Los científicos han establecido que el humano moderno tiene más de 200 mil años de existencia y que en la antigüedad la gente duraba poco. Hasta la década de 1940, el promedio de vida era de alrededor de 40 años. Y gracias a  los avances en la ciencia de la salud y la tecnología; y  su extensión a casi  toda la humanidad, la esperanza de vida ha aumentado significativamente; y ya se cerca a los 80 años.

La fecundación, y sucesivas mutaciones genéticas dotan a algunos cerebros de vigorosas neuronas y extensos cableados y circuitos neuronales que permiten realizar esfuerzos y conquistar logros importantes, pero existen otros cerebros que apenas sirven para sostener la vida biológica.

Hasta hace poco se creía que el cerebro humano maduraba entre los 8 y 18 años, etapa en que se definía su personalidad, ya los científicos han demostrado que algunos cerebros siguen madurando después de los 30 años, y por la plasticidad cerebral algunos siguen cambiando y aprendiendo indefinidamente.

La ciencia y las evidencias revelan que los humanos son seres biosicosociales, lo que significa que son el resultado de la mezcla de la genética y las influencias psicológicas y  socioculturales; donde puede prevalecer lo orgánico o prevalecer lo social, y donde la educación desempeña un papel determinante.

El fanatismo, ya sea político o religioso, suele generar creencias y practicas irracionales e inhumanas; por lo que existen límites morales y legales impuestos por el poder político para garantizar la vida  y mantener el orden social y económico.

A lo largo de la historia se han producido enfoques que asignan papeles dominantes a unos factores frente a otros; como las tesis marxistas que plantean que, en última instancia, lo económico lo determina todo, incluido lo político, lo social, la conciencia, lo filosófico; y la que afirma que la pobreza engendra el crimen; tesis que han sido muy influyentes, y todavía algunos consideran que tienen validez.

Ahora, ofreceré un ejemplo del libro Elon Musk, publicado recientemente por el reputado escritor estadounidense Walter Isaacson; que ilustra la relación de los cerebros y sus aportes. Elon Musk nació, en Pretoria, Sudáfrica, en 1971, donde creció. Fue procreado por un africano blanco muy rico y una madre canadiense. De niño, sus maestros y relacionados lo percibían que se comportaba con retraso mental.

Y el mismo Musk, contaba, y lo confirmó su madre, que tenía Asperger, una forma de trastorno del espectro autista que puede afectar las habilidades sociales, las relaciones interpersonales, la conectividad emocional y la autorregulación. Era un soñador solitario que se sumergía en los libros durante nueve horas seguidas, incluso en fiestas. Tenía preferencia por la ingeniería, la física y la computación, pero no se centraba en recibir información. Finalmente, se graduó en Economía y Física en la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.

El magnate empresario Elon Musk relata que reinventó los vehículos eléctricos; envió personas al planeta Marte en una nave espacial; que ha impulsado la inteligencia artificial a través del proyecto Chatgpt; por lo que no podían esperar que fuera tranquilo y normal. Lo consideran uno de los hombres más ricos del planeta y, en esta semana, anunció que su empresa Neuralink realizó el primer implante o conexión de un pequeño dispositivo a un cerebro humano que influirá en la mente y cambiará la vida de muchas personas.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván.