Suscitan emancipación del pensamiento,

perspicacia de la razón,

agudeza reflexiva,

liberación integral,

lucidez cognoscitiva,

felicidad emocional.

Generan alegría,

confianza plena,

deseos de humildad,

anhelos de conversión,

ansias de igualdad,

gozo en la oración.

Los suspiros de Dios

enjugan lágrimas,

extinguen penas,

levantan a los caídos,

alientan vida plena,

sostienen a desvalidos.

Reconfortan el corazón,

otean el futuro,

auditan el presente,

nos liberan de la inercia,

nos rescatan de la muerte.