La izquierda revolucionaria nunca ha participado unida en los procesos electorales y sus elecciones. Las veces que lo han hecho incursionan separados, cada uno por su lado: se abstienen, desconectándose de la realidad, y en alianzas con los partidos tradicionales. En ningún momento le han contado sus votos. Por consiguiente, la población no conoce el voto de la izquierda y mucho menos a sus dirigentes y sus candidatos. Desconocer cómo aprovechar la vía electoral para avanzar y llegar al poder de gobernar es una deficiencia interpretativa que ha perjudicado en las últimas décadas a los revolucionarios.
Al ausentarse del proceso electoral y, de manera particular, en las elecciones, dejan el espacio para que una derecha que no come cuento con el poder de gobernar, ocupe su lugar. Pierden la oportunidad de marchar y avanzar junto con la población a través de una coalición electoral y democrática, amplia y diversa, en el episodio más importante, con todas sus irregularidades, de la democracia representativa, como son sus elecciones nacionales y locales.
Al hablar de la izquierda revolucionaria, me refiero a los integrantes del Comité Unitario de Acción: Partido Comunista del Trabajo (PCT), Partido Patria Para Todos y Todas (PPT), Movimiento Popular Dominicano (MPD), Movimiento Caamañista (MC), Fuerza de la Revolución (FR) y el Referente de Izquierda Dominicana (RID). Además de otras entidades y personas que giran alrededor de las ideas y pensamientos revolucionarios. Estos grupos, de hombres y mujeres, son la columna vertebral del movimiento revolucionario dominicano.
Son ellos los únicos responsables de sus aciertos y desaciertos, de sus avances y retrocesos. Sin echarles culpas a otros factores internos o externos, para aliviar la carga histórica de sus juicios implacables. Cae sobre sus hombros la inmensa responsabilidad de lo que somos hoy y de lo que seremos mañana. Por eso, toca abrir los ojos para no seguir extraviando el camino.
La izquierda revolucionaria es una abanderada de la democracia dominicana. La ha defendido dedicando enormes sacrificios en su defensa, pero su instalación y funcionamiento se lo han dejado a los partidos tradicionales que han hecho cada uno con ella, un traje a la medida. Un error imperdonable que se agrava con la participación individual, alegre y sin sustancia en sus gobiernos. ¿Qué avance se obtiene integrando el equipo administrativo de gobernanza neoliberal, corrupto y de derecha? Es tiempo de cambiar la política de alianzas, pactos, acuerdos y compromisos electorales con los sectores responsables de la desgracia del pueblo dominicano.
Si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada. Así reza un refrán muy popular en la cotidianidad de la población. Si las condiciones objetivas y subjetivas de la realidad concreta obligan a participar por la vía pacífica y electoral en la democracia, entonces hay que aprender a incursionar de manera unitaria e independiente en el proceso electoral y sus elecciones. La individualidad partidaria ha dado muy malos resultados. La unidad de los revolucionarios es recomendable. Las debilidades institucionales y existenciales son más que evidentes. Es mejor andar bien acompañados que con entidades y dirigentes tildados de corruptos.
En esta democracia es necesario identificar con anticipación lo que se desea para evitar equivocarse al determinar los objetivos alcanzar. Lo primero es que las elucubraciones déjenlas a un lado y aterricen a la dura realidad. La izquierda no está en su mejor momento. Y segundo, transitamos la etapa democrática del capitalismo y hay que conseguir las metas planificadas dentro del sistema. Por lo tanto, se necesita comprender el ordenamiento jurídico, político y electoral vigente y los altos niveles de corrupción que lo acompañan. Hay que construir una alternativa democrática, progresista y revolucionaria. Para participar en las elecciones presidenciales, congresuales y municipales, convertirla en una opción ‘electoral decisiva’ y avanzar hacia el poder.
El objetivo es dar a conocer al pueblo y promover el voto democrático, progresista y de izquierda, esperanzador, sin ataduras con el pasado, contrario a la derecha corrupta y al neoliberalismo. Y con un sello permanente al servicio de la población, a los trabajadores y en defensa de los intereses del país. Ese voto del litoral debe estar representado, reitero, en una coalición de entidades políticas, populares y comunitarias. Un reflejo viviente de un tránsito histórico del capitalismo que involucra a diferentes sectores políticos, económicos y sociales de la sociedad. Que profundice la democracia y cree las condiciones para el establecimiento de un sistema con equidad, inclusión y justicia social.
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