Ben Ansell es profesor en la Universidad de Oxford. Además, combina su ejercicio con la investigación en ciencias políticas. En 2023, publicó el texto Por qué fracasa la política, donde plantea las cinco fallas de la democracia y cómo evitarlas. Es, junto a Daniel Ziblatt y Steven Levitsky de Cómo mueren las democracias, uno de los más estudiosos analistas en la materia. Este escrito pretende compartir algunas reflexiones en torno al citado libro.
Según Ansell, la política, en origen, alude al hecho de tomar decisiones colectivas. Trata de las promesas que nos hacemos los unos a los otros en un mundo intenso. Sin embargo, sostiene que la política es un arma de doble filo: promete resolver nuestros problemas, pero también crea otros nuevos. Es decir, en la lógica del autor, la democracia permea todas las actividades sociales de las personas.
Plantea, que alrededor de la mitad de la población mundial vive en la actualidad en países que, en términos generales, pueden calificarse de “democráticos”. Según establece, la última década no ha sido fácil para la democracia, ya que la “tercera ola” de transiciones democráticas, que empezó a mediados de la década de 1970 y se llevó por delante la mayoría de los regímenes comunistas a principios de los noventa y se agotó en los primeros años del siglo XXI.
Asimismo, sostiene que los países ricos del mundo encarnan una paradoja. Señala que resultan ser democracias en las que la última palabra la tiene el voto popular. También son sociedades capitalistas en las que los resultados económicos son el reflejo de millones de decisiones voluntarias que toman tanto empresas como consumidores, con la seguridad de que, gracias a la igualdad de derechos a la propiedad, sus bienes no pueden ser confiscados arbitrariamente.
Y es que, según Ansell, en cualquier parte del mundo, los ricos suelen ser los mayores beneficiarios de la democracia, porque las democracias protegen mucho mejor sus derechos de la propiedad y a la libertad de expresión que los países autoritarios. No piensa lo propio de ser millonario en China o en Rusia, por los peligros que envuelve por sus regímenes autoritarios.
En fin, concluye que la política fracasa cuando creemos que podemos arreglárnosla sin ella. Fracasa cuando no nos la tomamos en serio. Afirma que las alternativas a la política solo pueden generar desilusión. Es claro al sostener que no siempre la política triunfa, puesto que las trampas a las que nos enfrentamos son inevitables. Define las instituciones como los acuerdos formales a los que nos adherimos y debemos salvaguardarlas de los dardos del populismo iconoclasta.
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