Conozco a Guido desde que salió del vientre de su madre (mi eterna camarada Carmen Mazara), porque cuando vio la luz del mundo exterior el 14 de febrero del 1967, yo ya era militante del partido liderado por su padre, Maximiliano Gómez Horacio (El Moreno), el Movimiento Popular Dominicano (MPD).

Lo vi sufrir la pérdida de su progenitor con apenas cuatro años, tres meses y ocho días de existencia, un fatídico 23 de mayo de 1971.

Lo he visto levantarse y romper barreras, de la mano amorosa y férrea de su madre, para colocarse en el sitial que hoy ocupa en la sociedad política dominicana.

Desde sus primeros pasos en la vida política partidista hacen 37 años, en la campaña de Licdo. Jacobo Majluta (1986), he sido una especie de su protector, aliado y conductor de una parte importante de sus proyectos políticos.

Por razón histórica nunca me he negado a apoyarlo cuando me ha planteado un proyecto razonable, posible y alcanzable. Cuando no hemos coincidido se lo he manifestado, sin que esas diferencias nos hayan distanciado.

Guido ha sido un político exitoso, pero también, ha tenido períodos de estancamiento y descenso que siempre ha logrado superar y resurgir de nuevo por sus excepcionales condiciones, como lo es en los actuales momentos.

Amparado en el primer derecho de ciudadanía, consagrado en el artículo 22; Numeral 1 de nuestra Constitución, y del artículo 11 literal a), de los estatutos del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que consagran el derecho a elegir y ser elegido, Guido decidió participar en las primarias escogidas por el partido y organizadas por la Junta Central Electoral, para la escogencia de su candidato presidencial; y pese a los vaticinios, le fue bien, creo que muy bien.

Guido, logró convertir su simpatía en adhesión a través del voto en las 32 provincias, los 158 municipios y los 235 distrito municipales.

Los 53.904 votos emitidos a su favor distribuidos en las 5,149 mesas que funcionaron en todo el país, da una media de 10.47 votantes por mesas (que ejercieron el voto a su favor), cifra nada despreciable cuando han habido casos de candidatos presidenciales que en pasados procesos no han conseguidos ni el voto de sus delegados en muchos colegios electorales.

Un 5 % es lo que la ley 33/18 sobre Partidos, Agrupaciones y Movimientos exige para que una entidad política se considere mayoritaria, de ahí la magnitud de la azaña lograda por Guido y el equipo de sargentos que lo acompañó.

Como buen demócrata, Guido, sin ningún tipo de mezquindad ha reconocido el triunfo del presidente Abinader y la buena organización del proceso por parte de la JCE.

Para Guido y el equipo que lo acompañó, las primarias quedaron atrás, esa página debe ser pasada, aprovechando los espacios ganados en buena lid para consolidar sus aspiraciones futuras.

Es hora de lograr compactar todas las fuerzas del partido y avanzar unidos hacia la victoria en el 2024.

Hoy Guido es una realidad, dejó de ser una quimera, una ilusión para convertirse a lo interno del partido en un proyecto viable de cara al futuro. Lo demás dependerá de él.

Actuar con serenidad, sin estridencia, pero con perseverancia, podrían ser la clave para lograr las grandes metas de su futuro político.

¡¡Eche pa’lante campeón!!