
La obra Filosofía del silencio, de Alejandro Arvelo, se erige como una crítica profunda a la cultura contemporánea, caracterizada por la superficialidad, la logofobia y la proliferación de palabras vacías. En un contexto caracterizado por la inmediatez como valor supremo y la libertad como capacidad de expresión ilimitada, Arvelo propone un retorno radical al silencio y a la introspección como fundamentos del verdadero filosofar. El texto, lejos de constituir un tratado académico cerrado, se presenta como una invitación a la resistencia interior y a un ejercicio de autenticidad frente a la banalidad dominante.
Uno de los ejes centrales de la obra es la afirmación de que el conocimiento auténtico solo puede surgir del recogimiento. El pensamiento requiere de tiempo, pausa y, fundamentalmente, la capacidad de reflexionar en soledad. Para Arvelo, la soledad no debe ser considerada como una condena, sino como una condición fértil de la inteligencia. El presente estudio aborda la premisa de que todo ser humano, en su búsqueda de comprensión personal, debe priorizar la organización de su espacio interior antes de aspirar a generar cambios en su entorno. Esta exigencia se vincula con una tradición que se extiende desde Pitágoras y Heráclito hasta Descartes, atravesando pensadores como Sócrates, Agustín y Ortega y Gasset. En este sentido, se reconoce la importancia del silencio como fundamento del pensamiento, tal y como se desprende de las diversas reflexiones presentadas.
Las palabras expresan lo que en nuestro mundo interior hay de convencional. Cuando se tiene algo importante que decir, lo sensato es callarse y esperar. Las ideas brillantes, las intuiciones geniales no son hijas de la prisa, ni de las situaciones cotidianas surgen de manera espontánea. El espíritu de sistema, el ejercicio del criterio, el conocimiento del pasado filosófico, la soledad, y el silencio que de ella emana, son condiciones indispensables en la búsqueda de la certeza y la claridad de pensamiento. (Arvelo, 2025)
La crítica más contundente del autor se centra en lo que denomina «la enfermedad del siglo»: la logofobia. A pesar de una aparente paradoja, el vocablo en cuestión no hace referencia al miedo a hablar, sino más bien al temor a pensar con rigor y profundidad. Esta tendencia se manifiesta en la locuacidad carente de contenido, en el monólogo que suplanta al diálogo, y en la necesidad imperante de opinar sobre una amplia gama de temas sin demostrar una comprensión profunda de los mismos. Según Arvelo, la sociedad contemporánea ha experimentado una transformación en la concepción de la palabra, convirtiéndola en un espectáculo. Este fenómeno ha llevado a un cambio en la percepción de la libertad, ya que se ha descuidado el pensamiento crítico en favor de la expresión excesiva. Esta logofobia se vincula con el diletantismo, el cientificismo ingenuo, el fanatismo político y el culto a la novedad. En este sentido, el silencio emerge como una manifestación de dignidad y una forma de oponerse a la trivialización de la existencia.
El texto en cuestión, además de presentar una perspectiva teórica, ofrece una reflexión política de gran profundidad y alcance. Arvelo expone su preocupación por la confusión entre libertad y frivolidad en países como la República Dominicana. Se sostiene la hipótesis de que la libertad se manifiesta en la capacidad de expresar ideas y pensamientos sin reservas, de integrarse en un conjunto o grupo y de despojarse de la autenticidad personal. En el contexto anteriormente mencionado, el silencio no debe interpretarse como una ausencia de comunicación, sino como un acto de rebeldía contra el conformismo imperante. El autor de este estudio propone una revisión crítica de la política educativa, cultural y de conciencia crítica, instando a una reducción de la retórica y un mayor compromiso con estos aspectos fundamentales. El autor subraya que la auténtica libertad no se mide por la agitación en el espacio público, sino por la capacidad de cada individuo de pensar y actuar con autonomía.
La necesidad de hablar ha devenido el asunto primordial. Encapuchados dómines se han adueñado del mundo. Su mayor orgullo es no equivocarse nunca, y gritar a los cuatro vientos la presunta ejemplaridad de su actuación. Nadie exige que se le permita pensar. Nadie sugiere que se le enseñe a hacerlo. Por otra parte, no se estimula, no se protege ni se respeta a los pocos que al grande pensamiento se han consagrado; se los desprecia o vitupera, como a soldado intruso o a labor infame. Nuestros móviles principales son, pues, el lucro, el confort o la subsistencia. (Arvelo, 2025)
Otro aspecto notable de la obra es su insistencia en que la filosofía no es un privilegio elitista, sino una posibilidad accesible a todos. No obstante, el mero deseo no es suficiente para alcanzar el éxito; es imperativo invertir esfuerzo, cultivar la disciplina y exhibir valentía. El auténtico filósofo, como el hombre auténtico en general, no busca el aplauso de la multitud, sino la coherencia consigo mismo. Esta radicalidad lo convierte en una figura incómoda, a menudo incomprendida, pero necesaria para mantener viva la dignidad humana en medio de la confusión.
La conclusión del libro nos sitúa nuevamente en el punto de partida, el silencio. Esta no es una ausencia de contenido ni inacción, sino el ámbito en el que germinan las ideas que poseen el potencial de generar cambios transformadores en la vida personal y colectiva. En el contexto actual, caracterizado por una proliferación de estímulos y distracciones, Arvelo destaca la relevancia de la reflexión crítica como un acto de resistencia y desafío a las convenciones establecidas. Como se ha mencionado anteriormente, la construcción de una sociedad más justa, menos esclava de la apariencia y más consciente de su destino solo es posible a través de la introspección.
Es un ser que ha contraído la enfermedad del siglo, la logofobia.
Donde veáis un ser antropomorfo hablando sin descanso lo mismo de lo simple que de las más graves cuestiones, pensad que hay allí un poseso, un enfermo que os puede contagiar. La sintomatología de la enfermedad del siglo es por lo variable, de difícil catalogación. (Arvelo, 2025)
El silencio como desafío dominicano
La implementación de la filosofía del silencio en la República Dominicana conlleva la necesidad de reconocer que una parte significativa de nuestras dificultades políticas, sociales y culturales se originan a partir de la ausencia de introspección colectiva. Se ha producido una confusión entre libertad y bullicio, así como entre democracia y propaganda. En el contexto de los debates públicos, se observa una tendencia a la exacerbación de las voces y a la ausencia de un diálogo constructivo. Esta dinámica facilita el surgimiento de prácticas corruptas, la improvisación y la mediocridad en diversos ámbitos.
En la República Dominicana, con el derecho a la libre expresión heredamos también el derecho a la frivolidad y al diletantismo. Ser libre es, para mis contemporáneos, hablar sin rubor acerca de cuánto ignoran; y, ante todo, tener derecho a mezclarse con la masa acéfala que cada día desfila frente a su puerta como una corriente de agua turbia y sin destino preciso. Libertad es sinónimo de dilución. Ser libre es, pues, reír cuando la muchedumbre agrieta su rostro ajado y vacío; y llorar cuando llora la jauría. Bailar al compás de la danza del mundo. (Arvelo, 2025).

Arvelo (2025) plantea la necesidad de reflexionar sobre la idea de que la verdadera transformación nacional no se limita únicamente a modificaciones externas, sino que requiere de un proceso interno de reflexión crítica y reorganización de la conciencia. Una ciudadanía que desarrolle habilidades de escucha activa, que valore la discreción y que priorice el pensamiento crítico sobre la retórica persuasiva, puede exhibir una mayor capacidad de resistencia a la manipulación política y contribuir a la construcción de instituciones más sólidas y confiables. En este contexto, el silencio emerge como una pedagogía cívica, recordándonos la importancia de reflexionar antes de expresar nuestras ideas y de actuar de manera coherente con nuestros principios. En este sentido, se plantea la necesidad de un cambio en el discurso público, que debe pasar de la confrontación a la reflexión. En el contexto actual, es imperativo que la nación emprenda acciones concretas para modificar su trayectoria histórica y mitigar la erosión ética que representa una amenaza significativa para su porvenir inmediato.
Referencias
Arvelo, A. (2025). Filosofía del silencio. (3.ª ed.). Independently published. (Nueva edición disponible en amazon.con)
Arvelo, A. (1996). Filosofía del silencio. Ediciones Ciemps. (Primera edición)
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