Una de las cuestiones más relevantes en Ser y Tiempo es el parágrafo sexto (§6) que resume lo que debió ser la segunda parte del libro y que nunca llegó a publicarse. El título del mismo tiende a generar un equívoco, ya que se denomina La tarea de la destrucción de la historia de la ontología. Interpretado literalmente suena que se propone acabar o aniquilar la historia de la ontología. Pero ese no es el significado. En su análisis de la obra de Heidegger Jorge Eduardo Rivera y María Teresa Stuven aclaran que el significado del título es “el des-montaje de esa historia. Y este des-montaje significa el estudio de esa historia a partir de las experiencias filosóficas que estaban a la base de todo lo que en la historia de la ontología se ha dicho”. Siendo precisos, dicha destrucción es la revisión a fondo de toda la historia de la ontología desde sus experiencias originales, y así evitar las tergiversaciones que el tiempo va sumando y oscureciendo a los propósitos explicativos originales.
Este parágrafo desde su título hasta el final de su exposición analiza la cuestión de la temporalidad en cuanto historicidad e historia, dos cuestiones que diferencia quirúrgicamente Heidegger. “El carácter de la historicidad es previo a lo que llamamos historia. La historicidad es la constitución de ser del "acontecer" del Dasein en cuanto tal, acontecer que es el único fundamento posible para eso que llamamos la "historia universal" y para la pertenencia histórica a la historia universal”. La historicidad es para Heidegger “un modo de ser tempóreo del Dasein mismo, prescindiendo de si éste es un ente "en el tiempo" y del modo como lo sea”. Y esto es debido a que “El ser del Dasein tiene su sentido en la temporeidad”. La historicidad no es la historia (historia universal) sino su modo propio de ser, el modo de ser tempóreo del Dasein.
El acontecer en cuanto constitución del ser del Dasein, eso que el llama historicidad, y en cuanto tal señala Heidegger que “en su ser fáctico, el Dasein es siempre como y "lo que" ya ha sido. Expresa o tácitamente, él es su pasado”. ¡Y no estamos hablado de la historia! Es en el acontecer donde los entes se manifiestan en su patencia y se diferencian en el espacio y tiempo, y el ser se diferencia de los entes. El Dasein en cuanto temporalidad es su pasado, en cuanto historicidad, pero el Dasein hace su ser desde sus posibilidades, desde su futuro (así lo explican certeramente Rivera y Stuven). La expresión de Heidegger de que “El Dasein "es" su pasado en la forma propia de su ser, ser que, dicho elementalmente, "acontece" siempre desde su futuro”, se interpreta de la manera en que acabo de señalar.
Interpretado lo afirmado como esfuerzo de investigación, “ya que toda investigación es una posibilidad óntica del Dasein”, la experiencia fundamental de la historicidad, en el evento, es lo que ya ha sido, pero a la vez hace lo que es desde las posibilidades que le son brindadas y construidas. Pero ese pasado no es anterior en contraposición a un futuro que le antecede, lo dice claramente, “Su propio pasado no va detrás del Dasein, sino que ya cada vez se le anticipa”. Lo interpretan con lucidez los dos autores que ya he incluido en este texto. “el modo del ser del Dasein apunta siempre, en primer lugar, hacia el futuro (…) pero esas posibilidades futuras están determinadas en el Dasein por su pasado”. Futuro (en cuanto posibilidad) y pasado (en cuanto determinación) son imposibles de separar para comprender la historicidad del Dasein.
Si el Dasein se comprende a sí mismo en relación a los entes, no es menos cierto que esa experiencia depende también de su pasado, pero no del pasado como individuo, sino como generación, como tradición, ya que la temporalidad en cuanto pretérito siempre es una experiencia social. Esa experiencia usualmente queda oculta para la mayor parte de los hombres y mujeres, ya que demanda un esfuerzo en “descubrirse en cierta manera y volverse objeto de un peculiar cultivo”. De la falta de esfuerzo por asumir esa experiencia, de existir de manera auténtica, en la mayor parte de los individuos, es que gana relevancia el conjunto de mitos, sesgos ideológicos, apelaciones a fenómenos sobrenaturales y pulsiones chovinistas.
Heidegger señala pues en ese punto que “el Dasein puede descubrir la tradición, conservarla e investigarla explícitamente”. El descubrimiento de la tradición y la averiguación de lo que ella "transmite" y del modo como lo transmite, puede ser asumido como tarea autónoma. El Dasein reviste entonces el modo de ser del cuestionar e investigar históricos. Lo histórico en ese contexto heideggeriano abarca todo el espectro de las ciencias sociales, ya que la naturaleza de historicidad del Dasein demanda investigar todo lo relacionado con el pasado y las posibilidades del futuro.
La ausencia de un serio proceso por investigar, en cuanto posibilidad óntica del Dasein, para encontrar el sentido de su existencia, sentido que únicamente aparece en la temporeidad, explica que la inmensa mayoría de la humanidad esté alienada de lo que es, y viven y mueren en el sinsentido. Eso permite la explotación intensa y la evasión de las responsabilidades políticas de los individuos. No es un hecho actual, prácticamente la historia universal es un estudio forense de esa patología, pero lo sentimos con mayor intensidad ahora por la explosión de las voces de miles de millones de seres humanos (y bots) en las redes sociales, hundidos en la ciénaga de la ignorancia y los prejuicios. Para favorecer semejante absurdo surge y se expande el odio a los que son diferentes, a los que creen en otras cuestiones, a los más pobres y vulnerables. La violencia es fruto de la ausencia de una reflexión sobre el sentido del Dasein. Y la inautenticidad convierte a la Historia en uso en relato mitológico para justificar ordenamientos inhumanos.
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