Después de un apabullante duartismo, expresado este sábado 26 de enero, sería bueno instalar un “duartímetro” para medir cuánto queda del patricio en el cerebro, el corazón y los hechos de tantos celebrantes.

No hablo por las hipócritas piezas publicitarias que publicaron los piratas de la Barrick calificada como vanguardia económica del progreso nacional, en ocasión del bicentenario de Duarte.

Me refiero a colocar el nuevo dispositivo en los nacionales ‘duartistas al vapor’, ‘duartesanos secretos’ y en ‘simuladores trinitarios’ u otras modalidades del insulso pragmatismo político que nos embarga. Hablo de quienes se comportaron en múltiples ceremonias como estandartes de los ejemplos del fundador de la Patria en el ejercicio de las funciones gubernamentales, legislativas y judiciales que realizan cada día.

Puedo mirar un lobo con traje de oveja y saludar su inteligencia para el arte de guerrear. Puedo pensar “que se casa una bruja” cuando llueve con el sol quemándonos y admiro ese juego engañoso de la naturaleza.

Puedo, incluso, encontrar arte en la astucia de un ladroncillo para penetrar a cualquier casa cuidada por el más complejo de seguridad israelí. Lo que no perdono es la perversión como escuela de falsos líderes y proclamar con discursos la Patria soñada por Duarte, el Padre de la Patria.

Tampoco perdono la mentira, la burla en actos patrocinados por quienes pretenden borrar con un discurso y una bandera, la irresponsabilidad histórica jugada, la indolencia social mostrada, la promoción del dolo y la permisividad, la negación de todo lo que promocionó Duarte con su vida.

Y el duartímetro estará a mil si el Presidente ordena la revisión de los contratos de los piratas de la Barrick para quedar nosotros como protagonistas de nuestro futuro. Y el duartímetro marcará mil cuando los acuerdos con suplidores de energía eléctrica se modifiquen para beneficio nuestro; cuando el poder judicial persiga y castigue el dolo en el servicio público; cuando dediquemos todos los esfuerzos posibles para contar con una población educada y en salud.

A ver cuánto medirá el duartímetro nuestro después de este celebrado 26 de enero, bicentenario de Juan Pablo Duarte, el Padre de la Patria.