Durante los últimos quince años y hasta hace pocos días, los haitianos no podían ser deportados desde Estados Unidos a su país de origen. Eso debido a que el gobierno norteamericano les había otorgado Estatus Temporal de Protección (“Temporary Protective Status”, TPS). Según las autoridades migratorias norteamericanas unos 500,000 haitianos se han beneficiado del Estatuto. Esa condición se otorga a ciudadanos de países donde están sufriendo o un conflicto armado, o son víctimas de desastres naturales, como un ciclón. Nuestro país, por cierto, estuvo a punto de recibirla durante el gobierno de Antonio Guzmán Fernández cuando el ciclón David y la tormenta Federico. En la actualidad dieciséis países gozan del TPS, lo que permite a sus ciudadanos trabajar legalmente en Estados Unidos. De esos dieciséis hay cinco que son latinoamericanos: El Salvador, Honduras y Nicaragua y hasta hace poco estaban Venezuela y Haití. Los otros son: Afganistán, Birmania, Camerún, Etiopía, Libia, Nepal, Somalia, Sudán, Siria, Yemen, y, precisamente, Ucrania.

¿Cómo es posible que se deporten haitianos a un país cuya capital es un campo de batalla y donde han muerto por lo menos 5,000 personas en los últimos catorce meses? Pero ya sabemos que durante su primer gobierno Donald Trump criticó en términos muy racistas a los haitianos y durante la reciente campaña electoral llegó a decir que en una ciudad específica de Estados Unidos la comunidad haitiana estaba comiéndose a los gatos y perros, algo totalmente falso, pero que era parte de la propaganda anti migratoria. No sabemos si Guantánamo tal vez será un destino temporal para parte de estos haitianos.

Lo importante para nosotros es que desaparezcan las bandas en Puerto Príncipe y se nos ocurren dos soluciones: una de ellas es lo que acaba de hacer Trump al clasificar como cárteles terroristas a las bandas que venden drogas en México lo que, bajo la ley americana, permite atacarlas en una forma diferente y agresiva en contraste con los grupos no terroristas. Ya se está notando el cambio pues drones de las fuerzas armadas norteamericanas están sobrevolando el cielo territorial mexicano buscando identificar la ubicación de los lideres de los cárteles. También ha clasificado al grupo criminal venezolano “Tren de Araguá” como grupo terrorista.  Creemos que Estados Unidos debe declarar a las bandas haitianas como terroristas, pues también obtienen dinero de las drogas que reciben de Suramérica y exportan al resto del mundo. Eso permitiría, por ejemplo, que los drones norteamericanos, que bien podrían originarse desde Guantánamo o desde el mismo aeropuerto de Puerto Príncipe, identifiquen dónde duermen los líderes de esas bandas para que misiles acaben con ellos. Algo parecido han hecho los israelíes en el norte del Líbano y en Irán, eliminando a los líderes entre sus enemigos.

La segunda alternativa es que los Estados Unidos donen, o presten dinero al gobierno haitiano para que este a su vez contrate a compañías norteamericanas que se dedican a formar grupos de mercenarios y quienes atacan con mucha eficiencia con sus equipos “swat” y fuerzas especiales. En los Estados Unidos, por ejemplo, el grueso de los soldados que estuvieron en Afganistán no eran soldados de las fuerzas armadas, sino mercenarios. Estos podrían estar físicamente en los barrios de Puerto Príncipe luchando contra las bandas, pero no serían soldados del ejército federal, ni de las guardias estales norteamericanas.

El gobierno de Trump está perjudicando a los dominicanos al deportar, como está haciendo, a dominicanos indocumentados y ahora, sin duda, recibiremos a parte de los haitianos que serán deportados al no existir ya el TPS y quienes optarán por cruzar nuestra porosa frontera.

Bernardo Vega

Historiador, economista

Economista, historiador, autor de decenas de libros. Impenitente columnista, fue gobernador del Banco Central y embajador ante la Casa Blanca. Ex director del periódico "El Caribe" y de la revista "La Lupa Sin Trabas". Actualmente es presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

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