Recientemente, se cumplieron 60 años del golpe de Estado al presidente Juan Bosch, quien había triunfado en las elecciones libres y limpias de diciembre de 1962, obteniendo casi el 60 por ciento de los votos, mayoritariamente rurales, de una sociedad que no lo conocía ni él tampoco la conocía. El presidente Bosch fue derrocado por un golpe cívico militar. Por sus consecuencias en el país y el mundo, me acercaré a algunas de sus causas y razones.
Nació en 1909, en La Vega, una ciudad culta y olímpica, a la que llegaban personas y mercancías del mundo por tres vías fundamentales: por las aguas del rio Yuna; el aeropuerto en Pontón; y el tren que la conectaba con Sánchez. De niño, mostró interés por la lectura. A menudo, faltaba a la escuela, para refugiarse a leer en la vivienda rural de su héroe y abuelo Juan Gaviño, un culto gallego que atesoraba libros. Apenas llegó al segundo del bachillerato. Le gustaba que le oyeran y obedecieran. Pero no ambicionaba el poder, ni poseer riqueza personal. Recuerden que la casa donde vivía se la regalaron amigos.
Llamaba la atención por su talento intelectual, y sus habilidades para hablar y escribir. Desde temprana edad escribía cuentos, montaba obras de teatro. Tocaba la guitarra, dibujaba, esculpía. Disfrutaba la música clásica, zarzuela y opereta. Era una personalidad única e irrepetible, como lo describió su fraternal amigo el poeta Pedro Mir, quien decía que tenía un cerebro grandísimo, pero era un campesino temperamental. Y el mismo Juan Bosch, decía que volvió a nacer en Puerto Rico, cuando a los 29 años, en 1938, conoció las ideas y los escritos de Eugenio Maria de Hostos, quien había fallecido hacía 35 años. Y Bosch, organizó y publicó las obras de Hostos, y ambos creían en la educación para transformar y liberar América; lo que muestra la clara relación entre el individuo y el contexto.
Y en cuanto al golpe de Estado, el influyente diario El Caribe, en su editorial del 26 de septiembre de 1963, dijo: “Las Fuerzas Armadas depusieron ayer al profesor Juan Bosch de la Presidencia de la Republica… debido a las consentidas y alarmantes maniobras de los dirigentes del comunismo internacional y ateo. No puede negarse que la influencia comunista constituye en este país, como en otros de América un grave peligro.”
Sin embargo, el notable escritor Miguel Guerrero, en su respetada obra, El golpe de Estado, afirma que: “Al aproximarse a su cuarto mes, los Estados Unidos no creían que el Gobierno de Bosch fuera comunista y que el Presidente tuviera inclinaciones favorables a esa ideología. Y la Agencia Central de Inteligencia CIA, admitía que el peligro comunista era potencial, pero no inmediato en la República Dominicana. Y que Bosch, era un nacionalista y ególatra obsesionado por el temor de aparentar ser un títere de los norteamericanos. Quien pretendía realizar transformaciones radicales, mediante una reforma agraria, inversiones extranjeras y cobro de impuestos al sector privado”. Esto no tenía nada que ver con comunismo.
Un hecho que enfureció a sus adversarios fue la aprobación de una Constitución democrática que garantizaba derechos y beneficios a la mayoría. Por ejemplo, en su artículo 5, decía: “Se declaran delitos contra el pueblo los actos realizados por quienes, para su provecho personal, sustraigan fondos públicos”. El artículo 161, que: “Las Fuerzas Armadas son esencialmente obedientes, apolíticas y no deliberantes”. Y en el 37: “Se garantiza la libertad de enseñanza y se proclama la ciencia como fundamento básico de la educación”. Este planteamiento refleja la esencia del pensamiento de su maestro Hostos. Molestó a la iglesia católica.
Otro comportamiento muy significativo del presidente Bosch fue enviar cientos de jóvenes meritorios a especializarse en el extranjero, incluyendo a Freddy Beras Goico y Nandy Rivas a estudiar a Brasil. Eulogio Santaella y Félix -Felito- García, a México; y a mi maestro rural, Virgilio Valdez, a Puerto Rico. Consideraba a estos jóvenes como los llamados a producir los cambios políticos, económicos y sociales del país. Que viva nuestra Patria soberana y abajo el retroceso de los golpes de Estado.
** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.