El reloj parece haberse detenido en otra época en lo que fue una vez el sector gris de Calcuta.  Sin embargo, en las calles de este populoso barrio que se situaba antes al norte de la ciudad inglesa el bullicio de la vida cotidiana no ha cesado.  El vacío causado por la salida de unas u otras comunidades ha sido colmado por la llegada de nuevos moradores.

En los tiempos de la ocupación británica se instalaron en esta parte de la ciudad los angloíndios, migrantes provenientes de otros estados de la India y de diversas partes del mundo. Fueron atraídos por el boom industrial y económico de la que fue la capital del imperio británico hasta que esta fue transferida a New Delhi en 1911.

El llamado sector gris estaba ubicado entre el sector blanco, donde vivían los británicos, y el sector autóctono, el negro, el de los bengalís. Allí se establecieron chinos, judíos, parsis, católicos, budistas, musulmanes, armenios, entre otros, todo un arco iris de comunidades que vivieron en armonía y dejaron sus huellas en la fisonomía del barrio.

Los comerciantes judíos originarios de Bagdad y Alepo plantaron pie en la ciudad en 1790, para luego establecerse de manera permanente en la emergente capital del Raj británico.

Eran aventureros y comerciantes que vieron en este lugar un polo de prosperidad donde había dinero para todos. Calcuta se convirtió rápidamente en el centro de la diáspora comercial judía bagdadí de habla judeo árabe en Asia y en términos de miembros alcanzó su apogeo durante la Segunda guerra mundial, con una población de más de 5000 personas.

El traslado de la capital puso un freno a la actividad económica de la metrópolis; no obstante, fue más bien con la Independencia y la partición de la India que se desencadenaron un largo estancamiento económico, por un lado, e incertidumbres sobre el futuro, por el otro.

Próspera y vibrante, la comunidad judía construyó varias sinagogas, entre ellas tres restauradas hoy en día, y dos escuelas que siguen en funcionamiento para los niños de este barrio. En lo que fue una escuela para niñas judías las alumnas son hoy mayoritariamente musulmanas: esas escuelas son un legado de la comunidad judía a la ciudad de Kolkota (nuevo nombre de la aglomeración desde 2001).

Luego de la creación del estado de Israel los judíos emigraron principalmente hacia este país y los países anglosajones. En la actualidad queda solamente una veintena de personas de esa comunidad, todas de avanzada edad.

Lo que llama la atención para quien visita este sector es el excelente mantenimiento de la sinagoga Neveh Shalom, construida en 1831 y luego reconstruida; de la sinagoga Beth El, edificada en el 1856, como de la Maghen David, erigida en 1884.

Son monumentos históricos protegidos y fueron restaurados en 2014. El interior de los templos se encuentra en impecable condición: solo faltaría un minian (1), para poder iniciar el Sabbat con suntuosidad.

Lo más extraordinario es que los guardianes de estos templos son musulmanes y que se les siente muy celosos y orgullosos de su misión. El conflicto arabo-israelí nunca ha interferido en la confianza y la reverencia que existe entre los musulmanes y los judíos de Calcuta.

En este momento de profundo dolor y conmoción para los pueblos judío y palestino el mero hecho de la permanencia de esta mancomunidad es una inmensa señal de aliento.

(1) Quorum de diez hombres adultos necesarios para la recitación de los rezos.