La historia universal ofrece figuras luminosas que, desde realidades y tiempos distintos, encarnaron la lucha por la dignidad y la libertad de sus pueblos. En el Caribe, el Cacique Guarocuya –más conocido como Enriquillo-, en la India Mahatma Gandhi, y en África Nelson Mandela, entre otros, representan ejemplos paradigmáticos de resistencia frente a la opresión, aunque separados por siglos y continentes, sus trayectorias revelan un hilo común: la convicción de que la libertad es un derecho inalienable y que la resistencia, pacífica o armada, se justifica cuando la tiranía pretende sofocar el espíritu humano (Borda, 2018; Ellis, 2023).

Guarocuya, heredero de la nobleza taína, vivió los primeros embates de la colonización española en la isla de La Española. Educado en conventos, conoció la lengua y las leyes de Castilla, pero también padeció la injusticia del abuso colonial. Su levantamiento en la Sierra de Bahoruco (1520-1533) no fue un mero acto de rebeldía, sino una guerra de supervivencia y dignidad frente al despojo y la esclavitud (Moya Pons, 2010). A diferencia de otros caciques que perecieron en las primeras resistencias, Guarocuya supo combinar estrategia militar con diplomacia, hasta alcanzar la firma de un tratado que reconocía la libertad de los suyos. Fue, en efecto, el primer líder indígena del continente en lograr un acuerdo político con la Corona española (Cassá, 1992).

Siglos después, en un escenario diferente, Mahatma Gandhi levantó la bandera de la no violencia como método de emancipación. Frente al poder colonial británico, mostró que la resistencia moral, la desobediencia civil y la coherencia ética podían movilizar a millones sin necesidad de recurrir a la violencia sistemática (Dalton, 1993). Su liderazgo no solo liberó a la India, sino que inspiró movimientos globales de derechos civiles.

En el siglo XX, Nelson Mandela, tras 27 años de prisión bajo el régimen del apartheid, se convirtió en símbolo de la resiliencia humana y de la reconciliación nacional. Su lucha combinó la resistencia política y armada en sus inicios con una visión de unidad que evitó la guerra civil en Sudáfrica. Al salir de la cárcel, lejos de buscar venganza, eligió el camino del perdón y la construcción democrática (Mandela, 1994; Lodge, 2006).

La semejanza entre Guarocuya, Gandhi y Mandela se encuentra en el carácter ético y trascendente de sus luchas. Todos enfrentaron imperios o sistemas opresores; todos supieron que la dignidad humana vale más que la vida misma; y todos dejaron una lección a la humanidad: los pueblos pueden ser sometidos, pero nunca derrotados si conservan la conciencia de su libertad.

La historia enseña que ningún poder, por más violento o sofisticado que sea, puede perpetuarse contra la voluntad de los pueblos. Los tiranos, sean colonizadores, dictadores o regímenes discriminatorios, deberían comprender que la represión es apenas un espejismo de control. Tarde o temprano, la verdad, la justicia y la memoria de los pueblos emergen con fuerza incontenible. Guarocuya, Gandhi y Mandela demuestran que la libertad puede tardar, pero siempre llega.

A lo largo de los tiempos innumerables figuras se han levantado en los más diversos rincones del mundo exigiendo espacios para la libertad. Los protagonistas de esta historia son apenas tres colosos que simbolizan, desde contextos distintos, la misma aspiración universal: vivir con dignidad y sin cadenas. Su ejemplo nos recuerda que la verdadera grandeza no se mide en poder material ni en dominio militar, sino en la capacidad de inspirar, resistir y transformar la historia con justicia y esperanza. Todos nos han legado lecciones imperecederas y hazañas fructíferas, que hoy constituyen faros de orientación frente a las sombras de la tiranía. La conclusión es clara: la libertad es un bien invencible y eterno, y todo régimen que intente sofocarla está condenado a sucumbir ante la fuerza moral de los pueblos que, tarde o temprano, siempre se alzan para reclamarla.

Quien gobierna con crueldad escribe su nombre en la arena del desprecio; quien gobierna con justicia y respeto, lo inscribe en la roca de la eternidad.

Justo Del Orbe

General retirado

Justo Del Orbe Piña, Gral. ®, Ejercito de República Dominicana, Historiador Militar. Geo-politólogo.

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