La reciente Encuesta sobre la Cultura Democrática en la República Dominicana, publicada por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD), representa un valioso recurso para profundizar en la reflexión sobre la calidad de la educación en el país. Este estudio no solo nos ofrece un panorama detallado de las percepciones ciudadanas, sino que también subraya la interdependencia crítica entre la educación y la cultura democrática. En consecuencia, resulta imprescindible llevar a cabo un análisis exhaustivo de las implicaciones que tiene la educación en la formación de ciudadanos comprometidos con los valores democráticos.
Los elementos de la cultura democrática identificados en la encuesta que están profundamente influenciados por el nivel educativo ofrecen una valiosa oportunidad para mejorar el sistema educativo, rediseñar el currículo escolar y redefinir el papel de la escuela como una institución esencial en la formación de ciudadanos activos, críticos y participativos. Al vincular los hallazgos de la encuesta con una educación orientada a la construcción de una cultura democrática más inclusiva y sólida, se sientan las bases para un futuro en el que la participación ciudadana y el compromiso con los valores democráticos sean pilares fundamentales del desarrollo social. Este enfoque no solo nos permitirá comprender mejor los desafíos actuales, sino también impulsar las reformas necesarias para fortalecer el tejido democrático del país.
La Encuesta de Cultura Democrática 2022-2023 resalta que la educación es un factor determinante en la consolidación de la cultura democrática. Por lo tanto, el sistema educativo debe concebirse no solo como un mecanismo para la transmisión de conocimientos, sino como el principal medio para inculcar los valores democráticos esenciales: libertad, igualdad, tolerancia, justicia y participación activa.
Para que la educación realmente cumpla su función de consolidar la cultura democrática, debe ser accesible para todos los sectores de la población. Las desigualdades educativas actualmente presentes en el sistema dominicano, que limitan el acceso de ciertos grupos a una educación de calidad, perpetúan las desigualdades en la participación democrática. Un sistema que garantice una educación inclusiva y equitativa fomenta una ciudadanía crítica y participativa, lo que es esencial para la sostenibilidad de la democracia.
El sistema educativo debe adoptar una perspectiva de formación integral, que no solo forme a los estudiantes en habilidades técnicas o laborales, sino también en competencias cívicas y sociales. Este enfoque integral es vital para desarrollar una conciencia crítica y la capacidad de participar en el debate democrático.
Uno de los mayores retos para la consolidación de una cultura democrática es lograr que el currículo escolar defina los contenidos y habilidades que los estudiantes deben adquirir, que sirvan para desarrollar y consolidar su cultura democrática. El currículo debe ser diseñado no solo para transmitir conocimientos formales, sino también para formar en los valores y competencias necesarias para la vida democrática.
La educación cívica debe ocupar un lugar central en el currículo de todas las etapas del sistema educativo. Esto implica no limitarse a enseñar el funcionamiento formal del gobierno o el proceso electoral, sino incorporar discusiones sobre la importancia del Estado de derecho, la igualdad de oportunidades, los derechos humanos y la justicia social. Los estudiantes deben comprender que la democracia no es solo votar, sino participar activamente en la toma de decisiones que afectan a la sociedad.
Como señala el enfoque de Amartya Sen mencionado en el marco teórico de la encuesta, “la democracia se basa en la deliberación pública y en la discusión razonada”. Preparar al estudiante para la democracia implica, en consecuencia, enfocarse en desarrollar sus habilidades críticas y deliberativas; así como, fomentar el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el debate estructurado, lo que permitirá a los jóvenes analizar críticamente la información y participar activamente en la vida pública.
Es fundamental que el currículo incluya el estudio de la historia democrática de la República Dominicana y las luchas por la consolidación de los derechos democráticos, conectando estos procesos con los desafíos globales de la democracia. Este enfoque contextualiza la importancia de los valores democráticos y ayuda a los estudiantes a entender su papel como ciudadanos en la defensa y promoción de estos valores.
La encuesta revela una relación directa entre el nivel educativo y la tolerancia política, lo que subraya la importancia de que el currículo escolar aborde de manera explícita temas como la diversidad, la inclusión, la igualdad de género y los derechos de las minorías. Este enfoque no solo es crucial para formar ciudadanos que respeten y valoren la diversidad en todas sus expresiones, sino también para que comprendan la necesidad de construir y preservar un espacio democrático inclusivo, donde todos los individuos tengan las mismas oportunidades de participación y representación.
En este sentido, la escuela, como institución, desempeña un rol fundamental en la socialización política de los estudiantes. Más allá de ser un lugar donde se imparten conocimientos formales, es un entorno en el que se experimenta la vida democrática a través de las relaciones interpersonales y las dinámicas internas. En este sentido, la escuela debe empoderarse en su responsabilidad no solo de generar resultados educativos, sino también de influir positivamente en los procesos sociales. Esto implica que cada centro educativo debe asumir un papel activo y comprometido en la creación de espacios democráticos, donde los valores de participación, equidad y justicia se vivan y practiquen cotidianamente.
Para cumplir este rol, es crucial que el nivel central del sistema educativo reconozca y fomente mayores niveles de autonomía en las escuelas. Esta autonomía permitirá que los centros escolares adapten sus estrategias pedagógicas y organizativas a las realidades locales, favoreciendo la implementación de prácticas educativas que fortalezcan la participación activa, la tolerancia y el debate deliberativo. De este modo, las escuelas se convierten en espacios claves para el desarrollo de una cultura democrática sólida, en la que los estudiantes no solo reciban conocimientos, sino que también sean actores responsables dentro de su comunidad.
La autonomía escolar también permitirá una gestión más efectiva de los procesos educativos y sociales necesarios para formar una ciudadanía activa y consciente. Al tomar decisiones sobre aspectos clave como la metodología de enseñanza, la organización del currículo y las formas de participación estudiantil, los centros educativos podrán responder mejor a las necesidades específicas de sus comunidades. Esto promoverá un entorno en el que los estudiantes no sean solo receptores pasivos de información, sino que participen activamente en la toma de decisiones, preparándolos para ser ciudadanos comprometidos con el desarrollo democrático del país.
Las escuelas deben fomentar la participación estudiantil en la toma de decisiones que afectan su vida escolar, lo que puede lograrse a través de consejos estudiantiles, debates y simulacros de procesos democráticos. Estas prácticas brindan a los jóvenes la oportunidad de experimentar de primera mano el funcionamiento de la democracia y comprender la relevancia de la participación activa en la toma de decisiones.
Asimismo, la gestión escolar debe reflejar los principios democráticos en su organización. La escuela, en su funcionamiento, debe ser un ejemplo y un modelo de vida democrática. Los directores, maestros y personal administrativo deben promover una cultura de transparencia, colaboración y rendición de cuentas, involucrando a estudiantes, padres y otros miembros de la comunidad en los procesos de toma de decisiones. De esta manera, las escuelas pueden ofrecer espacios de discusión donde los estudiantes debatan y analicen temas políticos, sociales y culturales en un ambiente de respeto y tolerancia, desarrollando habilidades de deliberación y argumentación, esenciales para su futura participación en la vida democrática.
Los maestros y el personal educativo deben actuar como modelos de comportamiento democrático. Las interacciones entre los estudiantes y los adultos en la escuela deben estar marcadas por el respeto mutuo, la equidad y la justicia. La experiencia cotidiana en la escuela debe reforzar los principios de igualdad ante la ley, respeto por los derechos ajenos y participación activa.
Los desafíos para implementar un sistema educativo que fortalezca la cultura democrática son múltiples. La encuesta destaca que uno de los mayores problemas percibidos por los ciudadanos es la desigualdad social y cómo esta afecta su acceso a oportunidades, incluida la educación. Esta desigualdad no solo limita la movilidad social, sino que también mina la capacidad de los ciudadanos para participar plenamente en la vida democrática. Por lo tanto, una reforma educativa orientada a cerrar las brechas sociales es una condición indispensable para el éxito de cualquier esfuerzo democrático.
En cuanto a las oportunidades, el creciente reconocimiento de la interrelación entre educación y democracia crea un contexto favorable para la implementación de políticas educativas que fortalezcan las competencias cívicas y democráticas. Además, el enfoque en el empoderamiento social y territorial del desarrollo, tal como lo describe la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, ofrece un marco adecuado para integrar la educación como parte integral de una política democrática más amplia.
La educación en la República Dominicana, en consecuencia, debe jugar un papel preponderante en la consolidación de la cultura democrática, ya que es a través de ella que se puede formar una ciudadanía consciente, crítica y participativa. La encuesta de Cultura Democrática 2022-2023 pone de relieve la relación directa entre el nivel educativo y la fortaleza de los valores democráticos en la población. Para que la educación cumpla este papel transformador, es necesario reformar el sistema educativo, el currículo escolar y el rol de la escuela como espacio de socialización política. Solo así se podrá garantizar que la democracia en la República Dominicana sea más inclusiva, justa y participativa, capaz de responder a los desafíos del presente y del futuro.