Los riesgos que ocasionan desastres tienen, muchas veces, sus causas en factores sociales y ambientales; ocurren de forma combinadas como detonantes, impactando seriamente el desarrollo de las comunidades.
Los municipios y provincias del país están conformados por pequeñas y grandes comunidades que, por lo general, se encuentran habitadas por personas. Un conglomerado humano que interactúa con diversos entornos ambientales dinámicos y productivos.
Es en esos entornos ambientales las autoridades locales planifican el desarrollo para el bienestar de la población, y por tratarse de personas y planes de desarrollo, especialmente en el nivel provincial y municipal, hay que considerar la integración de todos los aspectos que contribuyan al fortalecimiento de las iniciativas de avance común en beneficio de la población.
Los riesgos socioambientales lamentablemente estarán siempre presentes en todos los espacios, con su dimensión y amplificación que superan las capacidades de gestión. Sin embargo, cuando se involucra a la sociedad en acciones de bienestar colectivo los resultados se traducen en mejoras positivas.
El esquema de gestión convencional del riesgo ha sido utilizable en el tiempo. El conocer y comprender los riesgos que ocasionan desastres es la principal tarea de las autoridades locales y de emergencias; eso hace posible lograr identificar los peligros y organizar a la población de manera correcta para garantizar un abordaje estratégico puntual.
Organizadas las autoridades y comunidades que componen el territorio, se realiza un análisis que determina las probabilidades de impacto de dicho peligro. Controlar los riesgos para tomar medidas de reducción o eliminación del golpe nos llevan a ser prospectivos, es decir, ir delante minimizando los peligros.
Revisar periódicamente lo que pasa para adaptar a la población y continuar hacia delante es la clave perfecta de gestionar los riesgos socioambientales. Caminar delante reduciendo el riesgo es una labor clave de desarrollo sostenible.
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