nos sentimos impelidos a ayudar; sin embargo, lo que muestra la existencia humana y los estudios psicológicos, es que vivir de espaldas a los demás afecta a nuestra salud mental, incluso física.
Quien no puede ser compasivo con los demás no puede ser compasivo consigo mismo, y se ha comprobado que la compasión intrapersonal es definitivamente curativa y contribuye directamente a la empatía. A veteranos de guerra con TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático); se les enseñó a ser compasivos consigo mismos y aprendieron a reducir su vergüenza y autocrítica.
Algo similar ha sucedido con depresiones resistentes a tratamientos convencionales, en las que se ha enseñado a desarrollar un diálogo consigo mismo más generoso y a desarrollar habilidades de autocuidado.
Conocemos nuestro entorno a través de nuestros sentidos y nos formamos una idea muy limitada de la realidad, de tal forma que no descubrimos lo interconectados que estamos y lo dependientes que somos unos de otros. Es imposible dañar a una persona sin dañarme yo, y mi disposición a mejorar la vida de mis seres queridos.
Es la vía segura para mejorar la mía. No obstante, si les das todo a tus hijos y ellos no te dan nada; eso no los ayudará, ni a ti tampoco. El egoísmo es criticable por las malas conductas con los demás, pero es lamentable porque destruye al egoísta.
En psicoterapia se utiliza la meditación compasiva para tratar trastornos de ansiedad, traumas y autocrítica excesiva. De manera especial se han utilizado la terapia cognitivo-conductual, mindfulness para incrementar nuestra conexión con nosotros mismos y con los demás, psicología positiva y orientaciones espirituales. Las meditaciones religiosas pueden ser de mucha ayuda.
Puedes repetir constantemente frases como: "Estoy en paz, el Espíritu Santo fluye a través de mí, “mi cansancio que a otros descanse”.
A continuación, presento orientaciones básicas y sencillas para desarrollar la empatía y compasión.
Solemos creer que nuestro destino es ser como somos y que no podemos cambiar. Esa rigidez es un grave error que nos desvía de nuestra misión más importante: Desarrollar constantemente nuestras mentes y, gracias a la neuroplasticidad, incluso podemos modificar nuestros cerebros.
Como enseñan los francmasones, nuestra obra más importante es construir nuestra conciencia o templo interior. Nos resulta muy difícil porque el ruido del mundo en que vivimos cada vez nos distrae más.
Desvinculándonos de nosotros mismos, despersonalizándonos. Lo primero y más difícil es hacer un alto, desconectarnos por unos minutos y vivir nuestras vidas.
Desde adentro
Busca el silencio, aléjate de tus pantallas por unos minutos, encuentra o construye a tu alrededor, el ambiente más parecido posible a una cueva o un templo.
Acomódate, pero no excesivamente, porque no es para dormir. Y sencillamente observa tu realidad y la de los que te rodean, desde tu conciencia, no desde la de los demás.
Comienza serenando tu respiración; quien sabe controlar su respiración tiene un poderoso recurso para controlar su mundo interior y su vida. Busca niveles cada vez más profundos de relajación que se correspondan con niveles equivalentes de conciencia.
Repasa detalladamente tu cuerpo, estableciendo una conexión amorosa o armónica con cada una de tus células, y como si fuera una ola u onda expansiva; imagina que esa energía positiva se extiende progresivamente a todo ya todos. Toma consciencia de manera especial de tus seres queridos en ese proceso. Puedes repetir constantemente frases como: "Estoy en paz, el Espíritu Santo fluye a través de mí, “mi cansancio que a otros descanse”.
Notarás que es gratificante el solo hecho de poder sentir amor y compasión.
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