El abanico es amplio de los poetas traductores. Ya Benedetto Croce lo escribió, refiriéndose a la traducción en general, situando las traducciones entre: “fea fidelidad y bella despreocupación”. Definición que fácilmente les cabría a las traducciones de poesía sin importar la lengua. La “fea fidelidad” podría referirse a traducciones poco logradas, de equiparar la traducción al original algo de su espiritualidad de un lenguaje a otro y no reproducirlo en lo traducido y “bella despreocupación” cuando el traductor, a partir del “dominio”, de la lengua original con aura de buen poeta, nos proporciona una recreación digna del original.
Entrando en el mundo local, puedo afirmar que en la República Dominicana no hay grandes traductores de texto.
Una interrogante: ¿Puede un poeta, por sus méritos, ser un buen traductor de poemas, cuentos, novelas? Indudablemente que sí, bajo el supuesto que domine la lengua que traduce. Abundan significativamente los ejemplos: Jorge Luís Borges, que tradujo a William Faulkner, a Walt Whitman y, en colaboración Bioy Casares, tradujo cuentos fantásticos. Pablo Neruda, poesías y prosa poética y teatro; Poemas sueltos traducidos del francés de Baudelaire, prosas de Marcel Schwor, prosa de Rainer María Rilke, poesía de James Joyce, de William Blake, poesía de Nazin Hikmet, Mayakovsky, Evtushenko y una traducción que se considera una obra maestra de Romeo y Julieta de W Shakespeare, 1964 y del brasileño, La estatura del hombre de Thiago de Mello, 1964; de Cintio Vitier, poesías francesas, como Golpes de dados de Mallarmé y Rimbaud y en el caso de Octavio Paz en poesía, tiene un título que recoge todas sus Versiones y Diversiones, primera edición Joaquín Mortiz, 1971. Tradiciones del inglés, francés, portugués y en otras lenguas en colaboración ya reunidas de manera definitiva en sus obras completas, publicadas en vida del autor. Traducciones a las que Octavio Paz les daba la dimensión casi fiel a los originales; pero muchos antes que ellos, los poetas de neo y modernista hicieron traducciones de grandes autores parnasianos y simbolistas y luego surrealista, encabezado por Aldo Pellegrini de su celebre antología de la poesía surrealista, Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1961. Aquí en el país Max Henrique Ureña tradujo Los Trofeos, de José María de Heredia para la Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina, 1954 y de poetas parnasianos y simbolistas franceses. Virgilio Díaz Grullón (Ligio Vizardi) tradujo del francés Rubaiyat de Omar Kheyyam, Editora Librería Dominicana, Ciudad Trujillo, 1952 y los Sorprendidos desde el primer número, Octubre 1943, apareció una versión de Xavier de Forneret, del poema Sin título de Paul Eluard, y Lo de siempre, y versione de Freddy Gatón Arce, del inglés, dos poemas de William Blake, Augurios de inocencia y De Milton, que se repetirían otras versiones, de otros poeta ingleses y franceses. De los Sorprendidos fueron los únicos que hicieron versiones de poeta de las lenguas antes citada. De manera general, las traducciones permiten al lector en general, cual sea el género traducido, el acercamiento por espíritu, belleza y sensibilidad que, aunque hablemos lenguas diferentes y nos dicen que somos una sola lengua de Babel, en esencia y que diversidad es una sola en esencia en el hombre.
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