Heidegger fue profesor de alemán en el colegio Priory, cerca de Mackleton, Inglaterra. Llevaba en esa escuela dos años cuando desapareció, el mismo día lo hizo el hijo del duque de Holdernesse, el 13 de mayo de 1901. Heidegger era un tipo callado, en nada simpático, no se llevaba bien con sus colegas, ni con los alumnos. Su desaparición se supuso usando su bicicleta, una de marca Palmer, y fue descubierto al poco tiempo muerto con ella a cierta distancia del colegio. La referencia la brinda Arthur Conan Doyle en El regreso de Sherlock Holmes.
No me refiero a ese profesor Heidegger en este artículo. Hablo de Martín Heidegger, nacido el 26 de septiembre del 1889 en Messkirch, Alemania, un pequeño pueblo que no llega en la actualidad a los 10 mil habitantes y que se encuentra entre el Danubio y el Lago de Constanza. Nació y se educó en un ambiente profundamente católico, recibiendo la influencia de Conrad Gröber, que posteriormente seria arzobispo de Friburgo y que todas las referencias bibliográficas sobre la juventud de Heidegger señalan que le prestó la obra Sobre la múltiple significación del ente en Aristóteles de Brentano. Eso ocurrió en 1907. Cabe destacar que Heidegger y Gröber mantuvieron una relación de por vida, no sin conflictos y desencuentros.
Dos años después de ese bautizo intelectual con la lectura de Brentano, Heidegger se topa con las Investigaciones lógicas de Husserl e ingresa al noviciado de los jesuitas, camino natural si sumamos su catolicismo y su temprano interés por la filosofía. No dura más de un mes en la Compañía de Jesús por problemas de salud e ingresa al Seminario de Friburgo que tendrá también que abandonarlo luego de un año por recurrentes problemas cardíacos. A finales del 1911 el joven Martín decide abandonar todo intento de ser sacerdote y dedicarse a la filosofía. Incluso cuatro años después asumirá una postura más radical: es incompatible la filosofía con la religión.
En 1916 se convierte en asistente de Edmund Husserl. Por cierto, una candidata excelente en ese momento para el puesto era Edith Stein, quien al año siguiente aprobó su tesis doctoral en Filosofía. ¡La primera de una mujer en Alemania! Aunque algunos sostienen que fue Dorothea Schlözer la primera en alcanzar ese hito. El trato intelectual de Stein y Heidegger se fragua en torno a su maestro común. Hannah Arendt, otra filósofa de alto nivel, estuvo en esos años cercana al grupo que giraba en torno a Husserl, pero su vínculo afectivo con Heidegger es destacado con un volumen publicado el intercambio epistolar entre ellos.
El hito más relevante de la temprana historia de Heidegger en filosofía es su obra Ser y tiempo, publicada en 1927. El libro es en gran medida responsable de que se considere a Heidegger como el filósofo más importante del siglo XX, aunque en la tradición anglosajona se tienda a darle ese honor a Ludwig Wittgenstein. Más no nos engañemos, en este deportivo asunto de quien es el mejor filósofo las palmas las lleva Platón, de quien dirá Alfred North Whitehead que "Toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de la filosofía platónica." ¿Exagerado? Un poco. Semejante ocurre con Aristóteles que estableció principios tan relevantes de la lógica formal que al presente siguen teniendo absoluta validez.
Sin importar los criterios, nadie puede cuestionar el impacto de Heidegger en gran cantidad de autores desde los años 30 del siglo XX hasta la actualidad, unos discípulos, otros púgiles teóricos frente a sus tesis. Jean Paul Sartre, por ejemplo, lo divulga en gran parte de Occidente cuando en Alemania se le había prohibido enseñar luego de la Segunda Guerra Mundial. Ortega y Gasset antes de dicha conflagración mundial ya lo había difundido en lengua española.
En la vida de Heidegger su militancia en el partido Nazi y la aceptación del puesto de rector de la Universidad de Friburgo durante el gobierno de Hitler marcaría hondamente su trayectoria profesional y reputación. Se sabe con certeza que se afilió al partido Nazi en el mismo año que aceptó la rectoría, es decir el 1933, justo cuando Hitler fue nombrado Canciller (30 de enero del 1933). ¿Oportunismo? ¿Convicción ideológica? Difícil discernir lo que pensaba él en todo ese proceso, lo cierto es que abandona en breve tiempo la rectoría, menos de un año y no se le conoce desde ese momento hasta que los aliados ocuparon Alemania en 1945 ninguna actividad política, ni promoción del nazismo.
En Heidegger encontramos los primeros fundamentos profundos del existencialismo, aunque no fue él quien primero es reconocido como tal, ni le gustaba que se le denominara de esa manera. A la vez es en Heidegger que encontramos la trabazón esencial entre fenomenología y existencialismo, que por diversos caminos influenciará a muchos otros pensadores, dramaturgos, poetas y narradores.
Algunos nombres deudores de Husserl: Martín Heidegger, Edith Stein, Hannah Arendt, Karl Jasper, Jacques Derrida, Emmanuel Levinas, Paul Ricoeur, Max Scheler, Hans-Georg Gadamer, Ortega y Gasset, Manuel Maceiras a través de Ricoeur y Dussel a través de Levinas. Todos, en diversos grados, tendrán mucho que decir de Heidegger.
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