El tema del tránsito en Santo Domingo es como una tragedia de Shakespeare. To be or not to be, la gran pregunta de Hamlet es una buena metáfora de los vaivenes de las estrategias que se han implementado desde INTRANT y la DIGESTT como parte del programa RD SE MUEVE para la ciudad, con las que se deciden la vida y la muerte de las horas perdidas de los pobladores en el caos vehicular que satura la metrópoli.
Creo que las estrategias, por demás disruptivas, podrían mejorar el pandemónium urbano que sufrimos… o no. Habría que ver cómo reacciona una ciudad exasperada ante una mejoría que se debería apoyar en una educación vial nunca presente, unos motoristas siempre presentes y un régimen de consecuencias ausente.
Realmente la prohibición del giro a la izquierda puede funcionar en determinados contextos, pero hay que esperar por los resultados, aunque existe el temor de que algunos desvíos son tortuosos y otros muy largos y, sobre todo, si la prohibición del giro a la izquierda se aplicará a los motoristas, pues parece que existen leyes que no se aplican a esta fauna urbana. Ademas, habrá que evaluar la prohibición cuando se reabran en septiembre las escuelas y colegios, que aportan una cuota muy alta a la congestión vehicular de la ciudad, que atempera su ritmo en la época de vacaciones.
Es interesante ver los indicadores de éxito que ha tenido la prohibición del giro a la izquierda en países mas desarrollados, y también de algunos fracasos, que se han usados como referentes motivacionales, y relacionarlos con algunos componentes nuestros, particulares, como la educación vial o la falta de ella, la existencia de motoristas descontrolados o, incluso, de la existencia de un sistema de semáforos coordinados o de una voluntad política comprometida. Componentes de mucho peso en el caso de las ciudades dominicanas, dónde los temas de la inseguridad energética o la presencia de agentes de tránsito no tan coordinados, por ejemplo, afectan su desempeño.
Las autoridades han realizados estudios de tránsito y transporte, usando muchas veces consultores extranjeros, pero esos estudios se han hecho dentro de los componentes específicos como compartimentos estancos y no como parte de un análisis integral de la dinámica urbana y con la participación de los técnicos y autoridades municipales correspondientes, que en estas iniciativas disruptivas actúan como convidados de piedra, donde, aparentemente, se desconocen sus atribuciones sobre el territorio, sobre todo sobre la zona urbana.
Estas estrategias sobre el tránsito constituyen un paso positivo hacia la búsqueda de soluciones a las problemáticas de movilidad urbana, pero un paso que debe ir acompañado con acciones coordinadas con los demás problemas y componentes de la ciudad o de las ciudades dominicanas. Hay que controlar el crecimiento urbano, el desparrame territorial que encarece y complica, entre otras problemáticas, el transporte. Definir usos de suelos, densidades e identificar nuevas centralidades para coordinar una red eficiente de transporte público. Hay que mejorar la conectividad vial sin comprometer la integridad de los espacios públicos.
En pocas palabras, para que las prohibiciones y las iniciativas disruptivas de las autoridades del tránsito y el transporte tengan éxito hay que pensar y planificar la ciudad, no solamente el tránsito.
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