En la monografía titulada Liderazgo del profesor: objetivo básico de la gestión educativa, publicada en 2015 por Aurora Bernal Martínez y Sara Ibarrol García, se plantea que con frecuencia se establece relación entre calidad educativa y modelos de liderazgo.  Y que numerosos informes evidencian la relación entre la gestión, los procesos de liderazgo educativo y los logros en la calidad de la educación. De ahí que últimamente, el liderazgo docente se ha acreditado como rasgo fundamental de una escuela exitosa. Por eso, las demandas educativas del siglo XXI hacen indispensable replantear los modelos tradicionales de gestión y liderazgo en las escuelas y apostar por un enfoque centrado en lo pedagógico, el liderazgo distribuido, el desarrollo participativo de la escuela y el crecimiento profesional de maestros y profesores.

 

El profesorado, su potencial de liderazgo y el liderazgo pedagógico conforman una nueva noción de escuela para servir a los alumnos y a su aprendizaje, al desarrollo humano y al desarrollo profesional de los docentes. Para la transformación de la educación y el desarrollo de la escuela es esencial que profesores y directores sean debidamente capacitados y empoderados, y que tomen conciencia de su rol protagónico en dichos procesos. Además, existe en la literatura pedagógica internacional un amplio consenso en que el liderazgo en los centros educativos es uno de los factores que se relacionan de forma significativa con la calidad educativa (OCDE, 2012). El liderazgo pedagógico se perfila en la investigación educativa como el modelo más efectivo para lograr mejoras sostenidas en las escuelas. El liderazgo docente es un elemento esencial y se ha acreditado en los últimos tiempos como rasgo fundamental de las escuelas exitosas. Al ser el liderazgo pedagógico uno de los medios fundamentales para mejorar la calidad educativa, hay que considerar que el liderazgo del profesor es uno de los principales propósitos en la gestión de los centros educativos.

Distintos autores opinan que la investigación sobre eficacia educativa demuestra que la calidad de los docentes es el factor de mayor impacto en el aprendizaje de los estudiantes. La formación y el desarrollo profesional de los docentes en ejercicio son componentes claves en el diseño, desarrollo y mejora de la calidad escolar. La experiencia de sistemas educativos exitosos sitúa al liderazgo escolar como segundo factor de influencia en los aprendizajes. Estos sistemas presentan una cultura de liderazgo organizacional y una administración escolar enfocada y comprometida con el aprendizaje y los alumnos, teniendo como fin objetivos pedagógicos. Además, la evidencia empírica ha demostrado que una dirección escolar con estos rasgos tiene efectos positivos en los aprendizajes, la calidad de la enseñanza y en el clima organizacional.

De acuerdo a MacBeath y Townsend (2011), citados por estas autoras, algunos liderazgos se han definido centrándose en la gestión de recursos: liderazgo administrativo o gerencial; en otros, en la organización: liderazgo distribuido, compartido, democrático, participativo o paralelo; mientras que en la actualidad se insiste en resaltar el foco de atención del liderazgo en la gestión educativa: liderazgo transformacional, instruccional, educativo o pedagógico, para el aprendizaje, centrado en el aprendizaje y para la justicia social. El centro escolar es el foco de los líderes escolares o directivos. En todas estas propuestas, ¿dónde situar el liderazgo de los profesores?

En las investigaciones sobre liderazgo y educación no está tratado explícitamente el liderazgo del profesor; tampoco en los diseños y las proyecciones del liderazgo instruccional, del distribuido y del pedagógico o para el aprendizaje. Sin embargo, la participación de los docentes es importante, ya que, por razones de eficacia, el director no puede llegar a todo únicamente con su trabajo; y por razones de eficiencia, el buen profesor es el experto en la enseñanza y el aprendizaje, por lo cual, la función del director debe contribuir a crear condiciones y capacidad para que cada uno de los profesores llegue a ser líder. Con el liderazgo instruccional se hace hincapié en que los líderes giren su atención desde los aspectos gerenciales a los resultados académicos. Por eso, los directivos ejercen un liderazgo colaborativo con otros miembros de la comunidad educativa, entre los que se destaca al profesor. Según esta noción de liderazgo, los profesores y los directivos trabajan y reformulan de manera conjunta las mejoras del currículo, de la enseñanza y de la evaluación. Se considera al profesor como líder, en el aula y fuera de ella, porque influye en la creación de una cultura que promueve el aprendizaje y una organización al servicio de este. “Los profesores, considerados líderes por su condición de expertos en enseñanza y aprendizaje, desarrollan mediante su trabajo comunidades de aprendizaje, inspirando prácticas de excelencia y participando con compromiso en el impulso de la escuela” (Pounder, 2012).

Existen dos maneras de comprender el liderazgo del profesor: liderazgo en el aula y liderazgo en el contexto educativo. Ese proceso de influencia del profesor líder en el aula, al que se podría denominar liderazgo docente, tiene como finalidad crear condiciones en el grupo de alumnos que favorezcan los aprendizajes. En el contexto educativo, el liderazgo del profesor se describe como el proceso por el cual los profesores, individual o colectivamente, influyen en sus colegas, en los directores y en otros miembros de la comunidad escolar para impulsar las prácticas de enseñanza y de aprendizaje con el propósito de aumentar el logro y el aprendizaje de los estudiantes. El desarrollo profesional de un docente supondría dos líneas de actividad: trabajo en el aula y trabajo como líder, mientras que los aspectos en los que debería formarse son: conocimientos disciplinares y su correspondiente didáctica, conocimiento pedagógico, conocimiento de las relaciones con los demás agentes educativos, así como del contexto y la actualización de la identidad profesional, sentido de la enseñanza, cultura educativa, sentido de la comunidad y la organización educativa.

Por otro lado, Hargreaves y Fink (2003) sostienen que los profesores líderes son aquellos que se comprometen con su propio aprendizaje y desarrollo profesional. Estos autores argumentan que los docentes que asumen un papel de liderazgo en su propia formación son más capaces de adaptarse a las necesidades cambiantes de los estudiantes y de implementar estrategias pedagógicas innovadoras. En relación con el liderazgo de los profesores, también se destaca la importancia de la empatía y la conexión emocional de los estudiantes. Según Brené Brown (2018), los profesores líderes son aquellos que se conectan genuinamente con los estudiantes, comprenden  sus necesidades emocionales y los animan a ser auténticos en su proceso de aprendizaje. Según Darling-Hammond y Baratz-Snowden (2005) existen prácticas comunes en los profesores líderes efectivos, que se construyen sobre tres tipos de conocimiento: el referido a cómo aprenden los alumnos, el de las materias según los propósitos sociales de la educación y el de cómo se produce la enseñanza. Por otro lado, los profesores “acentúan su liderazgo cuando incrementan su conocimiento práctico, estableciendo sinergias entre su saber y su hacer”.

Iván Montes Iturrizaga (2022) considera que los líderes son líderes de personas que los reconocen como tal, a la luz de un conjunto de virtudes que evidencian en sus comportamientos, actitudes y valores.  La docencia es una oportunidad para ejercer un liderazgo de importancia trascendental para estudiantes y compañeros de profesión. A continuación, este autor presenta seis cualidades o características que distinguen a profesores líderes:

1) Enseñan con el ejemplo. El ejemplo del maestro/profesor puede llegar a calar más hondo que miles de palabras acerca de cómo deben ser las cosas. Esto no quiere decir que los discursos no tengan ningún sentido, sino que el discurso sin acción comprometida se torna infértil.

2) Tienen vocación de enseñanza. Saben que su misión consiste en procurar que todos, o casi todos los alumnos dominen los contenidos propuestos. Esto asegura a los estudiantes que están acompañados e interesan como personas.

3) Evalúan a sus alumnos. Especialmente en educación secundaria y en la universidad se mide a los estudiantes en vez de evaluarlos. Los docentes evalúan cuando tienen una actitud constante por saber cómo avanza el proceso de aprendizaje de sus alumnos. Para eso, analizan los resultados de sus pruebas y exámenes, y tienen una actitud constante por optimizar sus métodos de enseñanza y las estrategias de aprendizaje de sus alumnos.

4) Corrigen con respeto. Sin afectar la autoestima de los alumnos y sin burlarse de los menos hábiles. Saben muy bien que la mejor forma de propiciar cambios importantes es con estímulos y buena actitud.

  1. Son proactivos en su perfeccionamiento personal y profesional. Los educadores líderes son aprendices permanentes. Aprenden de todos, incluyendo a sus alumnos.
  2. Tienen sentido del humor y ofrecen confianza. Saben que en un contexto solemne y gris no prospera la motivación por el estudio y consideran que hasta el aprendizaje más abstracto y difícil de asimilar es posible enseñarlo en un clima de confianza, porque las anécdotas o la simple alegría por una situación jocosa constituyen condiciones óptimas para aprender.

Por último, afirma que aplicando estos consejos no solo se podría lograr elevar el perfil profesional como maestro o profesor, sino que además se podría fomentar un clima escolar de buen trato que favorezca el logro de los aprendizajes y el desarrollo integral de los estudiantes.