En un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad el primer ministro de Albania designó oficialmente y mediante decreto a Diella, la primera Inteligencia Artificial convertida en ministra de Estado orientada a la gestión y adjudicación de los procesos de contratación pública. Diella es literalmente una tecnología programada para ejercer como ministra, con apariencia humana y razonamientos artificiales. El acontecimiento no solo carece de un precedente que nos permita medir sus implicaciones, sino que también proyecta un futuro distópico en el cual podríamos sobreponer a la tecnología en las actividades esencialmente administrativas. El hecho habría sido impensable hasta hace apenas unos meses atrás, previo a la designación de Diella, pero ahora constituye una realidad que coloca en perspectiva el papel que desempeñarán los seres humanos en el espectro social.

El argumento que sirve de respaldo a la decisión del primer ministro de Albania, el Sr. Edi Rama, es aquel que versa sobre la precisión de los trabajos ejecutados por la IA y las garantías que ofrece de imparcialidad en los procesos de licitaciones públicas, lo que la convierte en un ente de transparencia e incorruptibilidad. La IA al asumir su rol como funcionaria parecía procesar correctamente las intenciones del primer ministro al instruir su designación, y también pareció entender los temores generados en torno al peculiar nombramiento, hecho que quedó evidenciado en las palabras emitidas por Diella en su primera comparecencia ante el parlamento albanés: “No estoy aquí para sustituir a las personas, sino para asistirlas. Es cierto que no tengo ciudadanía, pero tampoco tengo ambiciones ni intereses personales”.

Las palabras de la IA fueron contundentes y ofrecían una respuesta a las interrogantes que los albaneses pudieron hilvanar, como si se tratara del más ducho de los oradores o del más hábil de los políticos. En solo una oración resumió su condición, se supeditó al poder deliberativo de los seres humanos y ofreció las garantías de honradez que a la razón se esperaba de cualquier ministro. La decisión de designar una tecnología para dirigir los procesos de contratación pública se adoptó en medio de serias impugnaciones lanzadas como resultados de grandes escándalos de corrupción política, contexto que obstruía la posibilidad de Albania de integrarse a la Unión Europea.

La designación de esta IA plantea entonces una posible solución a los problemas comunes de gobernanza que se presentan en cada país, como los que se relacionan a las imprecisiones en la toma decisión, resolución de conflictos e inconvenientes generados por la corrupción gubernamental. Albania ha sentado las bases para un nuevo modelo de administración pública y ha marcado un precedente que podría definir el futuro de los gobiernos; sin embargo, y con el mejor de los intereses, debemos esperar los resultados de esta medida a fin de justificar la sostenibilidad de este tipo de decisiones y su posible impacto no solo en Albania, sino en los gobiernos del mundo.

Juan Alberto Liranzo

Abogado, conferencista y profesor de Historia de las Ideas Políticas. Maestría en Ciencias Penales (ENMP/UASD) y curso especializado en investigación de crímenes y delitos con enfoque de género. Pasado miembro del Consejo Tecnico Académico de la ENMP y candidato al Consejo Superior del Ministerio Público. Fiscal en licencia. Actual Consultor Jurídico del Consejo Nacional de Drogas.

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