Aunque no soy psicólogo de profesión, durante 23 años tuve el privilegio de conversar y discutir con Noam Chomsky sobre los fundamentos de cómo la información se manipula para moldear la percepción pública y controlar el discurso, un fenómeno que considerábamos una amenaza existencial para la democracia. La urgente necesidad de abordar la proliferación de odio y la difusión de falsedades me impulsó a sintetizar esas profundas discusiones, plasmadas en miles de correos electrónicos y conversaciones personales, en este artículo, explorando la explicación psicológica detrás de la diseminación de "noticias falsas" por parte de creadores de contenido digital. En la República Dominicana, la ausencia de una legislación robusta para regular los daños causados por YouTubers e Influencers, quienes, a pesar de no ser periodistas profesionales, infligen un daño considerable a individuos y a la sociedad, hace imperativa esta exploración. Este fenómeno es intrínsecamente peligroso para la democracia, ya que socava la capacidad del público para discernir la verdad, fomenta la polarización y erosiona la confianza en las instituciones y en el tejido social, elementos esenciales para una sociedad informada y funcional.
El enigma de la desinformación intencional en la esfera digital
La proliferación de información falsa, especialmente cuando proviene de figuras influyentes como los YouTubers e Influencers, representa un desafío considerable para el discurso público y la confianza social.
Es fundamental distinguir entre la desinformación y la información errónea. La información errónea se define como información falsa o inexacta que se crea y difunde sin una clara intención de causar daño. Por el contrario, la desinformación es información falsa que se difunde deliberadamente con la intención de engañar o manipular. Mi artículo se centra precisamente en este último aspecto, buscando una comprensión profunda y científicamente fundamentada de por qué los individuos difunden intencionalmente falsedades, realizan acusaciones públicas de inmoralidad y fabrican narrativas, sabiendo que son falsas, para luego retractarse bajo presión legal.
Este articulo explorará los intrincados mecanismos psicológicos en juego, trascendiendo las motivaciones superficiales comúnmente atribuidas, como la búsqueda de "me gusta" o el aumento de visualizaciones, para desvelar factores cognitivos, motivacionales y de personalidad más arraigados.
Un aspecto crucial para considerar es que los mensajes correctivos y los esfuerzos de verificación de hechos a menudo no logran mitigar los efectos o la persistencia de la información errónea. Esta resistencia a la corrección sugiere que las raíces del comportamiento se encuentran en procesos psicológicos profundos, lo que subraya la necesidad de una legislación más exhaustiva y fuerte sobre los sesgos motivacionales y cognitivos que persisten a pesar de la refutación.
La psique del engaño: desentrañando las motivaciones de las falsedades intencionales
La difusión deliberada de información falsa y la acusación pública de otros, incluso cuando el perpetrador es consciente de la falsedad, se derivan de una compleja interacción de impulsos motivacionales, sesgos cognitivos y rasgos de personalidad específicos. Este comportamiento no es meramente un intento superficial de captar la atención, sino que a menudo satisface necesidades psicológicas internas profundas.
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