En esta entrega, en  mi calidad de politólogo que, entre otras líneas de conocimientos del poder y conducta colectiva, permite recibir formación de psicología social y comportamientos de grupos, y que tanto en mis experiencias como trabajador social, cultural y profesor de sociología electoral y grupales, en cuyas lides, he de tener más de 56 años desenvolviéndome. En este tiempo he podido apreciar lo que se ha llamado la simulación, lo cual se traduce en término que asume el allante como patrón de conducta y, que es lo mismo que mentira, jactancia, ostentación y aspaviento, realidad que nos orienta a asegurar que existe una enorme carga de estos elementos en la práctica de la vida diaria.

Y digo, la gran mayoría de acciones de los individuos se queda más en la retórica que en la práctica, lo cual se envuelve en un bumerang de simulación de que estamos haciendo muchos, pero, la mayoría de veces, se traduce en cumplido y, por lo general, vacuencia barata de que existe compromiso con la causa, cuando en verdad, más bien solo se queda en la pantalla, en poses, excusas y lo peor, o mensajitos de duelos, de felicitación  o cuando no, en asumir como realizaciones tangibles toda una agenda cargada de compromisos, pero en realidad solo se quedan en la bulla mediática resguardado por una falsa satisfacción del deber cumplido a sabiendas que solo se hizo cierto aspaviento.

Lo dicho anteriormente, se puede sintetizar en primer orden, en el hecho que, la mayoría de estamentos sociales, incluyendo los individuos, anuncian con bombos y platillos su adhesión a sentimientos patrióticos organizando o participando en actos conmemorativos, tales como; día de Duarte, de la independencia, los padres de la patria, días de padres y madres y,  otros simbolismos (…), pero que de fondo no pasan de protocolos superfluos de la boca hacia afuera, en el sentido que, resultan de baja sinceridad al momento de emular con el ejemplo lo que predican, o cuando no, no representan compromisos con nuestros comportamientos para honrar en la vida esos heroísmos, nos conformamos con un desfile o un tedeum y ahí mismo quedó todo tapado. Y al año siguiente, volvemos a repetir la misma replica rutinaria, y poses, fotos, loas y hasta recogimiento, pero todo queda en los álbumes de las gestiones, principalmente, de los responsables de ejecutar acciones tendentes a convertir retorica en hechos.

Y aquí me pregunto, ¿cómo es posible que muchos estamentos del Estado y grupos sociales, incluso, en vez de convocar un acto en honra y honor al acontecimiento que se celebra, se conforman al enviar tarjetas y mensajes, – o sea responsabilidad virtual-, sin mover un dedo para montar actos conmemorativos, pero que tampoco están prestos a auspiciar los mismos cuando es el pueblo que los montas. Obviando que a través de estos se logra la ejemplificación de las buenas hazañas y, no creerse que se ha cumplido simplemente enviando una alocución, mensaje o un comunicado en la prensa que las fechas históricas se están honrando, cuando simplemente se quedan en los papeles o periódicos, pero en la práctica y el sentimiento, absolutamente nada.

Y a modo de reiteración, lo más espantoso es que lamentablemente, resulta una práctica socorrida actores sociales y gubernamentales, que lo que hagan es mandar una tarjeta electrónica como muchas alegorías y figuritas hermosas, cuando lo que debió hacer- no es de adueñarse de las actividades conmemorativas-, sino, desarrollar un programa sistemático con los actores de las fuerzas vivas o las organizaciones, que son los que en verdad manejan la riqueza social y cultural de los pueblos y solo tienen el deseo, pero no lo recursos y, montar en unión a estas, unos grandes espectáculos rituales, y no dejarlo en un simple cumplido discursivo o aspaviento y vitilla del rito a la personalidad.

Otro malestar de la especie y que no se nos puede quedar porque en su diario vivir existe esta práctica. Y se trata de los casos de los asociados a una institución, que para hacerse gracioso y como manera de tapar su falta de compromiso con la causa, se despachan, con cuestionamientos sobre cosas que de acuerdo a su entender debieron hacerse, pero que, no se inmutaron al momento de prestar su ayuda para que se hiciera. Lo propio se aprecia en frecuentes casos, que se convierten en críticos de lo que se ha hecho, pero, asumen una participación distante y de bajo compromiso.   A todo esto, debo agregar que esta conducta de simulación se manifiesta muy notoriamente, solamente en  funcionarios públicos, sino, muchos empresarios y miembros de la sociedad viva que te dicen, cuenten conmigo, o le acompañaré o le cooperaré, y muchas veces solo resultan poses del tema en cuestión.

Y en ese mismo orden, según mi criterio, si hacemos un inventario de los anuncios que hacen muchas  personas  y mayormente funcionarios, de ejecutar tal o cual acción, si te sienta a esperarlos te secará como una chicharra, y eso, es pura simulación y, que bordea el engaño. Y no crean que sangro por mi propia herida, si les cuento algo. “sería noviembre del 2023, faltando unos meses para las elecciones del 2024. Un funcionario del palacio, identificado como asistente del Ministerio Administrativo de la Presidencia de la República, localizó a Rosa Méndez, la gobernadora del Casino del Yuna, todo un monumento centenario e histórico del país, y le solicitó que procurara completar un dossier de documentos ya que la presidencia le había aprobado Ochocientos Mil Pesos (RD$ 800,000.00) de una solicitud de una suma mayor que pedimos, vía un amigo que me reservo el nombre por ser un comunitario de Bonao, y muy serio.

Cabe decir, que en el jueguito de solicitud de asistencia y la llamada de que estaba aprobada esa asistencia-pura simulación-, tanto Rosa Méndez como mi persona, así como de la directiva, conseguimos-con todos los trotes-, y enviamos los documentos pedidos, inclusive, dos viajes al palacio del suscrito a completar el pliego de papeles solicitados por el referido incumbente.

Y todavía estamos esperando los RD$ 800,000.00, y hasta hemos llegado a pensar que engañaron al presidente usándonos de chivos expiatorios. Por lo menos, políticamente nos sensibilizaron, todo lo cual en buen dominicano, eso además de ser una simulación, es un cubo o una engañifa.

Como se aprecia, con los ejemplos anteriores -que de esos hay miles-, la simulación es una práctica consuetudinaria endémica, además, propio de la gente, pero es un cáncer de la sociedad.  Y que trasciende a la ley de Pareto, del 80-20, que de cien, solo 20 hacen el esfuerzo de todos. Pero lo más crítico y malvado resulta que personas que tienen responsabilidades de brindar cuenta por sus puestos, solo haciendo bultos, quieren ufanarse de eficientes cuando solo son simuladores que reciben unos pagos del Estado -que somos todos y básicamente el pueblo contribuyente, pero por el lado de la sociedad civil, muchos se inscriben en una organización solo por subir abolengo social, en tal lamentaciones, nos permitimos cerrar estas reflexiones, exhortando, tanto a; socios, miembros, sociedad viva, hijos y familiares, empleados, funcionarios, autoridades, personas y gobernantes a lograr más realizaciones en sus compromisos y, que jamás nos prestemos a ser agente integral de una institución o función si seguimos siendo esclavos  de la simulación y la apariencia engañosa. Por lo tanto, evitemos ser víctima del engendro del allante.

José Lino Martínez Reyes

Abogado

José Lino Martínez, es suplente en la Junta Central Electoral, abogado, especialista en derecho electoral.

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