Debemos señalar que en julio de 1824 fue promulgada una ley en Haití que estipulaba que todas las propiedades situadas en la parte este de la isla antes del 9 de febrero de 1822 y que no pertenecían a particulares serían en lo adelante propiedades públicas. Esto incluía monasterios, hospitales, e iglesias. Esta ley motivó que los edificios de los hospitales de Bari, San Lázaro y San Andrés pasaran a ser de dominio del Estado.
El doctor Juan Bernal escribió en 1830 unas notas sobre el movimiento del hospital militar, que era el Hospital de Bari. Había entre 20 y 50 pacientes ingresados cada día, algunos de los cuales estaban en los calabozos. El doctor Juan Bernal permaneció como médico en jefe del hospital hasta después de la Independencia nacional, trabajando siempre con gran dedicación y esfuerzo. Además de los médicos y farmacéuticos, el Hospital Militar de Santo Domingo contaba con lavandería, costurera, mayordomía y administración y contaduría.
Por otro lado, el Hospital de San Andrés, había sido convertido en cárcel y su edificio era una ruina. En cuanto al Hospital de San Lázaro recibía una subvención para atender a los mendigos que eran sus pacientes. Como hemos visto, la ley de 1824 había puesto los hospitales como bienes de dominio público, pero en 1843 fueron devueltos a la municipalidad, para que administrara los estipendios para los enfermos. El administrador del centro era un ciudadano de apellido Acevedo. En la ciudad de Santo Domingo, en 1843, en el Convento de Santa Clara se creó un hospicio para atender a los pobres que enfermaban. No hay muchos datos sobre este centro. En el resto del país solo tenemos noticias de esa época del Hospital Civil de Santiago que fue fundado en el siglo XVIII por el doctor Francisco Espaillat, pero que fue destruido por un terremoto en 1842.
Otro aspecto importante es sobre los productos farmacéuticos. Existían muy pocas farmacias, ya que era difícil acceder a la autorización para abrir estos locales que eran regulados por el gobierno. Los hospitales contaban con farmacias que eran manejadas por un farmacéutico de tercera clase. Los medicamentos eran importados desde el extranjero, sobre todo de Francia. Para controlar los precios, eran importados hacia Haití, y desde allí, por goleta, eran llevados a Puerto Plata y Santo Domingo. Las medicinas se vendían también en comercios y pulperías. Un caso interesante es la farmacia de don Santiago Espaillat quien la abrió en Santiago en 1837 y fue el germen que la llevaría a la Farmacia Normal de Santiago.
Hasta 1822 la terapéutica estaba influenciada por la escuela española, pero desde 1822 la farmacopea predominante era la francesa. Hacia 1832 los gastos que estos medicamentos provocaban en los hospitales hicieron que el secretario Imbert ordenara el uso de los “simples”, sustancias que se encontraban en la isla.
Entre los medicamentos utilizados en la época y que utilizaba el doctor Juan Bernal se encontraban la tisana pectoral, tisana temperante, tisana aperitiva, la miel, limonada con espíritu de nitro dulce, tisana de cebada, tisana aperitiva, pomada y colirio antivenéreos. En una lista encontrada en la farmacia del Hospital Militar de octubre de 1830 el doctor Bernal solicitó 20 libras de cocimiento emoliente, 10 libras de cocimiento de quina, 2 libras de ungüento supurativo, 2 onzas de calomelanos, 2 onzas de láudano líquido, 1 onza de alumbre calcinado, 2 onzas de tintura de cantáridas, 1 onza de aceite de palo y una onza de álcali volátil.
Estos datos nos ilustran la situación sanitaria en la parte este de la isla durante el periodo de la ocupación militar haitiana.
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