Hay vidas que no se apagan, se transforman en luz, y es el caso de doña Mary Pérez Marranzini, fundadora de la esperanza hecha acción, madre valiente de la inmensa causa que es Rehabilitación, que llevó el dolor a la sala de lo digno y lo convirtió en fuerza colectiva, en posibilidad para quienes creían que no podían.
Doña Mary no partió, se sembró para siempre en cada paso o abrazo nuevo, en cada esperanza que recupera el mundo, porque rehabilitar, para ella, era más que sanar el cuerpo: era devolver la fe, la dignidad, la alegría.
Quiso ser abogada y en cambio fue la arquitecta de una República Dominicana más humana. Tejedora de puentes entre la diferencia y la inclusión. La voz tierna y firme que nunca pidió permiso para hacer lo correcto. Iba con todo, por todo, con tal de que Rehabilitación se acercara a los más desfavorecidos.
Con su sonrisa dulce y su mirada intensa, llegó a todos los lugares, tocó todas las puertas, todas las veces que fuera necesario. Acompañada siempre, porque bien lo dijo: “Nadie por sí solo alcanza grandes logros. Hace falta la participación de otros, aportando cada quien según el don que de lo alto haya recibido”.
Su legado no se mide en años, sino en corazones que, rotos, encontraron una forma nueva de latir por piernas que volvieron a bailar, manos que reaprendieron a sostener, voces que dicen gracias, brazos que acunan, miradas infantiles que gritan: “¡yo puedo!”.
Aprender y reaprender, dignidad restituida con dignidad.
Hoy Rehabilitación, con sus 35 centros, es un monumento vivo a su amor, a su hermosa terquedad, a su fe invencible en el poder del cuidado.
Su discipulado tiene la tarea de perpetuar esta obra de amor, que sin lugar a dudas es la más grande muestra de solidaridad y transparencia de este país. Los aliados, estatales y privados, el compromiso de seguir apoyando la obra de Rehabilitación, para seguir beneficiando a sus miles de hijos e hijas dispersos en el territorio nacional.
Que su descanso sea tan profundo como fue su entrega y que su ejemplo nos siga guiando como faro entre la tormenta. Porque ella no se ha ido, su obra ya es eternidad en el alma del pueblo.
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