El presidente Abinader ha sido un mandatario “atípico”. No solo renuncia de antemano a un tercer periodo de gobierno, sino que también ha impuesto cordura y cordialidad a sus tratos con la oposición política. En algunos desafíos que confronta la nación ha procurado involucrar a los partidos de oposición en favor de soluciones consensuadas. Pero frente a los intentos amigables de consensuar la propuesta reforma constitucional esos opositores muestran una injustificable aspereza en desmedro del avance de la nación.
Al presidente Abinader hay que suponerle buenas intenciones. Con obvia clarividencia sobre nuestro desarrollo democrático se ha propuesto dejar un legado de gran trascendencia que va más allá de la buena administración y la transparencia de su gestión. Su propuesta de modificación constitucional incluye normas neurálgicas del funcionamiento del sistema democrático: limitación a dos periodos de gobierno, independencia del Ministerio Publico, separación de las elecciones y reducción de los diputados. Sin duda, todas y cada una de esas reformas conlleva un mejoramiento sustancial de nuestra democracia.
La oposición partidaria, sin embargo, pretende desmeritar la reforma constitucional y su necesidad. La Fuerza del Pueblo la califica de innecesaria. El expresidente Fernandez ha sido intolerante: “La mejor forma de proteger la Constitución es no tocándola. Si la quieren proteger más, que aprueben la ley de referéndum, eso es lo que queda pendiente.” El PLD, por su parte, considera las reforma constitucional “no prioritaria” y “riesgosa”, además de requerir un referéndum. Otras voces han objetado por considerar la reforma constitucional “insuficiente”.
Algunas voces han expuesto excrecencias conceptuales que han “plagado de piedras” en el Congreso el camino de la reforma constitucional. Las objeciones provienen, por ejemplo, de un grupo de abogados constitucionalistas, un grupo de fiscales y otro grupo de legisladores. Todos reflejan sus propios intereses y no perciben la trascendencia y certeza de las reformas planteadas por el presidente Abinader.
Representantes de la sociedad civil, por su lado, han expresado su respaldo, pero condicionando a que haya una amplia discusión de las propuestas. Tanto FINJUS como Participacion Ciudadana tienen sus preferencias en lo relativo a los alcances de lo propuesto y otras voces han manifestado observaciones que variarían lo propuesto por el presidente Abinader.
Sobresaliente en ese sentido es la manera de escoger un Procurador General independiente y la duración de su periodo de gestión, el cual no debe ser menos de cuatro años. Quien escribe propone que la selección de los candidatos a ocupar esa delicada posición debería estar totalmente en manos de la sociedad civil. Por otro lado, tiene asidero el señalamiento del Foro Municipalista de que la “unificación de las elecciones sería un error funesto y un retroceso democrático”, un juicio que ha sido compartido por el ilustre magistrado Milton Ray Guevara.
Lo que no ha habido ha sido propuestas alternativas sobre la limitación de dos periodos de gobierno para cualquier presidente. “El artículo 124 de la Constitución establece que el presidente será elegido cada cuatro años por voto directo, podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresidencia de la República. No obstante, Abinader sostiene que ese principio debe ser reforzado para impedir que se modifique en el futuro por un presidente deseoso de perpetuarse en el poder.”
Los representantes del PLD, FP y PRD se han retirado de la Mesa Temática de Transparencia e Institucionalidad del CES en rechazo a la propuesta de reforma constitucional del presidente Abinader. En cambio, la Dirección Ejecutiva del PRM la aprobó a unanimidad. Tal dicotomía sugiere la necesidad de evaluar hasta qué punto debe aspirarse al desarrollo de consensos para que la Asamblea Nacional adopte lo propuesto, con o sin las modificaciones surgidas de diferentes sectores y reuniones. La democracia siempre ha sido y será la regla de la mayoría y el PRM tiene amplia mayoría congresual.
La reforma constitucional es tan trascendente que no debe importunarse por la posición negativa de los partidos mayoritarios de oposición. El PRM debe imponer su mayoría y enfrentar la cursilería de que le acusen de aplastante. La imposición de la mayoría, aunque una brusca medida, en esta ocasión beneficiaria clara y contundentemente a nuestra democracia. Ese gran beneficio impartiría amplia legitimidad a la legalidad que representa la elección de legisladores que en su mayoría pertenecen al partido de gobierno y/o sus aliados. Después de todo, el PLD impuso su mayoría congresual para la modificación que hizo de la Constitución en el 2015. Si eso fue legitimo tambien ahora la reforma del PRM gozaría de legitimidad.
El sugerido manotazo, sin embargo, no debe aplicarse a la ponderación de otras dos reformas que el presidente Abinader ha puesto sobre la mesa. Tanto la reforma del Código Laboral como la reforma fiscal no comportan un rango ni tienen el nivel de trascendencia de la propuesta constitucional. Aunque la mayoría oficialista puede imponer en ellas sus posiciones, el mismo hecho de que son asuntos de rango inferior sugiere que es preferible que haya consenso para aplicarse. “La decisión por consenso es un proceso de decisión que busca no solamente el acuerdo de la mayoría de los participantes, sino también persigue el objetivo de resolver o atenuar las objeciones de la minoría para alcanzar la decisión más satisfactoria.” Un ejemplo de una reforma de trascendental importancia que no ha requerido consenso ni intervención congresual es la de la Policía Nacional y, sin embargo, está avanzando a buen paso.
Por lo reportado en la prensa habrá de notarse que ninguno de los partidos opositores ha emitido opinión alguna sobre estas otras reformas. ¿Por qué no ofrecen sugerencias sobre las prestaciones laborales—y más particularmente la cesantía—y las revisiones tributarias de la necesaria reforma fiscal? Sus observaciones y sugerencias ayudarían mucho a enriquecer el debate. ¿Por qué no se involucran?
El presidente Abinader ha mostrado con hechos su firme abrazo de la transparencia. Si logra las reforma constitucional se justificaría considerarlo con calidad de gran estadista por el fortalecimiento de la institucionalidad que esta implica. Y si logra las reformas laboral y fiscal habrá coronado de gloria su gestión. Pero su agenda tambien incluye un Pacto Educativo, la reforma de la Seguridad Social y el aumento del gasto público en salud. El conjunto de esos logros sería más raro que las tierras raras de Pedernales. Pero todos debemos arrimar el hombro para que se logre.