El sistema eléctrico dominicano atraviesa una crisis que ya no se puede ocultar. Los apagones de varias horas han regresado, los usuarios se quejan con razón, y el Estado continúa transfiriendo miles de millones de pesos cada año para cubrir dos subsidios que distorsionan el sector: uno a las tarifas, para que la ciudadanía no pague el verdadero costo de la electricidad, y otro a las distribuidoras, para que puedan sobrevivir con niveles de pérdidas que superan el 40%.

Esta política de subsidios ha tenido un efecto perverso: por un lado, se evita la indignación inmediata de los usuarios al mantener la tarifa artificialmente baja; por el otro, se protege a empresas distribuidoras que no tienen incentivos a reducir pérdidas, mejorar su gestión ni invertir en ampliar y modernizar sus redes.

Un simple ejercicio muestra la magnitud del problema. Si las distribuidoras hubieran operado en 2024 con pérdidas de apenas un 12% —un nivel razonable y alcanzable en la región— habrían podido facturar y cobrar cerca de 17,400 GWh de electricidad. Con esos ingresos, y aplicando la tarifa técnica en lugar del margen reducido que hoy se utiliza, el Estado no tendría que cubrir déficits tan abultados, y las empresas habrían generado beneficios suficientes para pagar miles de millones de pesos en Impuesto Sobre la Renta.

La realidad es otra: como la tarifa técnica no se aplica, el margen de facturación se reduce a niveles mínimos (apenas 1.69 centavos de dólar por kWh). Eso significa que el país subsidia tanto a usuarios como a empresas, mientras se posterga una reforma que ya no admite más demoras.

La consecuencia está a la vista: un sistema que no satisface la demanda, apagones prolongados que afectan hogares y negocios, y un Estado que continúa drenando recursos fiscales que podrían destinarse a salud, educación o seguridad.

La política debe enfrentar esta realidad con valentía. Una reforma integral del sector eléctrico no solo es deseable, sino inevitable. Esa reforma debe contemplar:
– Aplicación gradual de la tarifa técnica, acompañada de un esquema focalizado de subsidios solo a los usuarios vulnerables.
– Metas obligatorias de reducción de pérdidas, con sanciones y premios claros para las distribuidoras.
– Transparencia en las finanzas del sector, de modo que los ciudadanos vean con claridad cuánto se factura, cuánto se cobra y cuánto se pierde.
– Un plan de inversión en infraestructura y gestión que devuelva al sistema la capacidad de atender la demanda sin recurrir al racionamiento.

La electricidad es la columna vertebral del desarrollo. Sin un sistema eléctrico confiable y financieramente sano, la República Dominicana seguirá atrapada en un círculo vicioso de apagones, subsidios y déficits. La clase política tiene en sus manos la decisión: continuar con los parches o asumir la reforma de fondo que el país necesita.

José Ramón Acosta Pujols

Ingeniero

José Ramón Acosta Pujols es Ingeniero Electricista del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y Master of Science in Electrical Engineering de Ohio State University. Ha participado en diversos cursos, seminarios y talleres sobre temas técnicos, regulatorios, gerenciales y administrativos relacionados con su carrera. Desde 1975 trabaja en el sector eléctrico. Fue Jefe del Departamento de Recursos Energéticos del Instituto Dominicano de Tecnología (INDOTEC) y asesor del Banco Central en asuntos energéticos en el Departamento de Estudios Económicos de esa institución, en el período de 1975 a 1979. En 1979 fue designado por Decreto Presidencial Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Política Energética. Organizó y dirigió esa institución desde junio de 1979 hasta junio de 1985. En ese período fue miembro Ex Oficio del Consejo de Administración de la Corporación Dominicana de Electricidad, presidió por un año la Junta de Expertos de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y fue miembro de un Comité de Energía Ad Hoc de CEPAL. Desde 1985 al 2003 ejerció la profesión de manera independiente. Desde el 2003 hasta noviembre del 2020 laboró para la Superintendencia de Electricidad (SIE) en varias posiciones: Asesor del Consejo SIE (2003 - 2005), Director del Mercado Eléctrico Minorista (2005-2012) y desde octubre 2012 hasta noviembre del 2020, como Director de Regulación. Es Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana en el capítulo de ciencia y tecnología. Por sus contribuciones en el sector energético en 1982 recibió el reconocimiento de Joven Sobresaliente concedido por Jaycees 77. Ha sido coordinador de programas de asistencia técnica para el sector energético financiados por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), USAID y OEA. Ha realizado investigaciones y estudios especiales sobre el sistema eléctrico dominicano y las energías renovables publicadas local e internacionalmente. Ha impartido seminarios, talleres y dictado charlas y conferencias en el país y en el extranjero. A nivel académico ha sido profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, la Universidad Pedro Henríquez Ureña y FUNGLODE. Le interesa la protección del medio ambiente y los recursos naturales. Es presidente de la Junta de directores de FLORESTA Incorporada, tesorero de la Junta Directiva de PRONATURA.

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