El olor denuncia las pérdidas. La ciudad y las nubes están grises por el llanto. Las razones humanas no siempre son flores hermosas, ni un despliegue de abejas libando para imaginar y crear bosques. Los garabatos de los niños, ya no serán casitas ni círculos o espirales creativos. Nuestra comunidad no ha tenido elección frente a esos cuernos enormes del mal. Si alguien me preguntará, qué siente la gente de mi país sobre el acontecimiento del Jet Set y el derrumbe de la piel del escarabajo, yo le diría, no hay conceptualismo, ni dibujos irisados para definir el dolor sobre alas rotas.
La nación siente el desierto y el desamparo de las palabras cortadas. No existen respuestas para preguntarle por qué los dueños del Jet Set no tomaron las medidas correctas. No voy a buscar explicaciones económicas, la psicología oscura, narcisismo, un virus cerebral u otros tropos. Voy a buscar lo metapsicológico, aquello que está relacionado con una metafísica de la postergación, dejar para después, lo que debe hacerse en el presente.
Lo que se mantuvo en la mentalidad del dueño fue la idea de que era imposible que ese edificio sucumbiera. La idea de dejar para después, lo que sí puede ocurrir es parte de una irracionalidad cultural isleña. Esa mirada del mundo es parte de una estructura de esperanza, sobre lo que tiene que ponerse en acción para hacerse presente. Es la poesía que se quiere escribir, pero las musas no afloran. Es ese siempre resolveremos, pero no llega. Es esa protección del psiquismo cultural de dormirse en los lauros, porque soy de la élite y puedo resolver moviendo el dinero, mientras me adormecen los encantos burgueses.
Es ese saldremos del tollo psíquico, porque muevo influencia hasta en los cielos. Algunos dirán que nadie quiere que suceda tal acontecimiento. Eso es cierto, ¿pero por qué si todas las alarmas emergieron sobre la edificación, no se tomaron las medidas correctas? Simplemente, porque se creen dioses que lo pueden todo. Eso lo arreglaremos después. Un futuro de destrucción que llegó sin contar con el poder humano.
El tiempo es engañoso para el humano. Es esa instancia del espacio y tiempo que promueve el análisis de Kant como condiciones a priori de la experiencia o bien llamada las intuiciones puras, no fueron visibles en la mentalidad del propietario. Estas intuiciones son ajenas en la cabeza del dueño del Jet Set.
Necesitamos justicia y respuestas
Los trabajadores barrían escombros. Imagino que lo reportaron. Y fue mirado por el propietario con la paciencia del hortelano, el que siempre supone que no habrá problema. En la memoria del hortelano, la cosecha llegará y la cerca dañada se arreglará más tarde. O el jugador de naipes, quien dice que con este último juego, resuelvo mis problemas. Como tal, lo demuestra el desmoronamiento del techo del Jet Set.
En la cultura de la postergación el azar es rey. El orden de las cosas públicas y de la casa es un proyecto de presente. La subjetividad se mira desde los imaginarios y desde la cultura. El desinterés podría tener varias caras, uno está quebrado económicamente y no tiene de donde sacar para resolver el problema, el otro se explica en el marco del poder. Es como ponerme una chaqueta y cambiarla, cuando me dé la gana.
En la filosofía del engreimiento, las implicaciones no se miran, todos los bagazos no pasan por el cernido. La finitud no se mira y el entorno de las cosas, dígase relaciones humanas son correlatos que no se evalúan como sujeto trascendental, más bien, son cosas que se miden por el mercado y limitadas a bultos vacíos.
En el mundo de las alondras, los bosques son un despliegue de semillas. En cambio, para el petulante, lo único que existe son sus percepciones y por ende niegan, a los otros por su arrogancia, lo cual es el problema real. Este sujeto sólo se mira en una estación. Las intenciones y la arrogancia son inconscientes.
Esta fuerza geológica del irrespeto por el otro es lo que se esconde en el sótano del deseo y en una experiencia conductual de no interesarse en la seguridad del otro. La falta de interés en tener una infraestructura en condiciones de uso es lo mínimo que se le puede pedir a un sujeto que vende ese espacio para actividades colectivas.
El propietario apostó a la suerte. La seguridad se le pide a otro. Esa fue la única lógica de lo real en su estructura cognitiva. Estoy indignada con tal prepotencia, arqueo la ceja y me da vergüenza social. No es posible que todavía las autoridades por sí mismas, no lo sometieran a la justicia. Creo que están esperando que sean los que sufrieron pérdidas, acaso eso no afectó al mismo estado/nación. ¿Qué pasa con el sistema judicial dominicano? En ese horrendo lugar fue donde murió una funcionaria pública y el pueblo llano.
El techo del Jet Set entró a la luz de los hechos en una dimensión de inocencia estructural. Las cosas materiales, no tienen conciencia. Como no hay culpables ni acusados, queda en el ámbito de que no existió la intención. La tragedia bajo estos argumentos queda siendo eso, un producto de inocencia estructural. Y la fuerza de ese torrente de estado psicopático oculto del inconsciente, infligió un gran sufrimiento a la comunidad y a las personas afectadas por las pérdidas. Hasta ahora ha dejado 231 personas muertas, las cuales entran en el inventario estadístico del horror.
En términos de una geofilosofía el techo no es culpable, ni las ancianas varillas. La conciencia la tienen los humanos que son los que dejan huellas en las cosas. Tampoco son los trabajadores invisibles que murieron y no se mencionan en las estadísticas, por carecer de poder. Yo entiendo que no hace falta tener geoestaciones, un dron o una identidad misteriosa para entender quiénes son los culpables. Necesitamos justicia y respuestas.
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