Reflexión inicial: las razones de la revisión

La primera versión de este decálogo universitario nació a mediados de 2018, como fruto de una reflexión pedagógica temprana. Su elaboración respondió a la necesidad de sintetizar y racionalizar las experiencias acumuladas durante los primeros años de docencia universitaria de grado, un período de desafíos propios de la formación inicial de estudiantes de Derecho.

Este instrumento constituye una respuesta reflexiva a situaciones concretas observadas en las aulas. Su objetivo es ofrecer una guía de buenas prácticas que promoviera un aprendizaje significativo y una ética de la responsabilidad intelectual en el estudio universitario. Así que se presenta cada cuatrimestre en la primera sesión de clase, junto con la explicación de la metodología y el sistema de evaluación, como un marco de referencia para empoderar a los estudiantes en su propio camino de conocimiento.

El advenimiento de la inteligencia artificial generativa introdujo un desafío inédito. Se confrontan casos cada vez más frecuentes de estudiantes que, mediante el uso pasivo de esta herramienta, cometen verdaderos plagios o elaboran trabajos aparentemente sólidos, pero vacíos de sustancia, mero contenido inorgánico. La simple evaluación oral basta para revelar la ausencia de un estudio riguroso previo. Esta práctica no solo empobrece el aprendizaje, sino que erosiona la capacidad creativa, el pensamiento crítico y la autonomía intelectual del estudiante.

Ante este nuevo escenario, una actualización del decálogo se volvió imperativa. La versión 2.0 mantiene el núcleo de las ocho reglas originales dedicadas al esfuerzo, la integridad y la autocrítica, con un refinamiento conceptual y una profundización técnica; elimina dos concebidas para el posgrado; y agrega dos que abordan la interacción con la inteligencia artificial, a partir de los riesgos y oportunidades analizados en los artículos previos.

Este Decálogo 2.0 es, por tanto, la evolución natural de un instrumento pedagógico que pretende seguir siendo relevante en la actual ecología del conocimiento. Aspira a seguir guiando hacia un aprendizaje auténtico y autorregulado, ahora en un entorno donde la IA debe ser una herramienta al servicio del pensamiento crítico, nunca su sustituto. Es una invitación a que los estudiantes asuman el trayecto de la formación universitaria con rigor y honestidad, sin atajos que lastren sus potencialidades.

Directrices para el pensamiento crítico y responsabilidad intelectual

  1. Directriz sobre la reciprocidad del esfuerzo. El estudiante que no realiza sus deberes a tiempo o apenas los cumple por salir del paso, no participa en las discusiones en el aula y tiene un desempeño deficiente en las evaluaciones, no puede pretender que el profesor lo considere en la calificación final de la asignatura.
  1. Directriz sobre la justificación del beneficio. El estudiante favorecido con una beca universitaria debe esforzarse al máximo en cada asignatura, para justificar que merece la distinción que se le ha otorgado. No es responsabilidad del profesor tratarle con especial deferencia para que conserve el beneficio si no tiene un rendimiento académico aceptable.
  1. Directriz sobre la conservación activa del mérito. El estudiante que acumula un índice académico meritorio debe conservarlo por su propio esfuerzo y dedicación, no porque el profesor deba dispensarle una consideración especial. El puntaje de cada asignatura hay que ganárselo y no vale cobijarse en los éxitos pasados.
  1. Directriz sobre la digestión intelectual de fuentes digitales. El estudiante cuenta en la actualidad con un vasto campo de contenidos para el estudio, a la distancia de un clic en Internet, pero debe evitar la tentación de transcribir y apropiarse de la información consultada sin realizar una reflexión crítica para procesarla y contextualizarla en el marco de su propio pensamiento.
  1. Directriz sobre evitar el uso pasivo de la IA. El estudiante debe evitar el uso pasivo de la inteligencia artificial, ya que la delegación para que elabore sus compromisos académicos compromete la calidad con la posible generación de contenidos inorgánicos, y arriesga el aprendizaje, la capacidad creativa y el pensamiento crítico.
  1. Directriz sobre el uso constructivo de la IA. El estudiante debe usar de manera responsable la inteligencia artificial, una vez que haya estudiado con rigor, como herramienta de apoyo para facilitar el aprendizaje, verificar intuiciones primarias y perfeccionar sus ideas, empleando siempre la dirección conceptual, la revisión crítica y la digestión intelectual que aseguren el aprendizaje significativo.
  1. Directriz contra el plagio y por la transparencia de fuentes. El estudiante no debe presentar los esfuerzos intelectuales ajenos como si fueran ideas suyas. El plagio es un fraude que lesiona gravemente la integridad del proceso de enseñanza-aprendizaje. Es imprescindible identificar siempre las fuentes que han servido de sustento, inspiración o referencia de los trabajos académicos.
  1. Directriz sobre el estudio riguroso y la apropiación crítica del conocimiento. El estudiante que no estudia con debido rigor y profundidad, que no reflexiona críticamente y se apropia de ideas ajenas sin digerirlas para incorporarlas a su acervo propio, tendrá grandes dificultades para asegurar la aplicación efectiva de lo estudiado en el ejercicio profesional.
  1. Directriz sobre los cimientos teóricos para evitar la deriva profesional. El estudiante que rehúye del análisis conceptual crítico, que desdeña el estudio de las teorías que explican el fundamento y la finalidad de las instituciones, y se limita el aprendizaje a meras habilidades prácticas, corre el riesgo de actuar como un barco a la deriva, y se le dificultará adaptarse a los cambios epistémicos en su campo profesional.
  1. Directriz sobre la autorregulación del aprendizaje. El estudiante debe ser el autorregulador de su proceso de aprendizaje dentro y fuera del aula. El docente asume la función de un guía que muestra el camino y enseña el menú indispensable para la asignatura, pero corresponde al primero transitar por sí mismo ese camino con disciplina y compromisos sostenidos.

Reflexión final: por un diálogo constructivo

Este decálogo constituye un conjunto de recomendaciones prudenciales que incentivan el pensamiento crítico y la responsabilidad intelectual en el estudio universitario, desde la doble perspectiva de la experiencia docente acumulada y del espíritu de aprendizaje permanente que debe guiar a toda comunidad académica; pero la mayoría de las directrices que promueve son extrapolables a cualquier campo que implique un estudio riguroso.

Se ofrece, por tanto, como una contribución abierta para que cada lector construya su propio arsenal crítico para un diálogo constructivo con la IA. Asumir una ética de la responsabilidad y el compromiso con la construcción del conocimiento exige articular una metodología que preserve y fortalezca la agencia intelectual y la revisión crítica en un entorno tecnológico que, paradójicamente, puede incentivar la pasividad y comprometer la autonomía intelectual.

Es una invitación a conservar la agencia intelectual, la chispa creativa y el pensamiento crítico, para garantizar que la interacción con la tecnología sea siempre constructiva, no pasiva, guiada por las exigencias epistémicas de las personas y no por la lógica instrumental de las máquinas. La meta es clara: aprovechar las facilidades de la inteligencia artificial sin desmontar el cerebro, defendiendo activamente la capacidad de juicio independiente y el aprendizaje significativo como pilares irrenunciables para la formación integral del ser humano.

Félix Tena de Sosa

Abogado

Analista jurídico con estudios especializados en derecho constitucional y más de 15 años de experiencia en instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales. Docente universitario de derecho constitucional, derechos humanos y filosofía del derecho. Apartidista, librepensador, socioliberal, moderado y escéptico.

Ver más