La semana pasada escribía sobre cómo Corea del Sur había invertido esfuerzos en su desarrollo interno y su proyección externa a partir de la década de los sesenta del siglo pasado y que estos esfuerzos habían redundado en múltiples logros económicos y culturales, siendo uno de los más recientes el premio nobel de literatura otorgado a la escritora Han Kang.

Fue el anuncio de este galardón en octubre de 2024 lo que cristalizó todas las evidencias anteriores de progreso coreano mi cotidianidad había recogido de manera dipersa.  El fenómeno de la producción automovilística y de electrodomésticos lo percibía como “típico de Asia” ya que otros países de ese continente también se destacan en ese sentido. Veía la popularidad de las bandas de k-pop como comparable a la fuerza de la música caribeña en el mundo.  Hasta el célebre Byung-Chul Han, nacido en Corea del Sur, pero radicado en Alemania, lo percibía como un creador singular.

Sin embargo, leer su obra (empecé por “La vegetariana”) nos permite conocer ciertos paralelismos entre su sociedad y la latinoamericana. Con diferentes énfasis, están presentes el autoritarismo, la ecuación de la dignidad humana con la dimensión laboral y evidencias de una gran valoración social de los varones.

Árboles abrigados en Corea del Sur

También encontramos un amor por el reino vegetal que en esta novela se percibe como una excentricidad del personaje hasta que uno se entera de que, en la cotidianidad de esa sociedad, la protección de los árboles conlleva la inyección de suero a los troncos, si fuera necesario y, literalmente, su abrigo, no con invernaderos como sucede con flores y hortalizas en numerosas regiones, sino con suéteres de lana.

De nuevo, aunque con una manifestación específica, se retratan aquí preocupaciones también presentes en muchos otros países latinoamericanos donde en un momento tuvimos “la novela de la jungla”.  Pero es quizá en “La clase de griego”, donde podría haber más evidencias de cercanía con América Latina, concretamente con Jorge Luis Borges

El contacto de los que hablamos español con la obra de esta autora se ha visto fuertemente dimensionado por la existencia de una comunidad coreana en el cono sur. La traductora de su obra escrita fue criada en Argentina y dice que cuando vivía en Buenos Aires se sentía como una porteña más, pero era cuando se veía en una vitrina o en una foto que recordaba que tenía un aspecto diferente a la del resto de la gente y que cuando se mudó a Seúl, sabía que todos tenían el mismo aspecto físico que ella, pero los sentía diferentes.

Otros libros son más cercanos a los conflictos políticos dentro de su país. Me refiero a “Imposible decir adiós” y “Actos humanos”, ambos mencionados en un magnífico discurso de aceptación del Nóbel, hermosamente leído por Miguel Sardegna, un argentino que se define a sí mismo como orientalista.  Que esta autora haga énfasis en lo interpersonal o en lo político, es indudable que su obra tiene mucho en común con ciudades que están prácticamente a sus antípodas.

Jeanne Marion Landais

psicóloga y escritora

Jeanne Marion-Landais cuenta con una experiencia profesional importante en el mundo financiero y diplomático. Ha vivido en Estados Unidos, Francia y República Dominicana y su mirada al mundo está permeada por sus vivencias en estos países. A título voluntario colabora desde el 2014 con El Arca, asociación en torno a la discapacidad intelectual. Es madre de dos hijos.

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