El 11 de abril 2025 publiqué el artículo “Plan Marshall” donde indicaba que, finalizada la Segunda Guerra Mundial, George Marshall, secretario de Estado de Estados Unidos, concibió e implementó el Plan histórico que lleva su nombre que consistió en otorgar ayuda financiera para recuperar los países europeos que habían sido destruidos en esa contienda. Con esa ayuda se logró la recuperaciónn de Europa convirtiendo las ruinas en naciones preparadas para ofrecerles a sus ciudadanos empleos, ayuda económica, alimenticia y educativa. La ayuda abarcó todas las naciones, incluyendo Alemania que había provocado la Segunda Guerra Mundial. Japón bombardeó traicioneramente a Pearl Harbor, pero perdió la guerra y ganó la posguerra gobernada por MacArthur, quien estableció una constitución progresista para crear la democracia allí, además pudo recuperar toda la industria de esa nación. Tiempo atrás la revista americana Foreign Affairs había publicado de Pete Ryan, Evaluación de un Plan Marshall para Energía Limpia, cuyos temas fundamentales ponían de relieve que la lucha contra el cambio climático puede renovar el liderazgo estadounidense actuando en el contexto de transición hacia energía limpia que sigue siendo el desafío planetario más importante.
También este asunto presenta la mayor oportunidad económica, pues este podría ser el mayor evento de formación de capital en la historia humana y le presenta a los Estados Unidos la oportunidad de liderar ese evento pues, gracias a su poder e influencia sin precedentes, Washington mantiene una capacidad única y un imperativo estratégico para dar forma a los resultados mundiales como propósito.
Washington reconoció esa oportunidad cuando aprobó la ley de reducción de la inflación, la mayor inversión del mundo en tecnologías de energía limpia en su propio país. Ahora es el momento de llevar este liderazgo al escenario mundial de una manera que se promuevan los intereses de Estados Unidos apoyando a sus países alineados. Los Estados Unidos no necesitan crear un nuevo poder para hacerlo. Hace 78 años, también enfrentando un orden mundial para jugar un rol como competidor de superpotencia emergente determinó que el presidente Harry Truman y el secretario de Estado George Marshall lanzaran en 1948 un ambicioso esfuerzo para reconstruir las economías europeas. El Plan Marshall de1948, fue, de hecho, un programa industrial en que Estados Unidos actuaba como un socio generoso para los europeos mientras promovió la industria de interés estadounidense. Generaciones después ese plan se entiende, con razón, como uno de los grandes éxitos de la posguerra. Aunque los desafíos actuales son indudablemente diferentes los Estados Unidos deberían extraer lecciones de ese período de posguerra y lanzar un nuevo Plan Marshall, esta vez para la promoción global a la energía limpia.
Al igual que el Plan Marshall ayudó a los países devastados por la Segunda Guerra Mundial, el nuevo Plan Marshall debería tener como objetivo ayudar a los países más vulnerables al respecto del Cambio Climático: los países en desarrollo, los mercados emergentes necesitarán acceso a capital y tecnología baratos para alejarse de los combustibles fósiles, suficientemente rápido como para detener el calentamiento global.
Los Estados Unidos vuelven a tener la oportunidad de ayudar a otros mientras se ayudan a sí mismos. poner a sus propias instituciones recientes al frente y al centro de la transición energética que generará ocupación y crecimiento.
La inversión en energía limpia de Estados Unidos alcanzó 17.4% de la inversión privada fija de estructuras y equipos en el primer trimestre del 2024, llegando a 40,000 millones de dólares, frente a 15,000 millones de dólares en primer trimestre de 2021. La inversión en tecnologías energéticas emergentes, como la energía de hidrógeno y la captura y almacenamiento de carbono aumentó 1000% de 2022 al 2023. Además, la inversión en la fabricación de la cadena de suministro de baterías aumentó casi 200% durante el mismo período.
Al crear mercados probables para sus propias industrias de energía limpia innovadoras, Estados Unidos puede escalar estas ganancias económicas y fortalecer el apoyo nacional para un cambio energético, que no siempre ha sido fácil de vender a los votantes.
La fractura de orden mundial y las ominosas crisis climáticas implicaran algunos peligros en las posibles tensiones entre los dos acontecimientos. Pero también proporcionarán una apertura para que Estados Unidos despliegue su innovación y capital de una manera generosa, pragmática y sin culpabilidad.
Compartir esta nota