Reconforta la declaración del vicepresidente de relaciones interinstitucionales del Grupo Puntacana, Simón Suárez, sobre lo diferente que debe ser la incursión de la poderosa empresa turística en la construcción del destino turístico Cabo Rojo, en Pedernales, en calidad de socio estratégico como Consorcio Cabo Rojo.
Él ha dicho que será un reto superior al que han asumido con inversiones en el norestano municipio Miches, provincia El Seibo, en la costa atlántica, a donde se ha expandido desde la punta de la provincia La Altagracia con la ejecución de dos proyectos hoteleros de calibre internacional. Precisa que aquella es una demarcación favorecida por la cercanía de infraestructuras establecidas fundamentales para el desarrollo turístico.
El influyente ejecutivo ha asegurado a Arecoa que no irán a improvisar a un destino emergente como el de Pedernales, tras recordar que el GPC no es mago ni hace magia, sino que acumula 55 años de experiencia y con perspectiva de crecimiento.
Ciertamente, el enfoque en el destino Cabo Rojo, Pedernales, debe ser diferente, pero no solo porque carece de infraestructuras cercanas y se ha precisado construirlas. El proyecto diseñado parte de cero y, si se cumple el texto que lo fundamenta, propugna un turismo sostenible, no masivo, muy diferente a los desarrollos de Punta Cana y Miches, del GPC.
Con ello, el Gobierno se ha planteado apalancar el desarrollo integral con participación comunitaria. Y ha garantizado protección de los recursos naturales, bajo impacto al medioambiente, mínima producción de carbono y otros gases invernadero, cero plásticos.
La provincia tiene comprometido en parques nacionales casi el 70 por ciento de sus 2,080 kilómetros cuadrados de territorio, aparte de otras áreas protegidas aunque con menor restricción.
El GPC/CCR, por tanto, no debería circunscribirse a las cuatro esquinas del área hotelera y el aeropuerto internacional, en la zona de Cabo Rojo, 23 kilómetros al sureste del municipio cabecera y a 15 minutos del aeropuerto internacional en construccióno. Le haría bien ampliar la mira y, desde ahora, acompañar a los municipios Pedernales y Oviedo, dialogar y colaborar con ellos en sus proyectos, dejar huellas.
Diferente a la génesis de los polos existentes en el este y el norte, el incipiente destino Pedernales tiene la orientación de las matrices de un plan maestro y una meridiana conceptualización de lo sostenible y de desarrollo integral.
Tal enfoque manda a prevenir la creación de un enclave con la dicotomía de una “ciudad de lujo” (Cabo Rojo) versus “ciudades del padecimiento” (los dos municipios). Sería fatal.
En ese contexto, es fundamental la participación comunitaria entendida como el protagonismo de la gente del destino en los procesos. Como fundamental es la modernización del municipio capital de la provincia con base en el Plan de Ordenamiento Territorial Turístico (POTT), así como el desarrollo sociocultural. Deuda pendiente.
A la fecha, el crecimiento urbano ha sido anárquico y ninguna institución se ha preocupado por dotar de instrumentos a la academia y la banda de música, pese a la tradición de músicos del pueblo. Ninguna se ha ocupado de los plays con aspecto de chiqueros, pese a la pasión deportiva del pedernalense. Mucho menos por la construcción de proyectos habitacionales, remozamiento del entorno urbano e intervención de las comunidades agrícolas.
La comunicación debería ser vista como un eje transversal del proceso in situ, no como gastar dinero en parafernalias mediáticas operando desde la capital muchas veces con desconocimiento supino sobre las necesidades y la cultura de estas comunidades del extremo suroeste. Fuegos de artificio que benefician a particulares, pero abonan la incomprensión y ocultan temporalmente el conflicto social, potenciándolo cuando rebrotan.
El diálogo sincero y oportuno en el marco de la planificación situacional de la comunicación previene y baja conflictividad social.
Una verdad de a puño que, sin embargo, ha hallado escasa comprensión por parte del Gobierno en tanto promotor y desarrollador del proyecto turístico mediante alianza público-privada.
Un camino que debería evitar el socio privado que acaba de integrarse en medio del desbordante derroche de “amor” que ahora brota por todos lados hacia el Pedernales ayer olvidado y despreciado.
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