El 20 de enero de 1961 iniciaba John F. Kennedy su gobierno con la famosa frase: “No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tu país”. Normalmente la mayoría de los habitantes de un país, cuando surge un nuevo presidente se pregunta: ¿qué me darán a mí? ¿qué provecho puedo sacar de este nuevo gobierno? En los Estados Unidos no era diferente en ese momento, pero Kennedy hacía un llamado a unificarse, a olvidar los intereses egoístas y a pensar verdaderamente como una nación. Independientemente de preferencias políticas que puedan tenerse, aquellos países en que sus habitantes han tenido la determinación de levantarlos con su esfuerzo han enseñado al mundo lo que la unión de una nación puede lograr. Algunos ven como un pequeño triunfo, el no hacer nada por los demás e incluso sacar ventajas de sus amigos. Además de ser destructivo para un pueblo, no ofrece los beneficios personales deseados.
Los maestros espirituales normalmente invitan a dar, darse, servir o pensar en el otro. No nos referimos a que otros te obliguen y lo hagas por miedo o por considerar que no tienes opciones, más bien hablamos de cuando dices: no tengo que hacerlo, no me causaría problemas ignorar la situación, pero quiero hacerlo y elijo hacerlo. Este tipo de conducta sí nos edifica y somos nosotros los que debemos decidir qué estamos dispuesto a hacer, desde que alguien se acerca a opinar sobre lo que tienes que hacer, ya la situación cambia.
Así como necesitamos del apoyo de otros, también necesitamos dar. Una tortuga proviene de un huevo abandonado en alguna playa y los padres no dan ningún tipo de asistencia a la cría, pero absolutamente ningún ser humano sobrevive sin ayuda. Si te preguntan sobre quiénes te necesitan o quiénes considerarían que eres una bendición en sus vidas, si no tienes respuesta a esa pregunta te vendría muy bien revisarte. Recuerda que no hay nadie tan pobre que no tenga algo para dar ni nadie tan rico que no tenga necesidades. Obviamente cuando das a otros, haces que el mundo mejore de alguna forma, pero vamos a hablar de cómo mejoras tú al dar.
La arqueología descubre cómo empezamos a pensar como humanos, no por el hecho de que cazáramos en conjunto o formáramos agrupaciones; también muchos animales lo hacen. Pero cuando se descubrió personas con fracturas de piernas muy anteriores al momento de la muerte, nos habla de que fue un herido que recibió atenciones para que no muriera, porque solo no habría sobrevivido. O cuando vimos evidencias de rituales funerarios, eso nos habla de vinculaciones especiales con concepciones filosóficas complejas. Cuando vemos las altas cúpulas de catedrales medievales, donde los artistas se esmeraban en realizar obras cuidadosamente detalladas y al preguntársele que por qué lo hacían si nadie podía ver desde el suelo lo que habían hecho, respondían: “pero Dios sí lo ve”. Todos esos puntos nos hablan de niveles del pensamiento que van más allá de buscar alimentos, reproducirse y acumular recursos. Esa es la milla extra que nos califica como seres humanos.
A nivel físico necesitamos esa milla extra, debemos ejercitarnos un poco más, aumentar los pasos que damos cada día, procurar utilizar más las escaleras y menos los ascensores, incluir ocupaciones que requieran actividades físicas en nuestra rutina diaria. Cuando evitamos hacer todo lo anterior, tenemos que procurar rutinas de ejercicios para no enfermarnos. Todo atleta o persona que ha trabajado en su desarrollo corporal sabe que cada día hay que aumentar los esfuerzos. Si en cambio tendemos a esforzarnos cada vez menos, nunca podríamos triunfar en los deportes y progresivamente nos atrofiaríamos, siendo normal el incremento de las enfermedades degenerativas.
A nivel mental sucede lo mismo, si logramos cada día aprender algo nuevo, tener un mejor control de nuestras emociones, perfeccionar nuestro autoconocimiento e incluir en nuestra rutinas diarias actividades que nos exijan pensar, esa milla extra evidentemente dará sus frutos e incluso disminuirá la posibilidad de padecer enfermedades mentales.
En tus relaciones con los demás cuando haces lo que toca hacer, cumples con tus compromisos, permitiéndote mantener tus relaciones sociales. Pero cuando ofreces más de lo esperado por los demás, otros descubren que los aprecias. Por ejemplo, respecto al regalo a la pareja en San Valentín, hasta por quedar bien ante la sociedad se regala, pero un regalo especial, inesperado, no necesariamente costoso, con una significación particular, es lo que podría fortalecer las relaciones.
Aunque a veces se cultiva el egoísmo y la mezquindad, somos mejores personas y vivimos mejores vidas, cuando superamos las expectativas de los demás dando más de lo que esperan de nosotros, estas conductas producen mejorías a nivel personal, familiar, de pareja, social y mundial.
Compartir esta nota