Con Gaza en el corazón detener el Genocidio
En esta ocasión vamos a referirnos a un síndrome particularmente raro con graves dificultades para la socialización y la convivencia conocido como el “Síndrome de La Tourette”. Gilles de La Tourette nació en 1857 en una pequeña localidad al oeste de Francia. Este curioso síndrome lo padeció él mismo y, a su vez, lo describió; desde entonces, su epónimo es el antes mencionado.
¿En qué consiste este síndrome? Está asociado a movimientos involuntarios y a una desinhibición verbal incontrolable, así como a conductas disruptivas, y no afecta a la inteligencia del sujeto, pero este es incapaz de controlar sus palabras. En la mayoría de los casos se trata de un lenguaje soez, sin correlación con la interacción, ni con la intencionalidad.
Es una falta de control, acompañada de ruidos y movimientos en forma de descarga. Esta situación genera en el sujeto niveles elevados de ansiedad, lo que incrementa los signos indeseados: se observa un aumento de los tics, manierismos y un lenguaje cada vez más desinhibido. Por ello, es considerada una discapacidad psíquica con las protecciones correspondientes. Los sujetos son conscientes en todo momento de este padecimiento.
Durante su vida, Gilles de La Tourette fue alumno de uno de los padres de la psiquiatría y neurología modernas de los siglos XIX y XX. Podría decir tantas cosas sobre el valor y la contribución de su maestro a la psiquiatría que tendría que escribir mil artículos y, aun así, necesitaría más para poder dimensionar a esta figura tan fundamental para la psiquiatría y neurología actuales. Jean-Martin Charcot fue profesor de este insigne médico que, para más inri, fue psiquiatra.
En el Hospital de la Salpêtrière, en París, la relación de estos dos profesionales trascendió la docencia, fueron grandes amigos. De no ser por Charcot y su fe en las capacidades del doctor De La Tourette, el destino no habría sido el mismo, tanto en lo personal como en lo profesional. Le proporcionó la confianza que necesitaba; su brillantez lo acompañó y, por eso, tanto tiempo después seguimos hablando de sus logros profesionales y de su descripción clínica de uno de los síndromes más complejos y difíciles de comprender. Imagínense: en el siglo XIX…
Todavía en la actualidad, las personas con esta particular condición enfrentan grandes dificultades, incluyendo el aislamiento social y los conflictos en la convivencia.
Existen asociaciones dedicadas a la concientización sobre esta condición sindrómica, porque, más allá de sus limitaciones, se debe favorecer la adaptabilidad, dado que poseen una inteligencia indiscutible.
Gilles de La Tourette, ese médico al que la historia llevó al lugar que merecía, debe ser recordado como un gran observador, con un ojo clínico indiscutible, que demostró a lo largo de su ejercicio profesional una brillantez notable. Se hizo justicia a su perseverancia y tenacidad, a pesar de todas las barreras sociales que tuvo que enfrentar por la integración de las personas con una condición especial.
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