Cuatro fueron lo esfuerzos del exilio anti trujillista para invadir y tumbar a Trujillo. El primero, del cual se sabe muy poco, tuvo lugar con motivo del derrocamiento del gobierno de Gerardo Machado en agosto de 1933 cuando un grupo de exilados, encabezados por Rafael Estrella Ureña, se reunieron en el puerto cubano de El Mariel, pero el esfuerzo duró poco. Luego, en 1947 fracasó la expedición de Cayo Confites que contaba con cuatro barcos y una docena de aviones más unos dos mil expedicionarios, mayormente cubanos.

Dos años después tuvo lugar la expedición de Luperón, constituida por dos aviones, uno de los cuales aterrizaría en la finca de Juancito Rodríguez en La Vega y en el cual llegaría el propio Juancito Rodríguez, así como otro que llegaría al aeropuerto de San Juan de la Maguana, encabezado por Miguel Ángel Ramírez, oriundo de esa región. Pero ninguno de esos dos aviones llegó, tan solo un tercero, un Catalina, que amarizó en Luperón, cuyos tripulantes fueron rápidamente vencidos.

La cuarta expedición fue la de junio de 1959 donde se llegó en avión a Constanza y por lancha a Maimón y Estero Hondo y que, aunque fue derrotada militarmente, fue una victoria política, al estimular la creación del movimiento 14 de junio y la subsecuente actitud hostil por parte de la Iglesia Católica, que fortalecieron los planes del grupo del 30 de mayo.

Pero el único esfuerzo en el exilio que constituyó una victoria militar tuvo lugar con motivo del traslado de Juancito Rodríguez a Guatemala, dos meses después del fracaso de Cayo Confites, donde recibió el apoyo del presidente de ese país Juan José Arévalo. Durante 44 días, entre el 12 de marzo y finales de abril de 1948, tuvo lugar una guerra en Costa Rica encabezada por José Figueres y que eliminó al régimen del presidente Teodoro Picado. En esa lucha no solo se utilizaron algunas de las armas de Cayo Confites, que habían sido enviadas por el presidente Grau San Martín al presidente Arévalo y que este a su vez pasó a Juancito Rodríguez quien a su vez las envió a Costa Rica, sino que también jugaron un papel preponderante en la lucha los dominicanos Miguel Ángel Ramírez y Horacio Julio Ornes Coiscou. Este último tomaría el puerto de El Limón en el Caribe. En esos momentos Juancito Rodríguez era “presidente del Comité Supremo Revolucionario y comandante en jefe del ejército de liberación del Caribe” que luego se convertiría en la “Legión del Caribe”.

Durante el gobierno de Jacobo Árbenz (marzo 1951-junio 1954) los hermanos Dulles, en su afán anti comunista, lograron que se fotografiara el archivo de la Legión del Caribe el cual nosotros encontramos en los Archivos Nacionales norteamericanos. En ese momento no teníamos tiempo para fotocopiar las más de cien páginas de texto, pero le solicitamos a Tulio Federico Arvelo Durán, quien residía en Washington, e hijo de Tulio Arvelo quien participó en la expedición de Luperón, que se ocupara de fotocopiarlas, compromiso que cumplió, enviándonos el archivo el cual entregamos al Archivo General de la Nación.

Para un libro que estamos en el proceso de escribir he hurgado en dicho archivo y encontramos, por ejemplo, una carta de José Figueres dirigida a Juancito Rodríguez a principios de la breve guerra donde le decía con relación a las armas de Cayo Confites y los luchadores dominicanos: “Mil gracias en nombre de América. Nos estamos batiendo como fieras. Este fuego no cesará hasta que liberemos al mundo americano de Trujillo. Su oficialidad magnífica. Nos hemos de ver pronto. Figueres”. Pocos días después Juancito Rodríguez escribiría a Ornes Coiscou: “Las noticias que me dio Figueres sobre la forma cómo ustedes están luchando al lado de ellos me ha llenado de satisfacción”. Miguel Ángel Ramírez ya era “jefe de Estado mayor y oficial ejecutivo de las fuerzas armadas del ejército de liberación de Costa Rica”. Juancito Rodríguez el día que se inició la guerra nombró a Figueres coronel del ejército y a Ornes delegado político del propio Rodríguez, quien le escribiría a Figueres: “Creo que nuestra ayuda a la causa de ustedes es efectiva y si no llegó antes fue porque era imposible”. Rodríguez le escribió luego a Ornes: “Tenemos que vencer ahora porque el triunfo de estas operaciones iniciales implica no solamente el triunfo en Costa Rica, sino, además, el triunfo de todo el movimiento de liberación en el Caribe. Y todo ello depende del arrojo, valor y capacidad de ustedes… Nada ni nadie nos detendrá hasta alcanzar la victoria total”.

Figueres días después en su condición ya de “comandante en jefe” se dirigiría a Juancito Rodríguez agradeciéndole “su generosa y brillante actuación en esta guerra… sus oficiales siguen distinguiéndose por sus excelentes comportamientos…  hasta ahora solo se ha visto nobleza y heroicidad en esta primera etapa de la guerra del Caribe… Fundaremos en Costa Rica la Segunda República y fundaremos en América la Confederación del Caribe. Ambas serán asilo de hombres libres”. El 3 de abril por medio de un decreto Juancito Rodríguez ascendía al coronel José Figueres a general de brigada.

Esas armas originalmente de Cayo Confites fueron devueltas a Juancito Rodríguez por Figueres tras su victoria y luego utilizadas en la expedición de Luperón.

Bernardo Vega

Historiador, economista

Economista, historiador, autor de decenas de libros. Impenitente columnista, fue gobernador del Banco Central y embajador ante la Casa Blanca. Ex director del periódico "El Caribe" y de la revista "La Lupa Sin Trabas". Actualmente es presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

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