En el marco del V Congreso Iberoamericano de Filosofía de la Ciencia y la Tecnología, organizado por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de la República Dominicana, la Red Iberoamericana de Filosofía, la Academia de Ciencias de la República Dominicana y la Asociación Dominicana de Filosofía, del 12 al 16 de mayo de este año, celebramos un panel dedicado al legado de Thomas Kuhn, moderado por la filósofa mexicana Ana Rosa Pérez Ransanz, especialista en el autor de La estructura de las revoluciones científicas.
En dicho panel, presenté una ponencia titulada “Repensando el legado de Kuhn”, bajo el espíritu del texto del mismo nombre publicado el pasado año por la editora Springer, editado por Yafeng Shan, con una recopilación de escritos recientes de algunos de los más relevantes estudiosos de la obra de Kuhn en las últimas dos décadas.
Kuhn se vio a sí mismo como el depositario de una nueva imagen de la ciencia que la entendía como un sistema de prácticas en lugar de un sistema de conocimientos. Como señala Joseph Rouse, en uno de los ensayos incluidos en el texto editado por Shan (“Has There Been a Second Kuhnian Transformation int the Philosophical Image of Science?”), Kuhn se propuso reorientar nuestra mirada del conocimiento como producto de la investigación científica hacia la práctica de la investigación científica misma.
No obstante, hay unas tensiones en La estructura de las revoluciones científicas que matizan su legado. Como señala Alexander Bird (Thomas Kuhn, 2014), en la obra de Kuhn hay una minimización de la teoría en su proyecto explicativo del aprendizaje -las destrezas que permiten a un joven convertirse en científico se adquieren por un proceso inconsciente de interiorización de los modelos de resolución de problemas- que contrasta con la sobrevaloración que se da a la teoría en el proyecto descriptivo de los cambios de percepción del mundo.
No obstante, el legado de Kuhn para la filosofía de las prácticas científicas es innegable. Su perspectiva tiene diversas implicaciones, una de las más importantes, promover un enfoque que se centra en la observación de las actividades de las comunidades científicas para realizar cualquier inferencia sobre dichas acciones, en vez de intentar establecer reglas a priori para regular el quehacer de los colectivos científicos.
Por otra parte, si la ciencia es un sistema de prácticas, se aprende en el ejercicio mismo de dicha actividad, haciendo ciencia, no por leer muchos libros sobre metodología o estudiar textos de cómo se hace la ciencia.
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