Incertidumbre y nostalgia son los signos distintivos del presente. Hoy, como nunca, los cambios son trepidantes y se suceden uno tras el otro, sin que se tenga un tiempo de calidad para procesarlos y sacar conclusiones mínimamente convincentes. Esta circunstancia provoca varias actitudes/interpretaciones y/o justificación de los hechos y posiciones de muchos en la esfera de la política, sobre todo en el extenso abanico de sectores que se reclaman progresistas. Para muchos, el tiempo de la certidumbre ha pasado sin que un significativo número de ellos se haya dado cuenta. Otros sí lo han entendido, pero no logran encontrar una respuesta/propuesta a una realidad en incesante cambio.
Como dice Hobsbawum, es evidente que a partir de los 80, acentuándose en los 90 con el colapso del socialismo soviético, a falta de un sujeto que impulse el cambio, el amplio espectro progresista/marxista se ha quedado sin alternativa viable a un sistema capitalista que, a pesar de eso, vive un proceso de resquebrajamiento de las bases que lo sostiene sin que se sepa en qué esto podría terminar. No sólo el ultraliberalismo y las fuerzas anti sistémicas amenazan estados como Argentina o Estados Unidos, entre otros, sino que las bandas criminales desguazan estados, como Ecuador, e imponen su ley en vastas regiones de varias naciones, distorsionando las funciones de las autoridades electas, la Justicia y la economía.
En ese complejo contexto, en diversos países se ha ensayado la integración de mayorías con la participación de fuerzas políticas de signos de izquierda, progresistas y de centro, que han logrado resultados nada desdeñables a pesar de que generalmente han sido de duración relativamente corta. Sin que falten experiencias de mayoría compuestas por fuerzas predominante o únicamente de izquierda o progresistas. En nuestro país, sectores de esas orientaciones se han integrado a procesos de formación de mayoría electorales con fuerzas predominantemente de centro, pero dado su debilidad orgánica, política y social los resultados de esas experiencias, en todas sus expresiones, han sido globalmente decepcionantes.
La raíz de ese mal hay que buscarlo no sólo en la inexistencia de propuestas viables, sino, básicamente, porque la participación de los referidos sectores en la conformación de esas mayorías ha sido dispersa. Cada uno con sus particulares posiciones o intereses. Casi nunca con un mínimo de unidad programática de diseño común, por eso esas alianzas electorales no se han traducido en alianza de gobierno. Por lo menos. En algunos países esas fuerzas han participado unidas en gobiernos con partidos o movimientos de centro, pero a pesar de ser factor determinante en algunos logros que favorecen a la población más vulnerables, su división ha determinado la salida del gobierno de algunos de ellos.
Aquí, para las próximas elecciones se ha oficializado una alianza entre partidos de las esferas progresistas con el partido de gobierno, y aunque se mantiene la propensión de los primeros andar cado por su lado, si se sabe aprovechar el contexto en que esta alianza se produce los resultados podrían ser decisivos. Para todos. En tal sentido, ha de destacarse el factor Guillermo Moreno que, asumiendo la ética de la responsabilidad, se presenta como candidato a senador por el DN en la boleta del PRM. Por ser conocedor a fondo del sistema y poder judicial y vertical en la lucha contra la corrupción, podría impactar positivamente no solo en el Congreso, sino en la consolidación y ampliación de los logros del gobierno en materia de transparencia de los procesos de compra y contrataciones y del manejo de los fondos de áreas administrativas claves.
Por consiguiente, tanto el Ejecutivo y el gobierno, como los partidos progresistas aliados tienen la oportunidad de aprovechar experiencias de alianzas de magros resultados y de esa manera potenciar las ya hechas, fortaleciéndolas con otras aún posibles. Por ejemplo, los sectores progresistas no deben limitar sus objetivos a simples puestos congresuales o municipales, deben pujar por puestos en esferas importantes del gobierno y este tener presente que tiene en puestos decisivos a figuras que por su trayectoria de compromiso por los mejores intereses del país y sus solvencias personal y profesional son tan o más progresistas que muchos que se reclaman de esa corriente.
Las posibilidades de éxitos de la referida alianza descansan en la conjugación de esos factores y en el diseño de iniciativas mínimas en temas de seguridad ciudadana, medio ambiente, migratorio, inclusión social, empleo de calidad para los jóvenes que buscan insertarse en el sistema productivo, proyectos de reformas políticas, en la gestión de territorio y de lo urbano. Es importante tener presente que aun con sus evidentes malos resultados, en términos globales, no pocos gobiernos social demócratas tienen logros que exhibir en temas de derechos ciudadanos en sentido lato debido a las luchas que, en el tiempo, desde fuera o dentro de esos gobiernos, han desarrollado sectores de izquierda. Estos limitan la voracidad del gran capital en los gobiernos.
En estos tiempos de quiebra de las ideas/certidumbres, la imaginación y la audacia política constituyen elementos claves para poner freno al descalabro y a esa nostalgia (de los nostálgicos) que entierra la utopía, como dice el poeta y cantautor italiano Fabrizio De André.