Debido a la crisis humanitaria que vive la Franja de Gaza en respuesta al ataque del 7 de octubre de 2023, diferentes naciones se han unido con el compromiso de reconocer el Estado palestino para mantener la paz social entre Israel y Palestina. En dicha crisis humanitaria ha habido genocidio y hambruna. Sin embargo, existen una serie de retos y antecedentes con los que los organismos internacionales tendrán que lidiar mediante buenas estrategias diplomáticas.
El Estado que los palestinos desean que se reconozca ante la comunidad internacional comprende las zonas de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza. Estos lugares fueron tomados por Israel durante la Guerra de los Seis Días en 1967. Ahora bien, de acuerdo con el artículo 1.º de la Convención de Montevideo de 1933, que establece las condiciones necesarias para la consolidación de un Estado, es necesario un gobierno firme, condición que Palestina no posee. Este requisito sería uno de los grandes retos para la existencia del Estado palestino, debido a las disrupciones internas que persisten por el sangriento conflicto de 2007 entre Hamás y Fatah (la principal fuerza política de la Organización para la Liberación de Palestina y de la Autoridad Palestina, presidida por Mahmud Abás).
Este conflicto bélico, que continúa incidiendo de una forma bastante profunda, ocurrió luego de que Fatah perdiera las elecciones parlamentarias de 2006 y Hamás tomara el dominio de Gaza. Desde entonces, se dividieron: Cisjordania quedó gobernada por Fatah y Gaza por Hamás. Sus distintas visiones políticas e ideológicas son uno de los factores que han impedido tener su propio Estado. Tal y como lo afirma Youssef Munayyer, director del programa Palestina/Israel e investigador principal del Centro Árabe en Washington: “Las diferencias fundamentales son irreconciliables”. Por lo tanto, los países que reconocen dicho Estado, mediante su objetivo de la solución de los dos Estados, tendrán que establecer firmes garantías para que persista un gobierno fuerte y funcional, así como tratados fronterizos para que se delimite qué es Palestina, ya que un territorio determinado es otro requisito para consolidar un Estado, de acuerdo con lo que establece dicha Convención.
Otro precedente clave son los Acuerdos de Oslo de 1993, que consistieron en una resolución diplomática entre Israel y Palestina por los antecedentes que surgieron en 1948, cuando se creó el Estado de Israel, lo cual desalojó a los palestinos de sus tierras y los convirtió en refugiados, sumado a los conflictos de 1967, entre otros. Estos acuerdos permitieron el regreso del entonces líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, y la creación de un autogobierno llamado Autoridad Palestina. El entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin, se comprometió a devolver las zonas ocupadas de Gaza y Cisjordania. Además, se acordó tomar medidas de prevención contra el terrorismo de ambas partes y resolver los temas de refugiados, fronteras y Jerusalén antes de mayo de 1999.
Sin embargo, este acuerdo fracasó debido a diversas discordias que han perdurado hasta la actualidad, como el surgimiento de la rivalidad entre la Autoridad Palestina (donde Fatah es el partido político principal) y Hamás. Esto se debe a que la recién creada Autoridad Palestina no parecía detener los asentamientos de Israel en Cisjordania, es decir, cumplir con sus promesas de soberanía. Por lo tanto, Hamás entendió que con este acuerdo se vendieron los intereses de los palestinos. Pero los puntos más críticos que fracturaron dicho acuerdo fueron el ascenso del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en 1996, quien desaprobó dichos acuerdos, y la visita al Monte del Templo/Explanada de las Mezquitas del líder de la oposición israelí, Ariel Sharon, en el 2000. Dicha visita fue recibida como una provocación por los palestinos. Todo esto provocó tensiones entre ambas naciones y dio lugar a la Segunda Intifada, que consistió en un levantamiento palestino.
Ahora bien, debido a las disidencias internas entre Hamás y la Autoridad Palestina (Fatah), ¿cómo surge Hamás? Lo cierto es que su origen es a raíz de la Primera Intifada en 1987, que se basó en un levantamiento palestino en contra de las ocupaciones de Israel. Otra de esas ocupaciones fue en el Líbano en 1982, en la que sus aliados libaneses cristianos masacraron a cientos de palestinos en Beirut. Entonces, las protestas comenzaron en Gaza y se extendieron hasta Cisjordania.
Por otra parte, de acuerdo con el informe de las Naciones Unidas sobre los actos de lesa humanidad en Gaza, se han destruido los sistemas de educación y salud; se han bloqueado las ayudas humanitarias que han provocado hambrunas; se ha atacado a niños directamente; y ha habido un incumplimiento de las órdenes de la Corte Internacional de Justicia por parte de Israel.
Pero, recientemente, Israel y Hamás acordaron la primera fase de un plan de paz, en el que se incluye la liberación de 20 rehenes israelíes y 2,000 palestinos. También se condiciona a que Israel permita la entrada de 400 camiones de ayuda, y que estas aumentarán gradualmente en fases posteriores. Pero, ¿cumplirán ambas partes este acuerdo? ¿Habrá un tratado de paz real? Además, ¿estará dispuesto Israel a reconocer la existencia de un Estado Palestino?
A pesar de que el reconocimiento del Estado palestino por unos 150 países es un paso histórico en la diplomacia internacional, lo esencial es contemplar un tratado de paz real, en el que ambas partes se comprometan a cumplir lo acordado, ya que es el aspecto fundamental para que exista un Estado palestino viable. De acuerdo con el artículo 10 de la Convención de Montevideo: “Es de interés primordial de los Estados la conservación de la paz. Las divergencias de cualquier clase que entre ellos se susciten deben arreglarse por los medios pacíficos reconocidos”. De lo contrario, continuarán en lo mismo que por tanto tiempo han luchado sin resultados favorables, es decir, sin la obtención de un gobierno estable, un territorio determinado y, por consiguiente, sin un Estado propio.
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