En esta semana, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó “el despliegue de una misión multinacional de seguridad en Haití, que deberá proporcionar apoyo operativo a la Policía Nacional, durante los próximos 12 meses, con el objetivo de mejorar las condiciones de seguridad en medio de una oleada de violencia sin precedentes; caracterizada  por secuestros, violencia sexual, la  trata de personas y tráfico ilícito de armas. Kenia liderará la misión en estrecha colaboración con el Gobierno nacional.”

La misión o fuerza de intervención fue solicitada por el primer ministro de Haití, y respaldada por los presidentes de Estados Unidos y República Dominicana, entre otros. Aunque no resolverá la situación de miseria en aquel país; podría frenar el tráfico de armas y de sustancias ilícitas; y crear las condiciones para que se celebren unas elecciones limpias y justas. Pero dirigentes políticos de kenianos y dominicanos se oponen.  

Ahora me acercaré a algunas causas y razones por las que Haití se halla en ese laberinto. En el libro  Por qué fracasan los países, los economistas Acemoglu y Robinson plantean que los países progresan gracias a las políticas económicas correctas; el respeto por sus instituciones y poderes; cuando crean igualdad de oportunidades; y ofrecen incentivos para que la gente ahorre e invierta. 

Los países son gobernados por hombres con intereses y ambiciones, y no por ángeles, pero la mayoría de los gobernantes haitianos han sido más rapaces que capaces. Ellos destruyeron sus bosques para producir madera y carbón, lo que ha contribuido al desastre climático y  ha afectado la producción de alimentos para humanos y animales. Además, el país evidencia un elevado crecimiento de su población; y ha sido abandonado por sus elites intelectuales, políticas y empresariales.

Por otro lado, el respetado investigador Jean-François Gayraud, en su renombrado libro El G9 de las mafias en el mundo, relata que “en febrero de 2004, Jean Bertrand Aristide, el primer presidente de Haití elegido democráticamente, huyó del país debido a una rebelión armada y presiones internacionales. En realidad, había convertido a Haití en un narco estado, y los rebeldes también tenían fuertes intereses en el narcotráfico”. 

Ya el presidente Aristide, a mediados de los 90, junto a organismos internacionales y Estados Unidos, había desmantelado las fuerzas armadas, por considerarlas culpables de golpes de Estado; lo que, posiblemente facilitó el asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021, precisamente por unas bandas. Y además, impusieron medidas que facilitaban la entrada de productos agrícolas extranjeros, y afectaron la producción local. Por todo esto, Haití también justifica aquel lamento del poeta Pablo Neruda en su poema titulado Versainograma a Santo Domingo, al decir: "Cuando tuvimos pantalones largos, nos escogimos pésimos gobiernos".

Estos eventos han sido el resultado de la voluntad humana. Pero recordemos que Haití ha sufrido fuertes ataques  de la naturaleza, como el terrible terremoto que causó más de 200,000 víctimas e incalculables daños materiales, en 2010. Por lo que potencias extranjeras prometieron recursos importantes para rescatarlo, pero no cumplieron. En cambio, República dominicana sí lo apoyó, al construirle una univesidad, aunque casi les costó la vida a nuestro presidente, y políticos y empresarios, haitianos y extranjeros aprovecharon la catástrofe para amasar grandes fortunas.

Esta misión podría resultar dolorosa, pero es un mal menor y necesario. Por razones humanitarias, humildemente la respaldo y deseo que la combinen con esfuerzos políticos, diplomáticos y una mayor colaboración financiera e institucional. Espero que estos acontecimientos de  Haití sirvan de lección a otros países, incluido República Dominicana. Y recordemos que un pueblo como Haití,  que ha producido a Gerard Pierre-Charles, Suzy Castor, Stephen Alexis, Jacques Roumain, y a Jacques Viaux, no puede morir. Que viva nuestra patria soberana!

** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.