La propagación intencional de falsedades no es un acto aleatorio, sino que a menudo está arraigada en sesgos motivacionales y cognitivos específicos que influyen en cómo los individuos procesan e internalizan la información. Si bien la desinformación puede surgir y propagarse sin una posición previa, especialmente debido a la falta de conocimiento, el enfoque aquí recae en la desinformación, que tiene la intención explícita de engañar. Esta intencionalidad a menudo se deriva de motivaciones humanas fundamentales como la búsqueda de valor, control y verdad, las cuales pueden distorsionarse en el contexto de la creación y difusión de narrativas falsas. Los individuos pueden generar y diseminar desinformación para asegurar resultados deseados, ejercer control o preservar un statu quo favorable, lo que potencialmente aumenta su influencia y dominio.

Además, la persistencia de la desinformación, incluso después de ser desmentida, está bien documentada y arraigada en estos sesgos motivacionales y cognitivos. Los mensajes correctivos a menudo no logran mitigar los efectos de las falsedades, lo que sugiere que el propagador original podría anticipar esta resiliencia. Este fenómeno de la persistencia de la desinformación, a pesar de los esfuerzos por desmentirla, indica que los impulsores subyacentes son más potentes que una simple incomprensión o un deseo de atención transitoria. Implica que el propósito de difundir las falsedades no es meramente "informar", sino lograr otros objetivos psicológicos más profundamente arraigados que son resistentes a la evidencia contradictoria.

El efecto de verdad ilusoria (Illusory Truth Effect, ITE), donde la exposición repetida a información falsa lleva a su aceptación como verdad, juega un papel significativo en este fenómeno. Incluso una sola repetición puede aumentar la percepción de verdad, y las repeticiones posteriores amplifican este efecto, haciendo que los individuos sean más vulnerables a la manipulación. Este atajo cognitivo, impulsado por la fluidez de procesamiento y la familiaridad, puede llevar incluso a individuos bien intencionados a difundir mitos sin saberlo, pero es particularmente potente cuando lo utilizan aquellos con intención maliciosa.

La pereza cognitiva, una tendencia a depender de atajos mentales o heurísticas en lugar de participar en una evaluación analítica y deliberativa, contribuye aún más a la formación de creencias falsas. Esto significa que los creadores de contenido pueden diseñar sus narrativas para que sean fácilmente digeribles y emocionalmente resonantes, eludiendo los procesos de pensamiento crítico en su audiencia. La naturaleza deliberada de la desinformación implica que los YouTubers e Influencers no solo están difundiendo falsedades, sino que están explotando estratégicamente vulnerabilidades cognitivas conocidas, como el efecto de verdad ilusoria y la pereza cognitiva en su audiencia. Si un YouTuber o Influencer es consciente de que la información es falsa, pero también sabe que la repetición hace que la información falsa se sienta verdadera para la audiencia, y que las audiencias son propensas a la pereza cognitiva, entonces su diseminación intencional de falsedades es una estrategia calculada para incrustar estas mentiras. Esto no se trata solo de su propia creencia, sino de manipular la percepción de la verdad de la audiencia.

La difusión pública de una mentira, especialmente en una plataforma como YouTube, crea una fuerte motivación para que el mentiroso internalice la mentira como verdad. Esto representa un bucle de retroalimentación: el acto público de mentir refuerza la creencia interna, haciendo que el "saber" inicial sea menos relevante con el tiempo.

Más allá de la simple repetición, otros "pecados de la memoria" contribuyen a la formación y persistencia de creencias falsas. Estos incluyen la distracción, donde la falta de atención conduce a errores cognitivos, y la atribución errónea, donde los sentimientos de facilidad de procesamiento (fluidez, familiaridad) de la exposición previa se utilizan incorrectamente para inferir la verdad. Si bien el procesamiento analítico puede mejorar el discernimiento de la verdad, el entorno en línea a menudo presenta obstáculos, ya que la información falsa puede imitar las características de la información verdadera. Un proceso psicológico crítico es la disonancia cognitiva, que surge cuando las creencias y acciones de una persona se contradicen. Cuando una persona miente, especialmente si es una mentira significativa, experimenta malestar mental.

Una forma sencilla de evitar la incomodidad de haber mentido es creer que la mentira es la verdad. Este proceso, a menudo inconsciente, puede llevar a una "amnesia poco ética", donde los recuerdos de las malas acciones se vuelven menos claros, lo que potencialmente conduce a la repetición de la deshonestidad. Los estudios demuestran que quienes mienten con frecuencia son más propensos a creer sus propias mentiras. Cuando una mentira se comparte públicamente, se convierte en una "verdad colectiva" para el mentiroso, lo que lo motiva aún más a memorizarla y creerla para evitar la detección y mantener la coherencia. La difusión pública de una mentira, especialmente en una plataforma como YouTube, crea una fuerte motivación para que el mentiroso internalice la mentira como verdad. Esto representa un bucle de retroalimentación: el acto público de mentir refuerza la creencia interna, haciendo que el "saber" inicial sea menos relevante con el tiempo.

Finalmente, el concepto de desvinculación moral explica cómo los individuos racionalizan comportamientos inmorales, permitiéndoles eludir los límites éticos y morales sin sentir angustia o afectar negativamente su autoimagen. Los mecanismos clave incluyen la justificación moral (enmarcar el comportamiento dañino como al servicio de un propósito moral superior), el etiquetado eufemístico (usar un lenguaje benigno para actos destructivos), la disminución de la responsabilidad personal (difundir la responsabilidad) y la deshumanización de las víctimas. Este proceso desconecta las auto-sanciones, lo que permite a los individuos participar en conductas poco éticas mientras preservan una autopercepción positiva. La desvinculación moral proporciona el "desvío" psicológico para evitar la culpa o la disonancia cognitiva que surgiría al difundir falsedades a sabiendas. Al emplear mecanismos como la justificación moral ("Estoy haciendo esto por un bien mayor, exponiendo la corrupción"), la minimización de las consecuencias ("son figuras públicas, pueden soportarlo") o la deshumanización de las víctimas ("de todos modos son inmorales"), los individuos pueden eludir su brújula moral interna. Esto les permite continuar con el comportamiento sin angustia interna.

José M. Santana

Economista e investigador.

Jose M. Santana Investigador Asociado del Profesor Noam Chomsky de MIT. @JoseMSantana10

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