Para nuestro asombro, la propuesta Plan Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT) elaborada hasta ahora como borrador desterró el enfoque de trabajar prioritariamente en las dos metrópolis urbanas de República Dominicana; Santo Domingo de Guzmán y Santiago de los Caballeros.
Metrópolis que acumulan las huellas urbanas y poblaciones más extendidas, como Santo Domingo, Distrito Nacional con 97 km2 y en Santiago de los Caballeros unos 115 km2, de superficie estimados. También acopian una amplia movilidad territorial; grandes vialidades, sistema modulares de transporte, parques industriales, de abasto y comercio, miles de instituciones públicas y privadas, aéreas de servicios públicos y privados, puertos, aeropuertos y otros ejes de atracción de poblaciones.
En este orden, a partir de ellas, o sea desde ambas metrópolis e incluso de desde dentro de ellas, valorar y normas sus diversas centralidades urbanas, sus sistemas verdes, sus sistemas montañosos, cuerpos hidrográficos y sus entornos metropolitanos y regionales y sus ciudades satélites, desde ahí expandir las normativas de ordenamiento territorial y uso de suelo en toda la isla.
De estas y otras consideraciones responderé en la matriz de sugerencias estructurada que de forma muy atenta y eficiente, nos ha remitido el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo y su Viceministerio de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Regional (VIOTDR), en la persona de Luis Ramón Valdez, director de ordenamiento territorial del MEPyD.
Los 14 procesos o planes nacionales de ordenamiento territorial recopilados por la revista electrónica de geografía y sociales “Sripta Nova” de la Universidad de Barcelona; Vol. VI, número 125, 1 de octubre de 2002. Así como el estudio sobre el ordenamiento territorial como opción de políticas urbanas y regionales en América Latina y el Caribe de CEPAL del 2001 y el análisis de políticas y prácticas de ordenamiento territorial en América Latina de autores independientes, ponen en evidencia todas las herramientas posibles en materia de ordenamiento territorial.
Hay normas estrictas, prohibiciones y vedas. Se registran formulaciones de políticas públicas y listas de intenciones y buenos deseos; igualmente como la formulación y creación de diversos órganos de Estado, tanto a nivel nacional, como en los municipios y regiones.
Lo que no se entiende muchas veces que en los hechos históricos y en la praxis real; no es lo mismo formular una Ley de Plan Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT), en Costa Rica (1954), Argentina (1977) o México (1970), que hacerlo en una isla del Caribe, como República Dominicana. Mientras otras naciones americanas tienen más de 50 años.
Aquí se le dio forma a partir de 1997 cuando el Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU), asume la responsabilidad de la planificación física y territorial. Entonces formular un PNOT en Costa Rica o México, es muy diferente que hacerlo aquí, los ticos y los mexicanos luego de años de políticas, normas y prácticas de ordenamiento territorial, que hacerlo aquí en esta isla.
Por definición, mientras en República Dominicana debiera imponerse la prohibición, la veda, la penalización y las sanciones territoriales, en naciones como las citadas anteriormente se pueden privilegiar la cultura y la educación ciudadana sobre ordenamiento del territorio. Aquí no puede ser así. El rigor debe imponerse sobre la flexibilidad, la sanción sobre la estimulación y las multas por encima de la flexibilidad
Reconocemos al MEPyD y su Viceministerio VIOTDR por la propuesta de Plan Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT). Se distingue que el doctor Domingo Matías, viceministro, en convergencia con 39 especialistas, facilitó la iniciativa resumida en 163 páginas. Luego de un diagnóstico de relativa objetividad, su capítulo 8, expone 5 lineamientos de políticas, que parecen más una lista de buenos deseos que genuinos instrumentos normativos con presupuesto de inversión pública objetiva.
El PNOT no debiera ser formulado como programa de gobierno alternativo, sino primero a lo primero, con políticas enfocadas en prevenir el uso anárquico del suelo.
El PNOT debiera fortalecer los municipios para que la herramienta pueda imponer un nuevo régimen de consecuencias en materia del uso riesgoso y exclusivamente pecuniario del suelo. El instrumento debiera ser examinado con rigor, tal como hicimos en el Cibao, aunque todavía nos faltó mucho tiempo. Excusas.
Por el contrario, el PNOT propuesto pretende apostar en materia de políticas públicas por un esquema de inversión pública en infraestructura, viviendas y servicios en zonas menos pobladas y con menor crecimiento urbano. Se obvia, el interesante abordaje de inversión, utilizado en los pasados cuatro años, donde se privilegian diversos ejes productivos de la isla.
Todavía falta madurez al PNOT para ser presentado al Consejo de Ministros y al Congreso Nacional dado que si se institucionaliza este plan, la inequidad territorial crecerá aceleradamente en zonas donde por su actual crecimiento poblacional y edificatorio, realmente requieren de urgente inversión.
Falta mucho más para que la zonificación propuesta privilegie áreas de altas vulnerabilidades sumadas a la protección de la base hidrográfica expresada en cuencas de ríos Nizao, Yaque del Norte y Yuna, que acumulan la mayor cantidad de presas y embalses. La zonificación de áreas de conservación y resiliencia debiera conciliarse con la inversión pública.
Finalmente, se incluyen herramientas utilizadas originariamente en el Plan Estratégico de Santiago (PES), cuya fuente no aparece citada. Tampoco los antecedentes, fortalezas y desafíos que refieran detalles de la lógica del primigenio Plan de Ordenamiento Territorial del Municipio Santiago (POTMSA). En la otra seguimos.
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