Cuando hablamos de migración, la palabra “humanitario” se usa con frecuencia para describir políticas que supuestamente buscan aliviar el sufrimiento. Pero los datos revelados por el Senado de los Estados Unidos, bajo la supervisión del senador Chuck Grassley, muestran una realidad escalofriante: lejos de proteger a los más vulnerables, miles de niños migrantes han sido colocados en situaciones de alto riesgo de abuso, explotación y tráfico humano.
Cifras que no se pueden ignorar

¿Humanitario… o una traición a la niñez migrante?

El informe del Comité Judicial del Senado detalla que:
•Más de 11,000 niños migrantes fueron entregados a patrocinadores no verificados —personas que no eran sus padres o tutores legales— sin que se realizara el requisito legal de huellas digitales o verificación de antecedentes.
•79,000 menores de 12 años fueron colocados en hogares sin estudios previos de seguridad; de los casos en que se recomendó un estudio, solo 61 se llevaron a cabo.
•El propio senador Grassley lo llamó “espeluznante”, acusando a la administración Biden de haber “cerrado los ojos ante decenas de miles de niños que necesitaban supervisión y cuidado adecuados”.
Estas cifras son más que estadísticas: son vidas de niños en juego, que cruzaron fronteras buscando protección y terminaron en manos equivocadas.
Casos extremos: cuando el abandono se convierte en peligro
Los testimonios y reportes incluyen ejemplos tan grotescos que parecen sacados de una pesadilla:
•Una mujer solicitaba repetidamente a más niños, siempre con direcciones distintas. En una ocasión, la dirección resultó ser un club de striptease; en otra, un terreno baldío con contenedores de metal.
•En un solo domicilio, las autoridades encontraron 42 niños registrados bajo el mismo patrocinador.
•Investigaciones posteriores identificaron niños trabajando en un cultivo ilegal de cannabis en California y casos de explotación sexual en Nebraska.
Estos no fueron errores administrativos de la administración Biden.  Son señales claras de redes de tráfico y explotación que se fortalecen cuando el sistema falla.
El espejismo de lo “humanitario”
La narrativa política ha repetido que abrir fronteras sin control es un acto de compasión. Pero, ¿cómo puede llamarse humanitario un sistema que abandona a decenas de miles de niños a potenciales abusadores y traficantes?
•El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) reconoció que perdió el rastro de cientos de miles de menores.
•Más de 233,000 no fueron inscritos en procesos migratorios adecuados, y 43,000 nunca se presentaron en corte.
Estos niños no desaparecen en el aire: caen en redes de explotación laboral, sexual o de narcotráfico.
Una pregunta para nuestra comunidad
Como migrantes, como seres humanos, debemos preguntarnos: ¿qué es verdaderamente humanitario?
•¿Abrir fronteras sin responsabilidad, dejando que nuestros niños sean entregados a desconocidos?
•¿O exigir un sistema de protección serio, con controles estrictos, que priorice la seguridad por encima de la política o la prisa administrativa?
El sufrimiento de un solo niño debería bastar para detenernos. Pero hoy hablamos de decenas de miles, muchos de ellos con rostros e historias que podrían ser los de nuestros sobrinos, nuestros vecinos, nuestros propios hijos.
Conclusión
El llamado de Grassley y de múltiples reportes oficiales no puede quedar en el vacío. Necesitamos una conversación seria: la verdadera compasión exige responsabilidad. Porque si en nombre de lo “humanitario” exponemos a los niños al abuso, entonces no estamos ayudando: estamos fallando.

Ronald L. Glass

Diplomático

Exdiplomático estadounidense | Líder de Desarrollo Internacional | Experto en Gobernanza, Seguridad Nacional, Estado de Derecho y protección de los Derechos Ciudadanos | Impulsando los intereses estadounidenses y la resiliencia institucional en Centroamérica. Ronald Glass es analista especializado en asuntos internacionales y amenazas emergentes, y autor galardonado del guion de ciencia ficción sobre inteligencia artificial “The Realms – Samsara.”

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