No me abandones el hombre

grita en la calle de su soledad.

Ábreme la puerta. Hace frío

y la noche oculta asesinos.

No me dejes solo de nuevo

con mis pensamientos,

cada uno hecho de ti.

Es mi culpa haber dejado

florecer la planta en mi cabecera

aun si fuera por mí solo?

Claro que sí. Hay que aprender

a tirar lo que no sirve, no guardar

todo pensando porque pueda

resultar en un poema.

Y por las dudas y para aclarar

a los investigadores

este no es el poema, digo,

la evidencia. Hay otros

escondidos en los cajones

de los armarios que he dejado

en las diversas islas

que me han dado refugio.

Busquen ahi. Bajo

el nivel del mar.